Os invito a conocer un paraje verdaderamente singular, cómo para no saber en qué lugar del planeta nos encontramos.
Y, sin embargo, estamos a menos de una hora de Zaragoza, al sur de la comarca zaragozana de las Cinco Villas (sí, de nuevo).
Con todos vosotros: Los aguarales de Valpalmas.
A ver cómo llegamos hasta aquí.
Salimos de Zaragoza, A-23, dirección Huesca, tomamos salida de Zuera (norte) hacia Ejea de los Caballeros. Al llegar a Pedrosa, nos desviaremos hacia Valpalmas. Encontraremos un pueblo que se llama Piedratajada y un desvío que a unos 2 km. nos traerá por una pista en buenas condiciones, hasta los aguarales.
Igual me he dejado algo en la explicación, pero no es complicado llegar, Nosotros que somos más bien despistados, lo hicimos sin problemas.
Un curioso paisaje producido simplemente por el agua de la lluvia sobre la arcilla.
El agua... y el tiempo, pues han hecho falta miles de años para que estas obras de arte naturales se muestren ante nosotros como lo hacen ahora.
Este monumento geológico, que no es muy extenso, por lo demás, es de una extrema fragilidad, por lo que el recorrido ha de hacerse por el camino indicado.
Un paisaje vivo y singular (de los que me gustan a mí) que nos permite tener la certeza de que nunca volverá a estar tal y como hoy lo encontramos.
Lo que se dice un paisaje pasajero, que se puede visitar muy fácilmente, ya que la asociación que lo cuida, ha dispuesto puntos de observación y escaleras en algunos de sus puntos, así como algunos paneles informativos.
Es muy agradable pasear por aquí y tampoco hay demasiados visitantes por la zona, lo que resulta sorprendente siendo un lugar tan curioso y de sencillo acceso.
Aunque el nombre con el que se conoce este paraje es el de Aguarales de Valpalmas y así he titulado yo esta entrada, lo cierto es que lo correcto sería llamarlos "Los aguarales de Valdemiraz en Valpalmas" y realmente se hallan entre esta última localidad y la de Piedratajada.
La semiaridez y el silencio imponen aquí su presencia.
Las agujas de una catedral, paisajes marcianos, las fauces de un dragón...
Todo es posible a la vista de las caprichosas formas de los aguarales.
Una hermosa ciudad de barro esculpida por el tiempo.
Resulta fácil perderse por sus calles fotografiando sus efímeros rincones, que nos llevan a imaginarios mundos de seres diminutos.
Resulta difícil elegir entre una y otra fotografía de entre todas las que íbamos tomando a nuestro paso, pues todas tienen su encanto y ninguna es igual a la otra.
Un lugar que, si tenéis oportunidad, os invito a recorrer cualquier día de estos.
Si se va con niños, éxito asegurado, pues la fantasía de los visitantes más pequeños, encaja mejor que nada en este paisaje tan singular.
Un extraño fenómeno geológico (en algunas partes aparece nombrado como "piping".)
Y quién sabe si lo que pisamos hoy, fue hace miles de años fondo marino y hoy se ha convertido en el espectáculo de la tierra esculpida caprichosamente por el agua, el viento y, sobre todo, por el paso del tiempo.
Nosotros nos vamos despidiendo ya de los Aguarales.
A pesar de tenerlo tan cerca, nos ha costado bastante el decidir llegar hasta aquí. No sé muy bien por qué, pero a veces nos sucede con lo que tenemos más a mano, que nunca vamos.
Tal vez a vosotros os pase lo mismo. Sí es así, ponedle remedio.
Es un paseo precioso, lleno de imágenes que no olvidaréis.