BIENVENIDO

Después de un largo camino, siempre es agradable conversar... aunque hay veces que el silencio es más sugerente.

martes, 22 de octubre de 2013

Viaje a Creta - Chania - Rethymno - Monasterio de Arkadi

16 de Julio de 2013 


Hoy vamos a despedirnos de la hermosa ciudad de Chania, que ha sido nuestro destino durante dos días. Lo hacemos a plena luz del día, admirando su puerto una vez más, cuya imagen parece salida de la paleta de algún pintor. 

Pero, aprovechando que tenemos que comprar algunas provisiones, antes de abandonar Chania, nos damos un pequeño paseo que nos acerca hasta su mercado cubierto.


Un gran espacio repleto de sabores y olores mediterráneos que hace nuestras delicias.



Y una vez efectuadas nuestras compras, tranquilamente nos vamos hacia Rethymno, otra de las hermosas ciudades de la isla de Creta.


Rethymno es conocida también, como su capital cultural, y es que tras la caída de Constantinopla, muchos eruditos bizantinos, buscaron refugio aquí. 
Otra de sus características es el haber sido ocupada por los turcos durante 250 años, lo que le da un genuino toque oriental.

Nada más llegar a Rethymno, vamos en busca de nuestro apartamento, aunque hasta las 14.00 horas no vamos a poder entrar, y nos encontramos con la sorpresa de que está muy alejado del centro, en una zona eminentemente turística, situada al lado del mar, eso sí.
Dejamos el coche aparcado y nos vamos en busca del centro histórico tras una buena caminata y bajo un sol nada piadoso que nos deja agotados.

Rethymno tiene un puerto que, como sucedía en Chania, le da su característica estampa, rodeado por una gran fortaleza veneciana, aunque al igual que en la anterior, la situación de turistas por doquier, le resta bastante encanto. 


Mil camareros nos ofrecen entrar a comer a sus establecimientos, haciendo un paseo, que podría ser encantador, en una aburrida sucesión de No, thanks, que nos impide disfrutar del lugar en el que estamos. 
¿Cómo encontrarnos con los inicios de la civilización griega? ¿Con el cruce de civilizaciones de una ciudad como ésta? 
Me siento decepcionada.



Decidimos callejear por el interior y esto sí que es realmente una gozada, pues son calles laberínticas en las que puede contemplarse multitud de detalles, como  los típicos balcones turcos de madera, tan pintorescos.


En nuestro paso también nos detendremos ante muchas tiendas de productos artesanales, la gran mayoría decoradas exquisitamente. 



Aunque vamos un poco sin rumbo fijo, pronto desembocaremos en una de las plazas más típicas y fotografiadas, especialmente por su esplendida fuente, la Fuente Rimondi, que fue construida por los venecianos en 1623  y a la que no le faltan las cabezas de león por las que mana un agua fresquita y pura, como pudimos comprobar por nosotros mismos.


Como todavía no podemos ocupar nuestro apartamento, decidimos que, ya que estamos, terminamos de hacer el paseo por la ciudad, para aprovechar el tiempo y bajamos por otra de sus típicas callejuelas, hasta encontrar la Mezquita Nerantzies, con tres cúpulas y esbelto minarete, que primero fue iglesia, más adelante mezquita y ahora conservatorio de música.


De vez en cuanto, entremezclados entre las riadas de turistas esparcidos por todas partes, se mezclan lugareños, a los que enseguida se reconoce y no solo por su aspecto (características en toda Grecia, las mujeres de negro, por ejemplo, como lo eran en España hace no tantos años) sino también por su aire menos apresurado. Los griegos tienen en la conversación sin prisa, uno de sus principales elementos de disfrute y ese ver la vida pasar debe de ser una filosofía vital que les viene de muy lejos.

Pero estábamos paseando por Rethymno,  y llega la hora de comer, lo que hacemos en una de las múltiples tabernas que nos encontramos y que resolvemos con los típicos Gyros-pita acompañados por una ensalada griega, que nos gusta a casi todos. No es un problema el precio tampoco, ya que es bastante asequible en general.

Después vamos, ahora sí, a la búsqueda de nuestro apartamento y tras otra caminata, llegamos a Yacinthos donde nos recibe una señora que nos habla en francés, y nos conduce hasta una casita blanca de dos alturas, muy mona y, sobre todo ¡con piscina!, con el calorazo que llevamos encima, es fácil adivinar que es lo que hacemos a continuación.




Convenientemente relajados, propongo a mis acompañantes, realizar una excursión que yo tenía prevista para mañana, ya que vamos a tener tiempo.

No he comentado que en mi itinerario, he descartado el realizar la excursión por la garganta de Samaria, en primer lugar por las altas temperaturas y también  porque no hemos venido preparados convenientemente para una caminata de más de veinte kilómetros. Eso sí, soy consciente de que nos estamos perdiendo una de las visitas más típica y valorada en la isla de Creta.

En cambio nosotros vamos a ir al Monasterio de Arkadi, que también está catalogado como lugar inolvidable, pero en el que, realmente nos vamos a encontrar casi (¡por fin!) lejos de las hordas turísticas.

Nos dirigimos veinte kilómetros al sureste, por una carretera serpenteante, hasta llegar a este monasterio que tiene un magnífico emplazamiento en la montaña y en el que hace hasta fresquito. 



Se está realmente bien. Es lugar emblemático porque tuvo un importante papel en la historia de la resistencia turca en el siglo XIX. 


El día 9 de noviembre de 1866 los turcos lograron forzar la puerta del monasterio en el que se refugiaban miembros de la resistencia. Valerosamente, prefirieron morir antes que entregarse y prendieron fuego al polvorín, muriendo la mayoría (cretenses y turcos). 


Algunos supervivientes, como una niña, se hicieron famosos y así, esta pequeña, junto con los líderes de la resistencia y el monje que prendió la llama (cuenta la leyenda) tienen sus bustos conmemorativos en el exterior del monasterio, aunque la niña, convertida en la anciana que llegó a ser.



Muchos intelectuales, como Victor Hugo, apoyaron la causa cretense, que fue argumento del libro Libertad o muerte del célebre escritor griego Kazantzakis.

Una vez dentro del complejo del monasterio, lo primero que se visita es un osario con los restos de las víctimas de la tragedia, lo que ya te pone en situación.






 En el interior propiamente dicho, nos acercamos a ver de cerca la imponente fachada veneciana de 1587 y el interior de la iglesia, en la que hay un monje recitando algo y una anciana de negro que, rápidamente nos dice no photo



El aire recogido del templo, invita a hacer un recorrido breve y silencioso por el interior, sin mayores pretensiones.



Puede verse igualmente el polvorín, con un cartel conmemorativo de la tragedia, así como las antiguas celdas de monjes y peregrinos. 



Tras un vistazo al museo con múltiples fotografías de los héroes de la resistencia, volvemos a la civilización.



El Monasterio de Arkadi nos ha parecido un lugar especial. Ha sido para nosotros una visita muy interesante y sosegada, lo que ya nos venía haciendo falta. Ha sido un acierto y un contrapunto necesario llegar hasta aquí.

Hacemos una rápida cena en casa con algunas provisiones que tenemos, y volvemos a la ciudad vieja de Retimno, haciendo parte del camino en coche, pues estamos realmente lejos del casco histórico. 

Una vez allí decidimos empezar a comprar algún que otro recuerdo, como una pequeña guitarra roja muy bonita, que entusiasma a mi hija pequeña. La mayor opta por un tatuaje de hena, que le dará un aire más chic y se queda feliz con un lagarto que le sube por el tobillo y que le queda estupendo (casi estoy por hacerme yo otro).

Cuando estamos lo suficientemente cansados, volvemos a casa, pensando en el itinerario que haremos mañana y que nos conducirá hasta el sur de la isla.

jueves, 10 de octubre de 2013

Viaje a Creta - Playas de Elafonisi y Chania

15 de julio de 2013 - PLAYAS DE ELAFONISI/ CHANIA

Hemos amanecido en Chania, más o menos temprano, pero con la intención de abandonar pronto la ciudad para dirigirnos a una de la más hermosas playas de Creta. 


Situada en el extremo sudoeste de la isla, las playas de Elafonisi, gozan de merecida fama. Sabíamos, y fue verdad, que no íbamos a estar precisamente solos y, ya en la carretera nos hemos encontrado con varios autobuses que seguían nuestra misma dirección.

El camino de acceso, no tiene demasiada buena fama. Una vez que se abandona la única autovía (la del Norte) con que cuenta la isla hay que dirigirse, por el interior, dirección Sur y más tarde hacia la costa, dirección oeste. La verdad es que no nos ha parecido tan terrorífico como imaginábamos. Hemos llegado sin demasiada dificultad. Será que estamos acostumbrados a las carreteras de los Pirineos o que, tomamos como referencia Rodas, donde los puntos a los que íbamos no aparecían ni en los mapas.

Por otra parte hemos adquirido la costumbre nacional de conducir por el arcén y vamos menos sobresaltados que en los pasados días.

Llegados a la playa, vemos que su fama es más que merecida y, por otra parte, como también sabíamos, la playa es tan grande que, a pesar de la masiva afluencia de turismo,  hay sitio para todos y se puede disfrutar (aunque sea en compañía) de una de las más bonitas playas con la que nos hemos encontrado nunca. 



A nuestras hijas les falta el tiempo para lanzarse al agua. 


Es una maravilla. Aguas transparentes y cálidas, arena suave y rosada. 



Hay un pequeño islote en el interior al que todo el mundo accede caminando, como parte de las diversiones del lugar. 



Nosotros optamos por colocarnos en el islote para estar más tranquilos. Debíamos estar divertidos pasando en expedición por entre las aguas, con las mochilas, las chanclas y nuestra sombrilla.

Por supuesto, no tenemos más planes para la mañana, salvo disfrutar del entorno y retenerlo en nuestras pupilas para los duros días de invierno.


La playa, a pesar de ser masiva, tiene un cierto aire tropical con las sombrillas de paja y se mantiene muy limpia. Hay personal que se ocupa de ello, lo que es de agradecer. También cuenta con buenos servicios. Todo no podía ser perfecto y el pero se lo ponemos a los horrorosos bocadillos y pizzas que sirven en los dos chiringuitos habilitados al efecto. Se podían haber esmerado un poco más, la verdad. Las pizzas que nos tomamos pasan a engrosar nuestro capítulo de horrores, del que nos hubiera gustado no tener que incluir a Creta ni a esta hermosa playa.

Volvemos temprano, porque tenemos intención de hacer una visita en condiciones adecuadas, sobre todo en cuanto a luz se refiere, de Chania.

Así es que, tras una renovadora ducha salimos a hacer un pequeño recorrido por la ciudad, que nos permita descubrir mejor algunos de sus rincones que, ayer por la noche, aunque pasáramos por ellos (como así fue) no supimos apreciar.

Partimos del puerto, que ahora vemos en todo su esplendor y, que es la verdadera estampa de Chania.  


El ambiente es refrescante y agradable y nos deja imágenes marineras, con sabor a sal.






Aunque lo realmente típico son las pintorescas casas venecianas, la mayoría muy cuidadas, otras no tanto, que forman el armónico conjunto característico de la que es, posiblemente la ciudad más bonita de Creta.




Vamos adentrándonos por el laberinto de callejuelas que conforman la parte de atrás y, encontramos, sobre todo, muchos puestos de venta de todo, algunos decorados con gran esmero para que no rompan el conjunto.


Calles para perderse, rincones para detenerse sin prisa, bares para la conversación pausada, todo a medida del visitante. El conjunto es ordenado y armónico, tal y como una ciudad como Chania merece.



Atención a los detalles:


A un lado de Odos Khalidon (donde también tenemos nuestro alojamiento) se encuentra la catedral de Chania. 



Su interior ya no nos sorprende, porque ya conocemos la riqueza ornamental del culto ortodoxo con sus hermosos iconos.




Sin embargo sigue manteniendo un cierto aire de recogimiento con sus pequeñas candelas y las paredes llenas de exvotos, de templo en uso, para la gente de aquí, que las multitudes de turistas, entrando y saliendo de cualquier manera, no logramos arrebatarle del todo.


Nuestro itinerario de puntos más interesantes no nos impide seguir perdiéndonos por aquí y por allá buscando siempre el camino menos corto para llegar a nuestro destino. Única manera de ir encontrando lugares que nos llaman la atención por su cuidada puesta en escena.

Conforme dejamos atrás la zona más turística, la normalidad se va imponiendo. Eso nos gusta, ver el lado más auténtico de los lugares que visitamos, aunque no siempre es fácil.

Mención especial a la zona llamada Plateia, en la que se encuentra Agios Nikolaos, convertida en mezquita por los turcos, que conserva su minarete.



Este lugar, algo más escondido, tiene mucho encanto y aunque también hay turistas, se ve a gente normal disfrutando del descanso vespertino, tomándose sus cafés o cervezas, conversando o jugando a backgammon con mucha soltura.



 Nos quedamos un rato disfrutando del ambiente y cuando nos parece callejeamos ya, a nuestro aire, intentando encontrar esa autenticidad que una ciudad cien por cien turística, como Chania, también posee.


Volvemos, poco a poco hacia la zona del puerto donde, al igual que ayer, encontramos mucha (demasiada) animación y nos mezclamos con la riada de gente que viene y va, buscando un lugar adecuado para cenar. Mientras tanto, nos paramos ante las tiendas, que exponen ante nuestros ojos mil y un objetos, como si fuera un inmenso bazar que, decididamente sí nos recuerda la ciudad de los cruzados de Rodas capital.



Dejamos que vaya anocheciendo en esta última noche para nosotros en la que, posiblemente, sea una de las ciudades más bellas de la isla de Creta. 



Nuestro viaje todavía no ha terminado...

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