Puente la Reina de Jaca - Artieda
El Camino nos llevará a conocer un Aragón despoblado e inhóspito. Será una ruta solitaria, una vez más, pero impregnada de autenticidad. Nos gustará recorrerla. El punto de partida es Puente la Reina de Jaca. De aquí nos fuimos y aquí, a pie del río Aragón, comenzaremos a andar.
Una mañana envuelta en la bruma. El amanecer está demasiado reciente. Hemos desayunado junto a unos cazadores en un pequeño bar de Puente la Reina. Un milagro que estuviera abierto a estas horas. Nuestra indumentaria y, sobre todo, la vara de peregrinos nos delata. Nos despedimos con una sonrisa y cada uno, va a cumplir su objetivo, el que nos ha puesto en pie a tan tempranas horas.
Desde Puente la Reina de Jaca, las opciones son dos, derecha e izquierda. Nosotros optamos por la segunda, porque la primera, desde Yesa, a pesar de que nos llevaría hasta el Castillo de Javier (eso hace que muchos la elijan), transcurre en muchos de sus tramos por la carretera. Eso hace que, sin dudarlo, hayamos optado por la ruta que discurrirá a la izquierda del río Aragón. De momento seguimos por la carretera de Huesca, abandonándola pronto por una vía pecuaria. Seguidamente, ascendemos por un estrecho sendero para desviarnos hasta el pequeño pueblo de Arrés.
Dicen que en Arrés hay una iglesia y un castillo unidos por un lienzo de muralla. También una torre rectangular. También dicen que son cuatro los habitantes censados.
Nosotros nos acercamos a curiosear un poco. De paso, saludamos a unos cuantos amigos del Camino en el Albergue de Arrés. Todavía no estaba acabado y los voluntarios, de Zaragoza y Jaca, están trabajando para ponerlo en marcha cuando antes. Nos reciben con simpatía. Es bueno saber que la ruta aragonesa cuenta, cada vez, con mejor infraestructura para el peregrino. A veces constituía un problema no tener ningún albergue en determinados tramos. Ni albergue ni hostal, ni lugar alguno en el que quedarte. Parece que las cosas han cambiado.
Si para llegar hasta Arrés hemos tenido que subir, el sendero ahora nos lleva en fuerte descenso. El panorama irá cambiando poco a poco. El sol ha ido haciendo su aparición y el paisaje (Arrés ha quedado allá, a lo alto) ofrece una bonita estampa.
Parece que llegamos a un lugar conocido como "La Pardina de Solano" o sus inmediaciones. En cualquier caso atravesamos terrenos de explotación agro-ganadera. Es una sorpresa encontrarnos con unos nuevos amigos a los que nos detenemos a saludar.
Un campo verde y ocre, llano, muy llano, se extiende ante nosotros. Nada que ver con las etapas pasadas. Atrás dejamos bosques y nieves. La única nieve que podemos ver, porque el día está despejado, es la de los picos de la cordillera pirenaica, que quedan al fondo, entre neblinas, pero al alcance de nuestros ojos.
Recordaremos este camino más adelante, en las etapas castellanas. Lo llamaremos paisaje "zen", por su esencialidad, aunque también podemos divisar el territorio arbolado de la Sierra de Orba.
Y más adelante, lo que nosotros daremos en llamar "el pequeño Llhasa" (andamos a vueltas con los términos orientales), que no es otra cosa que el pueblo de Berdún, que queda elevado sobre un cerro.
La verdad es que esta es una imagen que nos encanta:
Pasado el pequeño núcleo de Martes, en el que no nos detenemos, dejaremos la provincia de Huesca y la comarca de la Jacetania para adentrarnos en territorio zaragozano. De nuevo asistimos a una sorprendente transformación del terreno. La erosión y el paso del tiempo han configurado un paisaje peculiar.
Cruzaremos el llamado "Barranco de Calcones", y pisaremos algo de agua. Dicen que en el siglo XI, aquí estaba el límite de los reinos de Aragón y Navarra.
Tal vez tengan razón quiénes dicen que este es un camino duro y sin atractivos. Pero a nosotros nos parece que ofrece el contraste necesario con las anteriores rutas para comprender mejor la experiencia, nuestra experiencia como peregrinos, que va más allá de la mera contemplación.
Cuando pasamos por aquí ya nos gustó y con el paso del tiempo es una de las etapas más valiosa y entrañable. El camino de nuevo asciende a la meseta.
¿Alguien puede decir que no es esta una bella imagen?
Algún cartel indicador, de los que siempre se agradecen, nos indica que vamos por el camino adecuado. Se agradecen, porque tanta es la soledad que sentimos, que cualquier pequeña señal nos hace sentirnos algo más acompañados.
En breve haremos un pequeño descanso, sí, en ese pueblo que vemos al fondo, el que señala la flecha: Mianos.
Mianos se halla sobre un altozano, con el río Aragón al norte y está enclavada en la comarca zaragozana de La Canal de Berdún.
Nos cuesta llegar hasta arriba y es que llevamos caminando muchas horas haciendo brevísimas paradas. Estamos deseando parar un rato.
Llegamos hasta la parte más alta de la localidad. Mianos, tuvo en tiempos tradición jacobea, aunque hoy quede fuera de la ruta.
A nosotros nos pareció un bonito lugar.
Y como hemos llegado hasta muy arriba, las vistas resultan impresionantes desde aquí...
Conforme avanzamos, a veces tropezamos con estructuras naturales que damos en llamar Patas de Elefante. Son colinas devoradas por la erosión que nos hacen pensar en la superficie de la Luna.
En realidad hoy no vamos a hacer demasiados kilómetros, desde Puente la Reina de Jaca, serán unos veinte y de Mianos a Artieda, que será nuestro destino final por hoy, menos de cuatro.
Artieda se levanta sobre una pequeña colina y hacia allí, cayendo ya la tarde, nos dirigimos para pasar la noche.
Finalizamos la jornada a un paso del pantano de Yesa. Mañana seguiremos recorriendo un camino intenso y reconfortante, lejano de esos injustos epítetos que lo describen como una etapa poco atractiva. Realmente hay pocas etapas como ésta, que nos acerquen tanto al lejano pasado en que otros antes que nosotros enfilaron sus pasos hacia Santiago de Compostela...