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Después de un largo camino, siempre es agradable conversar... aunque hay veces que el silencio es más sugerente.

martes, 6 de septiembre de 2011

Vacaciones en Rodas V


Kamiros - Ruta por el interior - El Palacio del Gran Maestre.

27 de Junio de 2011


Por más que nos proponemos madrugar y salir tempranito, lo cierto es que no hay manera de conseguirlo. Bueno, estamos de vacaciones y la verdad es que el destino estrella de este año, Rodas, ha resultado acertado.


Hoy haremos una visita destacada en Rodas. El sitio arqueológico de Kamiros, una de las tres ciudades perdidas de la antigua Rodas, junto con Yalissos y Lindos. Kamiros es la más importante de las tres. Tanto, que ha sido llamada la “Pompeya griega”. En realidad no tiene nada que ver con los desgraciados pompeyanos que perecieron bajo las cenizas del Vesubio. Los habitantes de Kamiros , simplemente, dejaron la ciudad para ir a Rodas.


Para ir a Kámiros tenemos que dirigirnos 34 km al sur y hacia la costa oeste de Rodas. Por lo que voy viendo, más bonita y salvaje que la costa este, mucho más frecuentada por el turismo.


La visita se hace con facilidad, aunque en la entrada no te dan ni un triste plano. Tan solo unas placas que te indican lo que están viendo. Menos mal que yo siempre voy con la guía a cuestas, para enterarme un poco más de las cosas.


Hay que decir que tenemos un percance, nada más llegar, con la batería de la cámara y las fotos que pudimos hacer serán con una de las cámaras que llevan nuestras hijas (ellas también llevan cámaras, que en realidad, son las antiguas de mi marido, que las van heredando) así es que las fotos no sé si son muy allá. Se hizo lo que se pudo.


La ciudad antigua alcanzó su cenit en el siglo VI a C. Como otros lugares también fueron muy destruidos sus restos por los terremotos y sólo quedó reconocible su trazado.




Se va pasando por el ágora, con los restos de un templo dórico, el depósito de agua, mercado, las viviendas, baños públicos,





hasta subir finalmente a la acrópolis con lo que queda del Templo de Atenea.


Sopla una ligera brisa. El recinto es pequeño y lo recorremos con facilidad.


Aunque es el entorno lo que da una belleza magnífica al lugar.
Imposible encontrar un lugar tan bonito, tan sugerente, todo él rodeado por el mar. Me pregunto por qué la abandonaron.


Visto Kámiros, tenemos intención de cambiar de lado de isla y volver hacia el este, a la hermosa playa de Tsambika, con sus aguas cristalinas y su arena dorada. Pero aprovechando donde estamos, sugiero hacer una pequeña ruta por el interior.

Partiendo de Kalabarda en el oeste, llegaremos a Kolymbia en el este.
De costa a costa.

Así lo hacemos encontrándonos con un paisaje en el que abundan los bosques de pinos y pueblos pintorescos del interior.


Así llegamos a un lugar llamado PROFITI ILIAS, situado en la cima de una colina del mismo nombre en el que debido a la altura del lugar casi hay que ponerse la chaqueta.


En el lugar hay dos hoteles idénticos, de construcción italiana, que responden al nombre de “Elafos” (ciervo) y “Elafina” (cierva). Son idénticos y parece que hemos cambiado de país y que estamos en el típico pueblecito de montaña tirolés en lugar de en Rodas.



En nuestra breve parada vamos hasta la iglesia, muy sencilla en su interior.



No hay mucha gente por aquí. Es un camino que queda algo a desmano, y sin embargo, nos ofrece el contraste necesario de los paisajes de Rodas.


La parada tenía forzosamente que ser breve, así es que continuamos camino por una carretera sinuosa por la que apenas hay circulación, observando los espesos bosques de pino, en los que pueden encontrarse ciervos.



No encontramos ciervos, pero sí una construcción tan hermosa, que nos hace parar a pie de carretera nuevamente y salir a verla.


“Lástima la cámara, con la de fotos tan majas que podríamos haber hecho hoy” vamos diciendo, sin embargo aunque no podemos ofrecer el mejor testimonio fotográfico, esta pequeña iglesia bizantina de San Nicolás, iglesia de piedra, construida en el siglo XIII, tan apartada y espiritual, permanecerá en nuestro recuerdo como uno de los lugares más especiales que hemos visto en Rodas.


No hay nadie, pero la puerta está abierta y entramos a contemplar los descoloridos frescos del siglo XIV, que están en su interior.



Hemos llegado por casualidad, pero veo que la iglesia está incluida en uno de los itinerarios que propone la guía.


Seguimos dirigiéndonos hacia el este y finalmente llegamos a Kolymbia y de aquí a la playa de Tsambika, que era nuestro destino final.


También comemos, más bien mal, aquí. Bueno, tiene que haber de todo para comparar.


La tarde vamos a pasarla en Rodas. Objetivo de hoy, visitar el Palacio del Gran Maestre, pues no vamos a dejar todas las visitas en Rodas para el último día y tenemos unas cuantas.




El imponente palacio de los caballeros es el edificio predominante en la ciudad medieval. En el palacio o castillo, ocupado por el Gran Maestre (hubo varios) y los caballeros (que de Jerusalén, de donde fueron expulsados, fueron a Chipre, luego a Rodas y más tarde a Malta) pueden visitarse sus estancias y el gran patio central.






Los caballeros permanecieron en Rodas unos 213 años, hasta 1512 en que la ciudad fue entregada al sultán turco Suleimán el magnífico.


Si ya digo yo, que esta isla tiene poco de griega, al menos históricamente hablando. Los caballeros, los turcos… más tarde la ocupación italiana.


Sólo a partir de 1947 Rodas volverá a ser griega.


También encontramos en el palacio dos exposiciones arqueológicas y otra de pintura religiosa, iconos principalmente, que nos tiene un rato entretenidos.


Sólo cuando nuestras hijas se ponen “estupendas” decidimos que es hora de marchar.


Todavía hay luz solar que aprovechamos para pasear por la ciudad antigua a descubrirla un poco más. ¡Está tan llena de detalles! Atención al curioso artefacto (el reloj) en la torre bizantina que lleva su nombre desde la que se ve el minarete de la mezquita de Soleimán.


Estamos un poco frustrados hoy sin cámara… A ver si mañana mejora esto.


Sentados en la escalinata de la plaza Hipócrates, hoy, unas chicas están sentadas junto a nosotros, dibujando las luces de la calle. Combinan el azul y el amarillo con sus ceras de colores. Dibujan al gato que merodea buscando comida. Una de ellas mira insistentemente a nuestra hija mayor, también la está dibujando.


Vaya con las pintoras. Las dejamos con sus trabajos.


Un árbol nos mira al salir.


Y de camino a casa, yo le voy diciendo a mi hija pequeña que ella también es muy guapa, aunque no la hayan dibujado.

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