BIENVENIDO

Después de un largo camino, siempre es agradable conversar... aunque hay veces que el silencio es más sugerente.

martes, 7 de agosto de 2012

Ámsterdam sin prisas II


Sábado 23 Junio 2012

Estamos de vacaciones y no queremos agobios, así es que tranquilamente y después de desayunar en casa, salimos a seguir conociendo Ámsterdam, la ciudad que durante una semana nos tiene como huéspedes y de la que queremos saberlo todo (o casi).

Seguimos basándonos en los paseos propuestos por la propia ciudad de Ámsterdam, que nos han parecido interesantes y muy al detalle, como a nosotros nos gusta. Esta vez tomamos de guía el recorrido número 1 que también se conoce como el “marrón”, aunque haremos unas cuantas variaciones sobre la marcha. 
Si hay algo que caracteriza Ámsterdam son los canales y las bicicletas, y hoy tendremos una buena ración de ambas cosas.



Visitaremos el sector oeste, por lo que, partiendo de la Avenida Prins Hendrikade, tomamos como inicio del recorrido la Estación Central, iremos hacia la derecha para encontrarnos con los canales llamados: Brouwersgracht, Herengracht, Keizergracht y Prisengracht.

En un plano se ve muy bien, porque los tres últimos, junto con el canal Singel, son paralelos al primero.

Los recorremos porque tienen su encanto y son la estampa indiscutible de la ciudad y también porque junto a ellos, vemos las típicas casitas de Ámsterdam, de fachada de ladrillo, que datan del barroco holandés, del siglo XVII y que tienen diseños de diferentes formas. No nos cansamos de buscarlas y de admirar la gracia de su silueta, ¡la de fotos que hicimos por aquí y por allá!

Hay un lugar típico para las fotos, en el encuentro de Brouwers con Prisengracht está el puente “Lekkersluis” es un puente levadizo desde el que hay buenas perspectivas y uno puede entretenerse, además, viendo las embarcaciones y las naves acuáticas.



Cerca está uno de los cafés, o el más antiguo de Holanda el “Papeneiland”, aunque no lo vemos a primera vista, sino más tarde, cuando volvamos a pasar por aquí.



A estas alturas ya nos hemos encontrado con alguno de los mercadillos de la zona. En realidad con dos o tal vez el mismo. Seguramente se trata del Noordermarkt, que funciona los lunes y los sábados. Vamos de cabeza a meternos por sus puestos, que a las niñas les encanta esto de curiosear por aquí y por allá. De paso compramos fresas (pequeñitas y buenísimas, lo descubrimos ayer), pan con pipas, un bizcocho de chocolate…



Mi marido se queja, ya que es el único que lleva mochila y tiene que cargar siempre con todo…(tiene razón).


Cuando logramos sacarlas del mercado, vemos, sin entrar, la Nooderkerk, una iglesia reformista

Nos quedamos, sin embargo, un buen rato, contemplando a unos músicos de jazz, verdaderamente buenos, que tocaban en la puerta de la iglesia una canción llena de dinamismo y energía, y que además interpretaban con gran entusiasmo. 



No hay como los músicos callejeros para animar un espacio. Ahora soy yo la que no me quiero ir de aquí.
No lo he dicho todavía. Teníamos anuncio de lluvia. De momento el tiempo está aguantando, aunque yo tengo frío y voy con el chubasquero puesto, aunque no llueva. No tiene ninguna pinta de mejorar además. Para mañana también anuncian lluvias… buf.
Estamos ya en el Barrio Jordaan, una de las visitas imprescindibles en Ámsterdam. Es un barrio pintoresco y con mucho ambiente. Tal vez hoy, sábado, haya más que los días laborables. Turistas a montones. Fila inmensa ante la casa de Anna Frank.



 Tenemos previsto visitarla otro día, ya que compramos las entradas por Internet. Nuestras hijas acaban de conocer la historia de Anna y seguro que, para ellas, será una visita inolvidable. 


Hoy sólo pasamos por delante y nos dirigimos directamente a la Westerkerk, Parroquia de la Iglesia reformista de los Países bajos, de 1631, construida con ladrillo, piedra y madera. En su interior, la tumba de Rembrandt. 

También un órgano. Por lo demás la iglesia tiene los espacios amplios y diáfanos, que caracterizan a las iglesias protestantes.



Yo, cada vez que entro en una iglesia, aprovecho para sentarme y descansar un poco. 


Así lo hacemos para, seguidamente, hacernos alguna fotografía con la estatua de Anna Frank, que está en la misma calle.

Buscamos un lugar para comer, que será una pizzería que encontramos por aquí mismo y que no tiene nada de particular. 
Por la tarde, tras la pregunta “¿vamos a ir de tiendas?”, de mis hijas, que, como en este viaje no hay playas, tienen como atracción favorita lo de ir de tiendas,  les respondo que sí, pues precisamente hay una zona que quiero conocer y que está repleta de ellas.

Se llama “las nueve calles” (9 straatjes), está al sur del Barrio Jordaan y son unas calles paralelas y perpendiculares a los canales Singel y Prisengracht, llenas de locales bien innovadores, bien originales o, simplemente, con encanto. 



En cualquier caso son unas callecitas con mucho ambiente, por las que vamos paseando, sin prisas y metiéndonos en algunos lugares que nos llaman la atención. 



Debe de haber una filosofía especial en Ámsterdam en relación con las tiendas y el consumo. Prima la originalidad, el diseño; hay una propuesta estética, una oferta alternativa, que es lo que nos llama la atención a los posibles compradores. 



Mucho pequeño comercio en alza, pero muy creativo y diferente el uno del otro. Me pregunto si no estará por aquí el futuro… 




Mención aparte y lugar destacado para nuestro álbum fotográfico de Ámsterdam, el papel de su majestad, la bicicleta. 

Las hemos visto de todas las maneras imaginables, por cualquier rincón... con flores, como objeto decorativo...







Pero a nosotros, las  que más nos han gustado son las que llevan un accesorio para llevar al nene y es que, a los holandeses, no les falta imaginación.



Claro que... hay quien prefiere otros medios de locomoción...




Todas las opciones son válidas, o casi todas y, la verdad, nos gusta conocer un lugar así... como  Ámsterdam. 
Una ciudad en la que el "vive y deja vivir" es el lema.
 Eso sí, con respeto.


Nos desviamos hasta la calle Elandsgracht, más o menos al centro del Barrio Jordaan para encontrar los bustos de los músicos Johnny Jordaan, Tante Leen y Johnny Meyer, entre otros, porque aquí hay más gente.



 Este rincón describe bien el espíritu del barrio. Además, no sé por qué, pero si tuviera que ponerle una música a Ámsterdam, sería música de jazz.


Terminado nuestro paseo por las nueve calles, seguimos ruta hacia el sur, pasando por Leidsestraat, hasta llegar al punto conocido como Leidseplein, animadísimo hoy sábado por la tarde. 



De momento, nos quedamos viendo una actuación de unos muchachos que hacen un baile de estos que se tiran por el suelo y hacen malabarismos a ritmo de rap (bueno, no sé cómo se llama el baile, lo siento). 




Cuando termina nos vamos a la misma plaza de ayer, Max Euweplein, la del ajedrez gigante. Está a tope. Entramos hoy en la tienda del “Hard rock café” y mientras nos compramos unas camisetas (muy chulas y a buen precio, aunque hay pocos modelos)

Conversamos con la dependienta (española) que nos dice: “sobre todo no dejéis de visitar la zona de las nueve calles”… 

Nuestra última visita será hoy el Vondelpark.  El parque (no será el último que visitemos) data de 1877. 

45 hectáreas de césped, arboleda y lagos. 




Un lugar lleno de gente que pasea, que conversa, que va en bici. 
Reina el espíritu libre y tolerante que caracteriza esta ciudad. 

Muchos grupos de jóvenes sentados en la hierba, escuchando música, merendando (hay incluso una zona de barbacoas), niños (aunque no muchos) y gente absolutamente a su aire.




Nosotros nos sentamos en la hierba a merendar, (llevábamos fresas y bizcochos varios ¿recordáis?). Afortunadamente el sol (tenue, eso sí) nos acompaña y se está bien aquí. 

Después, paseamos un rato por el parque, (por si no volvemos, les digo a mis hijas, que están ya cansadas) y nos acercamos hasta el escenario en el que habrá más tarde una actuación.



Tiene aspecto de tener marcha hasta bien tarde, este parque. Pero nosotros tenemos que retirarnos temprano, que con menores, los horarios están restringidos. 




Desandamos el camino, y nos quedamos viendo la actuación que toca ahora en la Leidsplein (un encadenado que se libera de sus cadenas), aplausos y seguimos ruta hasta un supermercado (cierran tarde los de alguna cadena popular, todo un detalle) en el que cargamos con comida para mañana, que es domingo. 

¿Dicen que Europa no es animada? Por aquí hay un montón de gente que no da la sensación de irse a su casa en las próximas horas. Vemos a algunos turistas con la camiseta roja de la selección española, claro, hoy juega España y ¡anda que no hay españoles en Ámsterdam!

Nosotros, en casa, también seguimos el España-Francia, que retransmitían en alguna televisión holandesa. Bueno, el final ya se sabe. 

Para nosotros termina así la jornada. 


Nuestro segundo y muy intenso día en Ámsterdam.

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...