14 de Julio de 2013
Más tarde de lo que
yo hubiera querido, salimos de
Heralkleio dirección Knossos, donde llegamos aproximadamente a las 9 de la mañana
y encontramos de momento, pocos turistas en las taquillas.
Nos disponemos a
hacer la visita por libre (conscientes de que sería mejor una visita guiada, pero nuestras hijas de once y trece años no parecen demasiado interesadas..) sirviéndonos de un pequeño plano y de mi guía.
También tenemos en la cabeza la mitología griega, que nos habla del mito de Teseo y
el Minotauro y de un legendario palacio que incluía un peligroso laberinto.
Resulta que llega
un tal Evans, británico, que logra que el mito no lo sea tanto, descubriendo
lo que queda de aquel viejo palacio que gobernaba el rey Minos. Sería por 1900 y la restauración de
Evans fue muy criticada, por el excesivo uso del cemento en su reconstrucción.
Nosotros, que no somos expertos, no lo vimos tan terrible y disfrutamos
bastante de esta visita al lugar más turístico de toda Creta.
Knossos y otros palacios minoicos, se fundaron alrededor de 1900 a de Cristo y fueron destruidos y reconstruidos en varias ocasiones.
Bajo un sol de justicia a primera hora de la mañana, vamos viendo los
diferentes espacios del palacio. Una ligera brisa atenúa el agobio (menos mal).
Pero ¿dónde está el laberinto? nos preguntamos todos al entrar. La única respuesta posible es que todo el palacio era un laberinto.
Esa disposición y la riqueza de los tesoros hallados en el interior, fue lo que hizo que Evans pensara en Minos y su minotauro, llamando “minoica” a la cultura recién descubierta.
Los lugares en los que la gente se detiene más son las habitaciones del rey Minos, con su trono
original.
También en aquellas habitaciones en que aparecen frescos que dan un gran colorido al lugar.
Aunque en alguna ocasión, el protagonismo se lo llevaron unos pajarillos que nos observaban plácidamente desde su nido.
Son muchos y diferentes espacios que apenas podemos identificar, pero que nos hacen tener una idea del esplendor de esta cultura milenaria, que recordamos de nuestros libros escolares como la antesala a la cultura griega.
Nos pesa no poder comprender mejor lo que significa estar aquí, pues resulta difícil abstraerse rodeados de turistas que como nosotros, intentan atisbar una mínima parte de lo que fue.
Nos pesa no poder comprender mejor lo que significa estar aquí, pues resulta difícil abstraerse rodeados de turistas que como nosotros, intentan atisbar una mínima parte de lo que fue.
Como hicimos una visita un tanto anárquica, llegamos casi al final a la entrada norte con su toro embistiendo.
o hasta los grandes cuernos del susodicho toro en los que casi había que guardar fila para hacer una de las fotos más típicas.
Nos cuesta un poco más encontrar las habitaciones de la reina, algo escondidas y casi no aptas para la fotografía, pues hay un cristal protector tras el que podemos contemplar el fresco de los delfines, tan curioso.
A la hora que nos
marchamos, hay ya una auténtica aglomeración de gente. El consejo a seguir es llegar
pronto y mejor a la hora de apertura que es a las ocho, para hacer la visita con
tranquilidad.
Ha sido una hermosa visita, posiblemente la más emblemática (a pesar de lo turística) de la isla de Creta y sé que me gustará recordar mi paso por el legendario palacio de un Rey, del que se dice que tenía un laberinto que albergaba en su interior un fiero minotauro.
Knossos es pura leyenda.
Ha sido una hermosa visita, posiblemente la más emblemática (a pesar de lo turística) de la isla de Creta y sé que me gustará recordar mi paso por el legendario palacio de un Rey, del que se dice que tenía un laberinto que albergaba en su interior un fiero minotauro.
Knossos es pura leyenda.
Vamos a continuación, siguiendo ya ruta para nuestro siguiente lugar de estancia, Chania, a hacer una pequeña parada en un pueblo que se encuentra a escasos kilómetros de aquí: Fodele, cuya singularidad es ser el lugar de nacimiento de “El Greco”.
Tomamos un refresco en una taberna antes que nada (1,50 € cada uno) para quitarnos el acaloramiento y nos vamos a la búsqueda de la casa natal de Domenico (aunque en la guía leo que no es seguro que naciera aquí) y la iglesia bizantina que está frente a la casa.
De paso paseamos un poco por el pueblo que tampoco tiene nada de particular, pero que nos deja unas cuantas imágenes agradables a nuestro paso.
Al final resulta que los dos lugares que buscamos, están bastante lejos del pueblo, así es que volvemos a por el coche para no darnos la caminata y hacemos una visita breve, ya que no entramos a la casa, de este sencillo lugar que tiene como principal reclamo la figura del genial pintor, a pesar de todo español, “El Greco”.
Sí que entramos a la muy hermosa iglesia bizantina, que según nuestra guía data del siglo XV.
Estas pequeñas iglesias situadas en cualquier paraje, nos maravillaron en Rodas y vuelven a hacerlo aquí, convirtiéndose en una referencia, para nosotros, de las islas griegas, junto con el azul intenso del mar.
Tenemos algunas provisiones para hacer una comida tipo “pic-nic”, y como va siendo la hora, decidimos buscar una playa cercana y darnos ese baño que todos (sobre todo algunas) están demandando hace ya un buen rato.
Vamos bordeando la costa norte, así es que simplemente fijándonos en las posibles salidas a playas, nos metemos en la primera que encontramos, que se llama “Mina” o algo así y que no se caracteriza por sus aguas cristalinas como la del pueblo “Agia Pelagia” en la que estuvimos ayer. Al contrario, tiene una entrada con arena oscura y algas. Por lo menos tiene arena.
Cuando estamos casi hartos de playa seguimos viaje a Chania, por la autovía norte. No hay grandes distancias en Creta, pero hay que acostumbrarse a la peculiar manera de conducir aquí, ya que lo hacen casi siempre por el arcén. Sí, literalmente. Eso hace que los adelantamientos se hagan por el carril, sin demasiado respeto por el vehículo que viene de frente, que posiblemente también avanza por el arcén y al final hay una política de “cabemos todos” que a nosotros, nada acostumbrados a esto, nos da auténtico horror, pues llegamos a ver adelantamientos casi a dos bandas y sin importar lo que tengas delante.
También nos dieron algún susto adelantándonos a nosotros de improviso. Lo único positivo es que no van demasiado deprisa, es una conducción tranquila, que da tiempo a reaccionar ante pequeñas “sorpresas”.
Chania, es la
ciudad más bonita de Creta. Eso dicen.
Lo primero será buscar el apartamento que hemos alquilado. A ver si hay más suerte que con el hotel de ayer, que no nos gustó mucho. (Castell en Herakleio).
Nuestro alojamiento está en pleno casco histórico, muy cerca del puerto: los apartamentos Irini, son una buena opción, aunque el aire hippie que se gastan, tal vez no guste a todo el mundo.
Lo primero será buscar el apartamento que hemos alquilado. A ver si hay más suerte que con el hotel de ayer, que no nos gustó mucho. (Castell en Herakleio).
Nuestro alojamiento está en pleno casco histórico, muy cerca del puerto: los apartamentos Irini, son una buena opción, aunque el aire hippie que se gastan, tal vez no guste a todo el mundo.
Como nosotros somos un poco “mochileros” no hay problema.
La dueña nos recibe con una amplia sonrisa y tras darnos la información habitual, nos deja a nuestras anchas en el apartamento, más bien piso, en el que pasaremos dos noches.
Dos habitaciones, una cocina y un balcón exterior que incluye una pasarela a una terraza con emparrado e incluso una hamaca de esas que se cuelgan en una barra, que hace las delicias de las menores.
Estas son nuestras primeras vistas de Chania desde la ventana de nuestro apartamento.
Queremos aprovechar lo que queda de día. Un baño nos deja como nuevos y listos para hacer una incursión, sobre todo, por la zona del puerto, la más famosa.
La dueña nos recibe con una amplia sonrisa y tras darnos la información habitual, nos deja a nuestras anchas en el apartamento, más bien piso, en el que pasaremos dos noches.
Dos habitaciones, una cocina y un balcón exterior que incluye una pasarela a una terraza con emparrado e incluso una hamaca de esas que se cuelgan en una barra, que hace las delicias de las menores.
Estas son nuestras primeras vistas de Chania desde la ventana de nuestro apartamento.
Queremos aprovechar lo que queda de día. Un baño nos deja como nuevos y listos para hacer una incursión, sobre todo, por la zona del puerto, la más famosa.
La antigua ciudad
de Kydonia, llamada “La Canea” por los venecianos, es también conocida como “La Venecia del este”. Situada al pie de
las montañas blancas, tiene un evocador puerto que te pide pasearlo de punta a
punta.
La hora mágica del
atardecer pone los restantes colores a un panorama mágico, si no fuera porque
hay turistas hasta debajo de las piedras, lo que no favorece demasiado la
magia.
Esperaremos a mañana para poder hacer un recorrido más completo de la ciudad. Ahora, sin rumbo fijo, nos
dedicamos a pasear y disfrutar del recorrido, aparte de evitar a las decenas de
camareros que nos ofrecen entrar a todos los restaurantes por los que vamos
pasando, lo que al final es un agobio.
Chania sí que nos recuerda más a la vieja
ciudad de Rodas, todo lo contrario que Herakleio, con ese aire tan
norteafricano que nos desconcertó.
Como tenemos que cenar, buscamos un lugar más adecuado a nuestros gustos y presupuesto, alejándonos del puerto, donde nos espera un laberinto de callejuelas con tiendas muy bonitas, en cada uno de sus rincones.
Cuando finalmente encontramos un lugar que nos gusta, resulta que tiene dos entradas y terminamos cenando en el mismo puerto, aunque no nos han avasallado para entrar ni nos han sugerido esto y lo otro. Somos adictos a la ensalada griega y al tzatziki (una especie de mezcla de yogur con pepino de sorprendente resultado) y esta vez decidimos añadir a lo anterior la “moussaka”. El problema es que mi hija pequeña no es muy partidaria de nuevos sabores y necesita alternativas más occidentales, así es que siempre tenemos que buscar lugares en los que podemos pedirle algo así como un sándwich mixto o un filete con patatas. Como tiene diez años, vamos a pensar que algún día cambiará y será algo más abierta en esto de la gastronomía.
Después de cenar seguimos nuestro paseo por la otra manga del puerto, atravesando muchos lugares de marcha, con veladores abarrotados y música más bien elevada. Nuestra hija mayor, ya preadolescente, está encantada. No ha abandonado su móvil ni su repertorio de música en ningún momento.
Y así llegamos hasta el final del puerto y nos quedamos un rato contemplando el panorama antes de volver a casa, imaginando lo maravilloso que sería ver esta estampa en soledad e imaginando que así es, sin turistas, sin músicas, sin vendedores, sólo nosotros escuchando el suave sonido de las olas y dejándonos arrullar por su ritmo pausado, tan evocador y cadencioso. Tan lejano de la realidad que nos acompaña a pocos metros de aquí.
Continuará...
Qué bonita Creta, tendremos que ir, tenemos hasta la guía, solo falta el tiemp...
ResponderEliminarSaludos viajeros
El LoBo BoBo
Pues esa guía Anaya de tu amigo, por la información que daba en su blog, tiene que estar muy bien, con unos recorridos diferentes a los habituales. También a nosotros nos falta el tiempo y nuestra capacidad económica es más bien limitada, pero eso lo que hay. Muchos saludos y gracias por pasarte por aquí.
ResponderEliminarAhhh Cnossos, el mítico palacio...a nosotros nos gustó, independientemente de la restauración de Evans, estar en un lugar tan importante de la antigüedad siempre es un subidón; son sitios llenos de energía, o al menos eso es lo que yo siento, aparte de una emoción importante. A mí Chaniá me encantó, el atardecer en el puerto es espectacular. La hamaca de vuestra casita tiene muy buena pinta. Un beso y sigo pendiente de vuestras andanzas cretenses.
ResponderEliminarYa me acuerdo de esas preciosas fotografías del atardecer en el puerto de Chaniá, no logramos ver algo tan hermoso. También nos gustó la ciudad, pero tanto turista nos agobio un poco, a los mayores sobre todo. Un poco vendida la isla al turismo, esa fue mi impresión, pero bueno, tal vez sea lógico con la situación económica del país. Tuvimos un alojamiento muy divertido y los dueños eran muy hippies, eso estuvo muy bien. Te sigo por la India. Muchos besos.
ResponderEliminarNo conozco nada de Grecia y me está encantando viajar con vosotros por Creta. Hasta me parece saborear algún plato como el tzatziki, que por los ingredientes debe ser como el tarator búlgaro.
ResponderEliminarSeguiré leyendo los relatos porque es un lujo viajar con vosotros.
Un saludo!
Un montón de gracias por tu amable comentario. El tzatziki es una salsita refrescante a base de yogur que yo intento hacer todos los veranos :-) No termino de coger el punto, la de los griegos es sublime.
ResponderEliminarMuchos besos.