Eso sí, esta vez no nos moveremos de la llamada "ciudad baja" en Bérgamo.
La visión más moderna de la bella ciudad lombarda.
Con mucho menos interés que la "ciudad alta", es verdad, pero bien vale la pena perderse por sus calles y descubrir sus rincones.
Así lo hacemos, de manera algo desordenada. Dejándonos llevar y disfrutando de la mañana soledad que nos depara el primer día de julio.
Acercándonos hasta alguno de sus vetustos edificios en cuyos balcones ondea la bandera italiana.
Curioseando por sus tiendas, sintiendo una especial predilección y debilidad por las librerías.
No sabemos muy bien qué es lo que estamos viendo ni pretendemos hacer un recorrido monumental. Si ayer disfrutábamos de una parte de Bérgamo extremadamente turística y como de museo, hoy, vemos un Bérgamo real, no tan bello pero con el encanto de la autenticidad.
No hay demasiados visitantes por esta parte, que los propios habitantes de Bérgamo llenan con su día a día.
Nuestra sensación es que se trata de una ciudad en la que vivir debe de resultar muy cómodo.
No demasiado grande ni demasiado pequeña, con los servicios adecuados. Tampoco excesivamente ruidosa, (y aquí nos acordamos de la más que bulliciosa Nápoles, que conocimos a fondo en un pasado viaje) y aunque, como en el resto de Italia, las motos son un elemento que forma parte del paisaje urbano, no nos cabe ninguna duda:
Bérgamo es una ciudad tranquila.
... de los que vemos salir a algún que otro ejecutivo.
Antes de dejar esta zona, fotografiamos una curiosa fuente que llama nuestra atención.
Una de las calles más importantes de la ciudad baja es la "viale Papa Giovani XXIII" que lleva hasta la estación. Una torre con reloj forma parte de la silueta característica de la zona, aunque hoy la encontramos en plena reparación.
Compramos unos trozos de pizza y unas bebidas y, acomodándonos en este apartado rinconcito, junto a una fuente, cumplimos nuestro objetivo. Recordamos con nostalgia la maravillosa pizza de "Il Fornaio".
Hay veces que las comparaciones son odiosas.
LLegó el momento de marchar y no lo hacemos sin una cierta nostalgia.
Hemos disfrutado de Bérgamo y nos vamos contemplando una de sus más bellas perspectivas, la que nos lleva desde la ciudad baja hasta la ciudad alta, que la corona, ofreciéndonos su imagen más característica.
Se acabó la primera parte de nuestras vacaciones, la parte viajera, que es la más emocionante y divertida. Aunque nuestros viajes son humildes, a nosotros nos hace falta poco para sentirnos grandes exploradores.
Otro viaje para recordar en los largos días de invierno.
Otro viaje para recordar en los largos días de invierno.
¡Hasta pronto Bérgamo!
¡Ciao, Italia!
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