Salimos de Estella muy temprano, después de desayunar con otros peregrinos. Nos ha gustado la ciudad, también el albergue, aunque tomamos la decisión de buscar lugares algo más pequeños para pernoctar, pues la multitud de estudiantes que aprovechan las vacaciones de semana santa para hacer la ruta jacobea, nos ha dejado una sensación muy diferente a la que teníamos hasta ahora, mucho más solitaria e introspectiva.
Nos gusta conocer a gente, compartir el camino, pero la idea de ir en romería no entra en nuestros planes.
Hemos dejado ya Estella por la carretera de Logroño, entrando en las calles de Ayegui.
Hemos dejado también atrás el Monasterio de Irache y su fuente del vino ("Otra vez será" y fue el año pasado cuando hicimos la visita pendiente).
El día es soleado y no tenemos la pretensión de hacer demasiados kilómetros. Ya veremos.
Recorridos los ocho kilómetros iniciales (suele ser ya tradición la paradita a esta distancia), nos encontraremos con la curiosa fuente de Villamayor de Monjardín.
En realidad la parada la hemos hecho cuatrocientos metros antes, exactamente en la llamada "Fuente de los Moros", un aljibe medieval con doble arco de entrada.
Aquí, los autores de este blog en sombra.
A partir de este punto y hasta doce kilómetros más tarde, en Los Arcos, ya lo advierte la guía, no hay nada.
En realidad hay una fuente (última posibilidad de coger agua) y diez kilómetros sin población alguna, tan sólo largas y monótonas pistas de concentración.
Allá vamos.
Un anticipo de lo que nos encontraríamos más tarde en alguna de las etapas castellanas.
No hay problema. Estos constantes contrastes no sólo no nos importan, sino que, con el tiempo, te das cuenta de que resultan necesarios.
Forman parte del aprendizaje del peregrino en un viaje que es también hacia el fondo de uno mismo.
Entre cultivos de cereal y viñedos, cruzando los términos de La Cañada, Cogullo y Capanaldia. Al pie del camino, sólo un corral semiabandonado y después una ladera poblada de coníferas y un pequeño arroyo.
En Charconegro, la fuente del paso de Baurín, un ligero ascenso más tarde y por fín, se divisa a lo lejos, la población de Los Arcos.
Los Arcos será final de etapa para muchos peregrinos.
Nosotros simplemente hacemos una parada larga (merecida, aunque como ya nos vamos curtiendo no estamos tan cansados como en otras ocasiones, sobre todo yo, porque Simbad nunca se cansa) y comeremos aquí tan ricamente.
Parada especial en la plaza porticada de Santa María para admirar la iglesia del mismo nombre: románica, gótica, renacentista y barroca y es que, desde el siglo XII hasta el XVIII todo fueron reformas.
Nuestra jornada no ha terminado.
Continuaremos unos ocho kilómetros más para finalizarla en Torres del Río.
Para salir de Los Arcos cruzamos el puente sobre el río Odrón.
Una pista asfaltada nos lleva hasta el cementerio, cuya inscripción en la puerta, aún me persigue en sueños:
No hay problema, los últimos kilómetros del día serán placenteros. Casi sin darnos cuenta habremos dado con el desvío que nos conduce a Sansol, pueblo que tenemos a la vista desde mucho tiempo atrás, y de ahí a Torres del Río.
Total siete kilómetros más. ¿Qué es eso para unos veteranos como nosotros?
Las empinadas calles de Torres del Río, nos llevan hasta su albergue, al que nos dirigimos en primer lugar para dejar nuestras mochilas.
Seremos pocos peregrinos esta noche, para dormir en Torres del Río, ya que el albergue es pequeño (justo lo que queríamos, ya que a la gran mayoría la hemos dejado en "Los Arcos".
Coincidimos con algún peregrino que conocimos ayer en Estella, como César, el ejecutivo con estress, que ha convertido el camino en su terapia personal.
Pero, sobre todo en Torres del Río, nos espera descubrir su maravillosa iglesia octogonal (y ya van dos con Santa María de Eunate), la Iglesia del Santo Sepulcro.
Seguramente construida por la Orden del Santo Sepulcro a fines del siglo XII, su torre adosada pudo utilizarse como torre para guiar a los peregrinos.
Un vecino nos ha conseguido las llaves de la iglesia y hemos podido visitarla en solitario.
Al igual que nos había sucedido en Santa María de Eunate, tuvimos la sensación de estar en un lugar único y privilegiado, lleno de una energía especial que nos hacía sentir bien.
Impregnados de espiritualidad abandonamos un lugar que tampoco olvidaríamos y tras cenar muy frugalmente con nuestras provisiones, la noche termina con una improvisada tertulia peregrina en el que compartimos nuestra experiencia con los demás, como un grupo de viejos amigos que se reencuentra y charla de sus cosas.
Hemos llegado a ese momento del camino, en el que este, poco a poco, nos va haciendo suyos y nos reconocemos como peregrinos,que caminan sin prisa porque nos hemos dado cuenta de que lo importante no es llegar a ninguna parte, sino estar aquí,
Nos gusta conocer a gente, compartir el camino, pero la idea de ir en romería no entra en nuestros planes.
Hemos dejado ya Estella por la carretera de Logroño, entrando en las calles de Ayegui.
Hemos dejado también atrás el Monasterio de Irache y su fuente del vino ("Otra vez será" y fue el año pasado cuando hicimos la visita pendiente).
El día es soleado y no tenemos la pretensión de hacer demasiados kilómetros. Ya veremos.
Recorridos los ocho kilómetros iniciales (suele ser ya tradición la paradita a esta distancia), nos encontraremos con la curiosa fuente de Villamayor de Monjardín.
En realidad la parada la hemos hecho cuatrocientos metros antes, exactamente en la llamada "Fuente de los Moros", un aljibe medieval con doble arco de entrada.
Aquí, los autores de este blog en sombra.
Y el merecido descanso, con naranja y chocolate incluido.
A partir de este punto y hasta doce kilómetros más tarde, en Los Arcos, ya lo advierte la guía, no hay nada.
En realidad hay una fuente (última posibilidad de coger agua) y diez kilómetros sin población alguna, tan sólo largas y monótonas pistas de concentración.
Allá vamos.
Lo que se dice silencio y soledad.
No hay problema. Estos constantes contrastes no sólo no nos importan, sino que, con el tiempo, te das cuenta de que resultan necesarios.
Forman parte del aprendizaje del peregrino en un viaje que es también hacia el fondo de uno mismo.
Entre cultivos de cereal y viñedos, cruzando los términos de La Cañada, Cogullo y Capanaldia. Al pie del camino, sólo un corral semiabandonado y después una ladera poblada de coníferas y un pequeño arroyo.
En Charconegro, la fuente del paso de Baurín, un ligero ascenso más tarde y por fín, se divisa a lo lejos, la población de Los Arcos.
Los Arcos será final de etapa para muchos peregrinos.
Nosotros simplemente hacemos una parada larga (merecida, aunque como ya nos vamos curtiendo no estamos tan cansados como en otras ocasiones, sobre todo yo, porque Simbad nunca se cansa) y comeremos aquí tan ricamente.
Parada especial en la plaza porticada de Santa María para admirar la iglesia del mismo nombre: románica, gótica, renacentista y barroca y es que, desde el siglo XII hasta el XVIII todo fueron reformas.
Nuestra jornada no ha terminado.
Continuaremos unos ocho kilómetros más para finalizarla en Torres del Río.
Para salir de Los Arcos cruzamos el puente sobre el río Odrón.
Una pista asfaltada nos lleva hasta el cementerio, cuya inscripción en la puerta, aún me persigue en sueños:
"Yo fui lo que tú eres, tú serás lo que yo soy"
La carretera se convierte en pista de tierra. De nuevo tiempo para meditar.
No hay problema, los últimos kilómetros del día serán placenteros. Casi sin darnos cuenta habremos dado con el desvío que nos conduce a Sansol, pueblo que tenemos a la vista desde mucho tiempo atrás, y de ahí a Torres del Río.
Total siete kilómetros más. ¿Qué es eso para unos veteranos como nosotros?
Las empinadas calles de Torres del Río, nos llevan hasta su albergue, al que nos dirigimos en primer lugar para dejar nuestras mochilas.
Seremos pocos peregrinos esta noche, para dormir en Torres del Río, ya que el albergue es pequeño (justo lo que queríamos, ya que a la gran mayoría la hemos dejado en "Los Arcos".
Coincidimos con algún peregrino que conocimos ayer en Estella, como César, el ejecutivo con estress, que ha convertido el camino en su terapia personal.
Pero, sobre todo en Torres del Río, nos espera descubrir su maravillosa iglesia octogonal (y ya van dos con Santa María de Eunate), la Iglesia del Santo Sepulcro.
Seguramente construida por la Orden del Santo Sepulcro a fines del siglo XII, su torre adosada pudo utilizarse como torre para guiar a los peregrinos.
Un vecino nos ha conseguido las llaves de la iglesia y hemos podido visitarla en solitario.
Al igual que nos había sucedido en Santa María de Eunate, tuvimos la sensación de estar en un lugar único y privilegiado, lleno de una energía especial que nos hacía sentir bien.
Impregnados de espiritualidad abandonamos un lugar que tampoco olvidaríamos y tras cenar muy frugalmente con nuestras provisiones, la noche termina con una improvisada tertulia peregrina en el que compartimos nuestra experiencia con los demás, como un grupo de viejos amigos que se reencuentra y charla de sus cosas.
Hemos llegado a ese momento del camino, en el que este, poco a poco, nos va haciendo suyos y nos reconocemos como peregrinos,que caminan sin prisa porque nos hemos dado cuenta de que lo importante no es llegar a ninguna parte, sino estar aquí,
dispuestos para continuar.
Me gusta la frase con la que acabas el relato. Mi hermano hizo el camino francés y me contaba jornadas de puro camino sin ver más que vereda y cielo, como bien dices, tiempo para meditar. De nuevo preciosas fotos de paisaje verde, que tanto nos llama la atención a los sureños, y preciosas fotos de románico. Estaré atenta a las siguiente entradas ¿Qué tal los pies? Un abrazo!
ResponderEliminar¡Hola guapa! Acabo de llegar, como quien dice, de las vacaciones de Semana Santa y he colgado esta etapa, que la tenía pendiente, aún queda otra para finalizar el camino por Navarra y descansamos del jacobeo (de momento). En este tramo pasé momentos complicados, pero los pies no fueron problema (sólo una ampolla), creo que hice más kilómetros de los que realmente podía hacer y hay que respetar los propios límites. Un abrazo y visito tu blog en breve.
ResponderEliminarHola chicos,
ResponderEliminarTe escribo desde la Libreta Viajera para ver si os podeis poner en contacto conmigo en mi mail:
libretaviajera@gmail.com
No es spam ;-), es porque creo que sois de Zaragoza y estamos organizando una quedada....
Si me escribis y os apetece os cuento.
Un abrazo
Gracias por tu visita Cool. Sí, somos de Zaragoza y por supuesto, te escribiremos.
EliminarUn abrazo para ti.