Solemos hacer una pequeña escapada para el puente de la Constitución. Este año ha sido tan breve, que casi no nos hemos dado ni cuenta. Nuestro destino ha sido una bella ciudad del sur. Lejana y sola, que diría el poeta, hemos visitado Córdoba, enamorándonos de sus calles y su luz. De sus dejes y colores. De la Córdoba que fue y la que hoy nos recibe en la antesala de una Navidad, que engalana avenidas y patios.
Nos ha sabido a poco, pero hemos intentado aprovechar con intensidad las pocas horas de que disponemos para conocer mejor esta ciudad privilegiada, cruce de culturas, tan enigmática como hermosa. Córdoba.
Datos prácticos.
Aprovechamos el Ave que sale desde Zaragoza, nuestra ciudad y nos deja en Córdoba en aproximadamente tres horas. Nos alojamos por dos noches en el Hostal Alcázar, en el Barrio de San Basilio, pleno centro histórico. Su amable dueño, nos proporciona un bonito apartamento en lugar de la habitación cuádruple (viajamos con dos niñas) que hemos contratado por la propia página web del hotel. Relación calidad precio, inmejorable. Tenemos también la oportunidad de desayunar en el bonito patio del establecimiento, así es que recomendable cien por cien. Aquí está el enlace a la página web.
Como llegamos más bien tarde, no tenemos tiempo más que de dejar nuestras cosas en el hostal y marchar rápidamente a tomar algo para cenar. Empezamos a ver bellas estampas cordobesas que no serán más que un preludio de lo que nos espera mañana.
7 de diciembre de 2013
A las ocho y media de la mañana, tras haber desayunado estupendamente en el hostal, estamos en la puerta de la mezquita aprovechando el horario de gratuidad hasta las nueve y media.
Seguimos la recomendación de nuestro anfitrión, Fernando, que nos aconseja hacerlo así, porque más tarde se pone hasta arriba de gente. Desde luego, tan excelso monumento se merece visita más pausada, pero solo tenemos un día y muchas cosas que ver.
Uno de los monumentos más asombrosos del mundo. Llegaría a considerase el santuario más importante de todo el Islam en Occidente, en una época en la que Córdoba era la capital de Al-Andalus.
Entrar en la mezquita es un viaje en el tiempo y una oportunidad única para comprender la historia de Córdoba y de España.
Levantada en el año 785 con materiales de derribo romanos y visigodos, fue ampliada tres veces hasta su configuración final en el año 987.
En su interior, un bosque de columnas nos rodea, evocando los troncos de las palmeras en un exótico paisaje.
Un espacio interior aéreo, dinámico, con pasadizos visuales que se abren en cualquier dirección.
Con la conquista de la ciudad por Fernando III, la mezquita se convirtió en catedral cristiana y, desde entonces se inician reformas adicionando capillas y otros elementos cristianos.
Más adelante fueron los Reyes Católicos quienes permitieron la construcción de una Capilla Mayor y en el siglo XVI, con Carlos V, se edificó la actual catedral cristiana.
Tan increíble debió de parecerles la belleza de su interior, sobre todo a partir de la ampliación de Al-Hakem II, que decidieron respetarla creando una fusión de estilos que van desde el Gótico tardío, al Renacimiento y Protobarroco.
Fue en el pleno esplendor del Califato, cuando la Mezquita Aljama recibirá su principal ampliación, tan original, que hará que Córdoba sustituya a Damasco como referencia.
Obra única, tanto por los materiales trabajados, como por la presencia de artistas bizantinos enviados por el emperador cristiano Nicéforo Focas, que también regaló los mosaicos utilizados en la construcción del mihrab o espacio sagrado.
Quedó dicho en el inicio de esta entrada, esta maravilla no se merece una visita tan apresurada, pero sólo vamos a estar aquí un día, así es que llegada la hora de marcharnos, porque va a dar comienzo a la misa, lo hacemos con cierta resignación.
Muchas cosas que ver nos esperan.
En las inmediaciones de la Mezquita, Alfonso XI hizo construir el Alcázar de los Reyes Católicos.
Hacia allí nos dirigimos ahora.
Levantado sobre restos de villas romanas (Julio César residió allí en el 65 a Xto) y árabes, lo que más nos llama la atención es saber que aquí fue donde fue recibido en 1486 Cristóbal Colón, ante los Reyes Católicos, así como sede de la Inquisición.
Vamos a entrar.
Un aire regio se percibe al penetrar en las sobrias salas del conjunto, donde encontramos magníficas piezas arqueológicas, así como una colección de mosaicos romanos procedentes de la Plaza de la Corredera.
La solidez de sus muros, construidos para la defensa, se hace palpable en el imponente exterior. Nos trasladamos a épocas de combates y victorias.
Capítulos de la historia que se hacen palpables en lugares como el que estamos ahora.
Fue la conquista castellana la que hizo surgir la necesidad de fortificar la zona que anteriormente había ocupado el antiguo alcázar musulmán, y sin embargo, toda una explosión para la sensualidad, es la que nos encontramos cuanto nos adentramos en los exquisitos jardines.
Debe de ser increíble pasear por aquí en primavera, si resulta tan delicioso hacerlo en pleno invierno. Grandes estanques y muchas fuentes, convierten este lugar en un oasis de paz.
Eso sí, ante la presencia de Los Reyes Católicos.
No nos cansamos de estar aquí, la temperatura nos acompaña, y nos recreamos en todos los detalles que encontramos a nuestro paso.
Pero tenemos un solo día y un poco más, y hemos de continuar camino.
Una delicia para nosotros, pasear por toda la zona anexa a la Mezquita. Callejeamos sin rumbo entre casitas bajas con su reborde de color albero, tan característico de aquí.
Menciones en las paredes a las rejas y los balcones, a la belleza de unos patios que se adivinan, pero que no vamos a tener la oportunidad de ver en su esplendor. Hay que venir a Córdoba en Mayo, nos han dicho, pero se viene cuando se puede.
Será que no estamos acostumbrados, pero le encontramos encanto a cualquier rincón.
Nuestros pasos nos llevan ante las sólidas murallas de Córdoba y el siguiente recorrido nos conducirá hasta uno de sus espacios más visitados.
El Barrio conocido como la Judería fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1994 y se extiende desde el entorno de la Mezquita-Catedral, hasta los límites de la llamada Puerta de Almodóvar.
"Calles estrechas y laberínticas con numerosas plazas escondidas en los incontables recodos, que sorprenden a los viajeros"
La sinagoga es muy pequeñita y está repleta de gente, así es que no nos demoramos mucho y nos perdemos ahora por el llamado Zoco Municipal, un recinto donde en talleres de diversa índole, artesanos fabrican ante los ojos de los espectadores sus productos.
También hay muchas tiendas con atractivos productos en las que es imposible pasar de largo sin curiosear.
Otro bonito rincón al que llegar es la plaza de Tiberiades, con la conocida escultura del filósofo y médico judío Maimónides.
Pero sin duda y abstrayéndose de todos los turistas que abarrotan la judería, lo más bonito es perderse con la mirada bien atenta a los detalles que salen a nuestro encuentro.
Callejones estrechos, encalados, con sus macetas con flores en patios y balcones, como el lugar en que nos encontramos ahora, la muy típica "Calleja de las Flores".
Como estamos rodeando la mezquita, aprovechamos para contemplar sus exteriores con más detenimiento.
Suenan las campanas y ahora la calle, esta mañana desierta, está llena de gente que viene y va.
Nosotros vamos necesitando hacer un descanso y lo haremos también en un lugar de lo más típico: la "Taberna Santos", su especialidad, la tortilla de patatas, que acompañamos con unas cervezas y aguas para las peques, y que no sabemos si es la mejor de Córdoba (como dicen) pero que nos sabe a gloria.
Aquí nos quedamos de momento, porque nuestro día en Córdoba no ha terminado y lo seguiremos contando.
Nos ha sabido a poco, pero hemos intentado aprovechar con intensidad las pocas horas de que disponemos para conocer mejor esta ciudad privilegiada, cruce de culturas, tan enigmática como hermosa. Córdoba.
Datos prácticos.
Aprovechamos el Ave que sale desde Zaragoza, nuestra ciudad y nos deja en Córdoba en aproximadamente tres horas. Nos alojamos por dos noches en el Hostal Alcázar, en el Barrio de San Basilio, pleno centro histórico. Su amable dueño, nos proporciona un bonito apartamento en lugar de la habitación cuádruple (viajamos con dos niñas) que hemos contratado por la propia página web del hotel. Relación calidad precio, inmejorable. Tenemos también la oportunidad de desayunar en el bonito patio del establecimiento, así es que recomendable cien por cien. Aquí está el enlace a la página web.
Como llegamos más bien tarde, no tenemos tiempo más que de dejar nuestras cosas en el hostal y marchar rápidamente a tomar algo para cenar. Empezamos a ver bellas estampas cordobesas que no serán más que un preludio de lo que nos espera mañana.
7 de diciembre de 2013
A las ocho y media de la mañana, tras haber desayunado estupendamente en el hostal, estamos en la puerta de la mezquita aprovechando el horario de gratuidad hasta las nueve y media.
Seguimos la recomendación de nuestro anfitrión, Fernando, que nos aconseja hacerlo así, porque más tarde se pone hasta arriba de gente. Desde luego, tan excelso monumento se merece visita más pausada, pero solo tenemos un día y muchas cosas que ver.
Entrar en la mezquita es un viaje en el tiempo y una oportunidad única para comprender la historia de Córdoba y de España.
Levantada en el año 785 con materiales de derribo romanos y visigodos, fue ampliada tres veces hasta su configuración final en el año 987.
En su interior, un bosque de columnas nos rodea, evocando los troncos de las palmeras en un exótico paisaje.
Un espacio interior aéreo, dinámico, con pasadizos visuales que se abren en cualquier dirección.
Con la conquista de la ciudad por Fernando III, la mezquita se convirtió en catedral cristiana y, desde entonces se inician reformas adicionando capillas y otros elementos cristianos.
Más adelante fueron los Reyes Católicos quienes permitieron la construcción de una Capilla Mayor y en el siglo XVI, con Carlos V, se edificó la actual catedral cristiana.
Tan increíble debió de parecerles la belleza de su interior, sobre todo a partir de la ampliación de Al-Hakem II, que decidieron respetarla creando una fusión de estilos que van desde el Gótico tardío, al Renacimiento y Protobarroco.
Fue en el pleno esplendor del Califato, cuando la Mezquita Aljama recibirá su principal ampliación, tan original, que hará que Córdoba sustituya a Damasco como referencia.
Obra única, tanto por los materiales trabajados, como por la presencia de artistas bizantinos enviados por el emperador cristiano Nicéforo Focas, que también regaló los mosaicos utilizados en la construcción del mihrab o espacio sagrado.
Quedó dicho en el inicio de esta entrada, esta maravilla no se merece una visita tan apresurada, pero sólo vamos a estar aquí un día, así es que llegada la hora de marcharnos, porque va a dar comienzo a la misa, lo hacemos con cierta resignación.
Muchas cosas que ver nos esperan.
En las inmediaciones de la Mezquita, Alfonso XI hizo construir el Alcázar de los Reyes Católicos.
Hacia allí nos dirigimos ahora.
Levantado sobre restos de villas romanas (Julio César residió allí en el 65 a Xto) y árabes, lo que más nos llama la atención es saber que aquí fue donde fue recibido en 1486 Cristóbal Colón, ante los Reyes Católicos, así como sede de la Inquisición.
Vamos a entrar.
Un aire regio se percibe al penetrar en las sobrias salas del conjunto, donde encontramos magníficas piezas arqueológicas, así como una colección de mosaicos romanos procedentes de la Plaza de la Corredera.
Espectaculares vistas del conjunto y de lo que se vislumbra de la ciudad de Córdoba, nos esperan al subir hasta lo alto de las torres del Alcázar.
La solidez de sus muros, construidos para la defensa, se hace palpable en el imponente exterior. Nos trasladamos a épocas de combates y victorias.
Capítulos de la historia que se hacen palpables en lugares como el que estamos ahora.
Eso sí, ante la presencia de Los Reyes Católicos.
No nos cansamos de estar aquí, la temperatura nos acompaña, y nos recreamos en todos los detalles que encontramos a nuestro paso.
Pero tenemos un solo día y un poco más, y hemos de continuar camino.
Una delicia para nosotros, pasear por toda la zona anexa a la Mezquita. Callejeamos sin rumbo entre casitas bajas con su reborde de color albero, tan característico de aquí.
Menciones en las paredes a las rejas y los balcones, a la belleza de unos patios que se adivinan, pero que no vamos a tener la oportunidad de ver en su esplendor. Hay que venir a Córdoba en Mayo, nos han dicho, pero se viene cuando se puede.
Será que no estamos acostumbrados, pero le encontramos encanto a cualquier rincón.
Nuestros pasos nos llevan ante las sólidas murallas de Córdoba y el siguiente recorrido nos conducirá hasta uno de sus espacios más visitados.
El Barrio conocido como la Judería fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1994 y se extiende desde el entorno de la Mezquita-Catedral, hasta los límites de la llamada Puerta de Almodóvar.
"Calles estrechas y laberínticas con numerosas plazas escondidas en los incontables recodos, que sorprenden a los viajeros"
En la calle Judíos está la Sinagoga, auténtica joya entre los monumentos de la ciudad.
La Sinagoga de Córdoba es una de las tres que hoy quedan en España y única en Andalucía.
La sinagoga es muy pequeñita y está repleta de gente, así es que no nos demoramos mucho y nos perdemos ahora por el llamado Zoco Municipal, un recinto donde en talleres de diversa índole, artesanos fabrican ante los ojos de los espectadores sus productos.
También hay muchas tiendas con atractivos productos en las que es imposible pasar de largo sin curiosear.
Pero sin duda y abstrayéndose de todos los turistas que abarrotan la judería, lo más bonito es perderse con la mirada bien atenta a los detalles que salen a nuestro encuentro.
Callejones estrechos, encalados, con sus macetas con flores en patios y balcones, como el lugar en que nos encontramos ahora, la muy típica "Calleja de las Flores".
Como estamos rodeando la mezquita, aprovechamos para contemplar sus exteriores con más detenimiento.
Suenan las campanas y ahora la calle, esta mañana desierta, está llena de gente que viene y va.
Nosotros vamos necesitando hacer un descanso y lo haremos también en un lugar de lo más típico: la "Taberna Santos", su especialidad, la tortilla de patatas, que acompañamos con unas cervezas y aguas para las peques, y que no sabemos si es la mejor de Córdoba (como dicen) pero que nos sabe a gloria.
Aquí nos quedamos de momento, porque nuestro día en Córdoba no ha terminado y lo seguiremos contando.