Nuestra jornada comienza muy temprano. Esto es lo habitual para los peregrinos. Terminaremos teniendo un horario casi solar y es que, una de las lecciones del Camino es la de aprovechar muy bien las horas del día tal y como vienen. ¿Qué ya entra un rayo de luz por las ventanas?, pues rápidamente a hacer camino. ¿El sol se va? Tiempo de descanso.
Aquí, en Puente la Reina, dónde hemos pasado la noche, unos cuantos jóvenes salen de una discoteca ya diurna. Los vemos pasar, sonriendo (nosotros) mientras nos dirigimos a un bar para desayunar a lo grande, que todo acopio de energía será poco. La señora que nos atiende en el bar, nos sirve maternalmente unos grandes tazones de café con leche y nos prepara unas tostadas antológicas, que saboreamos sin prisa.
Estamos dispuestos para comenzar. La visita a Puente la Reina será para otra ocasión.
Hoy nos dirigimos por la calle mayor, al famoso puente sobre el río Arga que da su nombre a esta localidad tan intrínsecamente unida a la ruta jacobea.
Hacemos historia cruzando este hermoso puente y despidiendo Puente la Reina por el llamado "Barrio de las Monjas" donde existe un convento de las Comendadoras del Espíritu Santo.
Seguimos el curso del río Arga hacia el noroeste. Duros tramos de bajada y terreno accidentado entre cerros y barrancos.
Tampoco nos acompaña mucho el tiempo, pues está medio lloviendo, lo que hace que, aparte de la incomodidad de caminar con el chubasquero, se forme barro en algún lugar y se haga dificultosa la marcha.
A pesar de ir algo apuradillos y deseando llegar a alguna parte, siempre hay algún elemento que nos alegra la vista y que Simbad recoge con su cámara, siempre atento al detalle.
¿O no es bonita la humilde amapola que adorna senderos y caminos?
Recompensa inmediata a nuestro sufrimiento.
Impresionante arco iris que nos hace respirar aliviados.
Vamos entrando a la comarca del Val de Mañeru y al pequeño pueblo que le da su nombre, y de allí a Cirauqui, que es el siguiente, con su pintoresco trazado medieval.
De nuevo nos acompaña la lluvia y ya van casi los primeros ocho kilómetros del día, que no están siendo demasiado fáciles.
Tenemos el mismo panorama que ayer en cuanto a escasez de servicios, tal vez esto ahora haya cambiado, han pasado algunos años desde que hicimos el Camino que ahora estoy narrando para este blog.
A las afueras de Cirauqui, hay sorpresa.
Se trata de un tramo de calzada romana y puente de la misma época, transformado en el siglo XVIII, que cruza las aguas de la regata de Iguste.
Un segundo plano, que estos hallazgos únicos, hace mucha ilusión encontrarlos en el camino, sobre todo si llueve y no está siendo de rosas, precisamente.
Avanzamos, entre campos de labor, por lo que antiguamente fuera calzada romana.
Más adelante tendremos tramos de carretera y pista llegando hasta el río Salado y llegaremos hasta Lorca, en el valle de Yerri.
Pero no paramos, pues cinco kilómetros más tarde en Villatuerta lo haremos por largo rato, ya que no podemos con el alma y va siendo hora de hacer una pausa para comer, lo que hacemos cumplidamente.
No han sido muchos kilómetros hasta aquí, pero las condiciones climatológicas nos han dificultado la marcha enormemente, así es que, hago una petición formal a San Veremundo, patrón de Villatuerta y del Camino de Santiago en Navarra, para que mejore esto un poco, al menos en lo que nos queda de día.
Surte efecto. La lluvia cesa y la buena noticia es que sólo nos quedan cuatro kilómetros hasta Estella, que serán un paseo.
De momento a la salida de Villatuerta, el puente románico sobre el río Iranzu nos hace detenernos a sacar una foto, lo que en esta jornada tan penosa, no ha sido muy frecuente.
Por la calle "Camino de Estella", seguimos caminando con un tiempo estupendo hasta vislumbrar la silueta de la ermita de San Miguel.
Plácidamente continúa la ruta, y ahora sí, disfrutamos los kilómetros finales pues la siguiente parada será Estella.
Caminamos al lado del río Ega y será la bella fachada de la Iglesia del Santo Sepulcro en Estella, con su impresionante portada del siglo XIV, el primer monumento que podamos contemplar de esta ciudad, jacobea por excelencia.
Aunque está cerrada nos asomamos desde arriba para ver su claustro.
El año pasado para Semana Santa, hicimos un viaje a Estella para ver detenidamente los lugares del camino y encontramos este conjunto en obras que deberían finalizar la Semana Santa de este año, teóricamente.
Curiosamente, la ruta jacobea no se detenía inicialmente en Estella y fue en el año 1090, cuando el Rey Sancho Ramírez, la convierte en ciudad del Camino de Santiago.
Así, se otorgará a la nueva Estella (antes Lizarra) el fuero, normas legales ventajosas para los pobladores.
Tras el grato recorrido, disfrutamos también del buen ambiente y sobre todo, del tapeo, que nos sirve de cena.
Volvemos satisfechos al albergue, no terminando de gustarnos la multitud excesiva del mismo.
A partir de este momento, aunque no siempre lo conseguiremos, buscaremos puntos menos concurridos para finalizar nuestras etapas, intentando además que no coincidan con los que señalan las guías.
Pero eso será mañana. Nos hemos ganado un reparador descanso.
Sonreímos al pensar que desde Estella nos quedan, según la guía, nada menos que 661 kilómetros para llegar a Santiago.
Y nosotros aún queremos ir más allá...