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Después de un largo camino, siempre es agradable conversar... aunque hay veces que el silencio es más sugerente.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Día y medio en Roma

Después de pasar una semana en Nápoles, tomamos el tren para irnos a la capital de Italia: Roma. Nosotros ya habíamos estado hacía aproximadamente dos años en un viaje en solitario (sin las niñas) en las que nos recorrimos todo lo posible de la ciudad. Esta vez el tema se presentaba radicalmente distinto. Íbamos con las niñas y sin ninguna pretensión más que la de poder llevarlas a aquellos lugares que pensábamos les podrían gustar más a ellas.
Este es un pequeño resumen de lo que dieron de sí las horas de la tarde y de la mañana siguiente en Roma.

Si pienso en Roma me vienen a la cabeza sus grandes plazas y sus fuentes, que son una bendición en verano, ya que vas llenando la botellita de agua sin mayor preocupación que la de encontrar después servicios públicos. No los hay y esto es un problema.
Decía que en Roma, grandes espacios, motos y hasta ahora yo pensaba que era una ciudad excesiva y ruidosa. Claro que cuando lo pensaba no conocía Nápoles, después de esta última, Roma nos parece un remanso de paz.





Las fuentes, van a resultar la estampa más repetida de nuestras estancias en Roma, siempre en verano, siempre con calor. El agua transparente y fresca para servirnos cuantas veces queramos.









Primer destino del recorrido: La Plaza de España, con su gran escalinata. Escenario cinematográfico de "Vacaciones en Roma", como tantos otros lugares de la ciudad. Nos entusiasma la película protagonizada por Audrey Hepburn y Gregory Peck.
Esta es la visíón desde arriba:







Aquí tenemos la visión desde abajo con la gran escalera y viendo en ambas fotos, de paso que había turismo a tope en la tarde de hoy.




Y nosotras lo que queremos, es colocarnos exactamente en el mismo punto en el que Audrey Hepburn en "Vacaciones en Roma", se sienta a tomarse un helado. Lo conseguimos.

Fuente de la plaza de España.










Sin duda es uno de los puntos más atrayentes de Roma. Cientos de personas se acercan hasta aquí para cumplir el ritual de arrojar una moneda de espaldas a la fuente "per ritornare a Roma".






También nuestras niñas se colocan en la posición adecuada para hacerlo y nosotros recogemos el momento histórico.













Seguimos caminando hacia Piazza Navona donde nos encontramos a un italiano universal, muy simpático y de madera, sentado a la puerta de un peculiar establecimiento.
Pinocho aceptó posar amablemente con nuestras hijas, como se ve.





Pero nosotros seguimos camino, de fuente en fuente y buscando algo de refugio, pues continúa haciendo mucho mucho calor.


Hemos llegado al singular edificio del Panteón.






Lo más destacable del edificio es la cúpula que además, posibilita poder hacer curiosas fotografías.





Y ahora tal y como se ve al natural.










Encontramos en Piazza Navona ambiente callejero, con los pintores que te invitan a detenerte y contemplar sus paisajes o las simpáticas caricaturas.



Y al otro extremo de la plaza la hermosa fuente esculpida por Bernini.






Es preciosa y vale la pena contemplarla de cerca y sonreir ante este gracioso angelote de piernas rollizas.







También nos llama la atención la puesta en escena de algunos músicos callejeros a los que no vimos actuar, aunque nos hubiera gustado.






Las refrescantes fuentes van a seguir siendo una constante.









Aunque el cansancio se comienza a notar, todavía vamos a dirigirnos hacia el Barrio Judío, en el que las construcciones actuales se mezclan con las imponentes ruinas del Teatro Marcello.


Tal vez aquí pueda apreciarse mejor:



Y ya para finalizar la tarde, decididamente agotados, nos vamos hacia Santa María dei Cosmedin, a ver si somos capaces de superar la prueba de introducir nuestra mano en la siniestra "boca della veritá"... pero la encontraremos cerrada.
Será el primer punto a visitar mañana por la mañana.

La tarde se acaba y las últimas fotos del día recogen a unos motorizados romanos (muy motorizados pero no tanto como en Nápoles) que llaman nuestra atención y nos recuerdan los paseos en moto del apuesto Gregory Peck y la delicada Hepburn recorriendo Roma en Vespa.

 


Tras un descanso en un parque, por los alrededores de iglesia de Santa María, dando cuenta de nuestras últimas provisiones ya a manera de cena, porque nuestros fondos comienzan a ser más bien escasos, empezamos ya el camino de regreso al hotel, cosa que hacemos algo cariacontecidos porque elegimos un hotel que más bien era "la casa del terror" (lo malo de las precipitaciones y elecciones de última hora) y se trataba de pasar allí las menos horas posibles.


Roma sale a nuestro encuentro, mostrándonos toda su grandiosidad.


La sobrecogedora imagen del Coliseo nos habla de la grandeza de un imperio del que somos hijos.






Y nosotros, los firmantes, somos en particular hijos de la Caesaraugusta Romana, así es que vamos a buscar a César Augusto, tan conocido por nosotros, cómo que tenemos uno igual en Zaragoza.








Impresionantes las ruinas del foro, que vamos a ver ahora tenuamente iluminadas.


Y estas serán las últimas imágenes de Roma antes de pasar la noche en el horroroso hotel que contratamos por Internet (nunca más) del cual se nos ha olvidado el nombre, afortunadamente para el hotel.


A la mañana siguiente, salimos rápidamente y sin desayunar, lo cual, teniendo en cuenta que teníamos el desayuno incluido, es realmente ilustrativo de la calidad del desayuno en cuestión.


Bien, pues lo primero que hacemos tras desayunar en un café, es dirigirnos a nuestra cita pendiente con la enigmática "Boca della veritá".





Cuando llegamos ya había cola de turistas esperando (muchos chinos) nuestras hijas, algo nerviosas, esperan con cierta expectación.




Allá va Nuria, que con cierta cara de miedo supera la prueba.





Mucho más decidida Julia, casi mete el brazo entero.


Bueno, doy fe, y aquí estoy para contarlo, de que nosotros también volvimos con nuestro brazo entero. Así es que superada la prueba, nos metemos dentro de la iglesia, que es muy sencilla, pero nos tendrá reservada una sorpresa.


Mientras efectuamos nuestra visita, un amplio grupo de japonesitas va haciendo su entrada, eran todo chicas de unos quince a dieciocho años de edad.
De pronto comenzaron a reagruparse y bajo la dirección de una de sus profesoras (obviamente lo era) se pusieron a cantar. Y aquí está el testimonio fotográfico de lo que cuento. Las jovencitas que cantaban como los ángeles y que siempre recordaremos unidas a esta visita.


Van a ser ya nuestra últimas horas en Roma, antes de dirigirnos a la estación Termini a recoger nuestro equipaje.


Así, vamos despidiéndonos del río Tíber, con su escenario para cine al aire libre.


En cualquier plaza de Roma, la grandiosidad de sus esculturas, que te hacen sentir pequeño.


Y es que si cada ciudad tiene sus peculiaridades, viajar a Roma es viajar en el tiempo, al encuentro de nuestro pasado, de lo que somos, de su grandiosa civilización que tanto contribuyó al desarrollo de múltiples pueblos. Roma y la arquitectura, Roma y la visión más práctica y realista del arte en comparación con el ideal estético del mundo griego, Roma y la religión. Roma y el derecho. Roma no es una ciudad cualquiera. Es nuestro origen. El pueblo al que le debemos ser la civilización que somos. Nuestro espejo. Nuestro inicio.

¿Cómo sería el mundo sin Roma? Me pregunto, mientras observo su huella imperecedera, incrédula ante tal posibilidad remota...


Para asombro y enseñanza de futuras generaciones, ahí queda la huella de su paso, del que un día fuera el imperio más poderoso del mundo.

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