EL PARÍS DE AMÉLIE

Durante unas semanas, en este blog, hemos estado hablando de París. Así es que sin marcharnos todavía de esta bella ciudad, vamos a rendir homenaje a esta película, que merece el calificativo de viajera y que si contamos las veces que la hemos visto, antes y después del viaje a París, habrán sido unas cinco (de momento).


¿Somos fans impenitentes de la película? No precisamente, aunque cuando en su momento la vimos en el cine, nos gustó. 


La cuestión es que a mí se me ocurrió ponérsela a mis hijas antes de viajar a París, digamos que "de ambientación". Consciente de que no es una película para niños pero pensando que, a pesar de tener alguna escena "comprometida", podría gustarles, hice la prueba.


Éxito rotundo. La encantadora vida de Mademoiselle Poulain, les dejó completamente fascinadas. No es de extrañar. Hay que reconocer que la sonrisa de Audrey Tatou, te atrapa desde el inicio. Ella y su peculiar lenguaje narrativo y visual, tantas veces imitado posteriormente, hacen que "Amélie" no sea una película más.

 Amélie Poulain, la jovencita parisina que una noche de agosto de 1997, (el mismo día que falleció Lady Di) decide que la gran misión de su existencia consistirá en hacer más agradable la vida de los demás, teje sus sueños en el Barrio de Montmartre, escenario en el que se desarrollan los acontecimientos de la película.


Amélie vive exactamente en la rue Lepic y trabaja en la cafetería "Les deux Molins" (número 15 de la misma calle). 


El café está lleno de turistas que se acercan hasta allí. Algunos, como mis hijas, hasta esperan encontrársela detrás del mostrador.

Aquí está el café, tal y como pudimos verlo nosotros en el pasado mes de diciembre.

Nos decepcionó el interior porque, ingenuamente, también nosotros esperábamos que fuera como en la película,  y lo encontramos bastante cambiado. 


Otro lugar recurrente en la película es la frutería en la que Amelie va a hacer la compra (Rue des trois frères 56). En ella incluso transcurre alguno de sus sueños, como en el que aparece un enamorado Nino ante el mostrador de Monsieur Collignon  y su ayudante Lucien, dos de los personajes más entrañables y que proporcionan varias de las escenas más divertidas de la película.

 Pero sobre todo, nuestra protagonista nos lleva, con sus peripecias, a recorrer el barrio de Montmartre.

Muchas de las escenas se desarrollan en estaciones de metro.


 Una de las más conocidas en Montmatre, es la de Abesses, cuyo acceso es uno de los más celebrados diseños de Guimard.


Esta es la estación de metro más profunda de París y una curiosidad es que inicialmente la película iba a titularse "Amélie des Abesses", título que al final fue desechado por no resultar lo suficientemente internacional.


Y es que Amélie, a quien vemos caminando por el interior de la estación (que, al parecer, tampoco es la real) apuntaba muy alto.

El Barrio de Montmartre es cita obligada cuando se viaja a París.

A pesar de ser un punto de encuentro turístico, perderse por sus rincones es una experiencia que te lleva hasta un París que, lejos de las grandes avenidas, se acerca al ciudadano y le da una cierta sensación de cotidianeidad. 

En estas calles (si dejamos aparte el factor turístico del barrio que es mucho pedir) uno puede imaginar un ambiente cercano, con vecinos con los que te saludas a diario y que conocen los detalles de tu vida.

Así es el París de Amélie. Una ciudad en la que no aparecen grandes monumentos. Nada de boulevards, fuera palacios y museos. En este París, todo está al alcance de la mano. 


Incluso lo que sería el símbolo inconfundible de Montmartre, la basílica del "Sacre Coeur" aparece tímidamente en alguna de las escenas, recordándonos su presencia, pero sin adquirir demasiado protagonismo.

Con el escenario de este precioso carrusel al fondo (y, más al fondo el "Sacre Coeur") Amélie va trazando la complicada estrategia que hará llegar a Nino junto a ella.

 El carrusel existe y está en la Plaza St. Pierre. Por la noche, iluminado, tiene que estar precioso. 

Lástima que en nuestro pasado viaje a París no nos acercamos hasta allí, así es que lamentablemente no puedo poner nuestra propia fotografía.

Tampoco fuimos al Canal St.Martin, cerca de la "Gare du Nord", al este del "Sacre Coeur" donde nuestra protagonista se relaja haciendo rebotar piedras en el agua.

Una chica especial, para una ciudad de colores pastel. Un París de bolsillo, humano y pequeño, en el que todos se conocen por su nombre. 


Amélie, la chica que ayuda a ser felices a los demás, nos deja una agradable sonrisa y ganas de encontrarla  guardando su turno en la frutería de Monsier Collignon o escribiendo el menú del día en su café de Montmartre.

Jean Pierre Jeunet firmó su más exitosa película en el año 2001. Rechazada en Cannes, ganó el premio de la Academia Europea como mejor película europea del año y estuvo nominada al Oscar.


Supongo que todavía la veré unas cuantas veces más, ya que se ha convertido en película de culto para mis hijas, que  hacen sonar una y otra vez la cajita de música que compramos en nuestro pasado viaje a París, cuya melodía (elegida por ellas en un pequeño comercio cercano a Notre Dame) como era de esperar, es el "Vals d'Amélie"