BIENVENIDO

Después de un largo camino, siempre es agradable conversar... aunque hay veces que el silencio es más sugerente.

lunes, 31 de agosto de 2015

Escapada Morella - Peñíscola - San Mateu

29 de marzo de 2015

Hoy visitamos Peñíscola. Hemos llegado un poco más tarde de lo previsto, por un mal cálculo de tiempo, ya que el camino, aún no siendo largo, incluye el Puerto de Querol y además, aún llevando GPS nos hemos perdido, vaya comienzo.

La opinión general es que Peñíscola podría ser mucho más bonito de lo que es, pero el negocio turístico de la costa mediterránea (y no sólo ahí...) ha hecho estragos. La parte sur, donde se encuentra el paseo marítimo, está plagado de hoteles, apartamentos y chiringuitos, así es que lo mismo nos daría estar en cualquier otro sitio de parecidas características.

Aún así, a los que somos de tierra adentro, siempre nos entra como un cosquilleo en el estómago cuando nos encontramos con el mar, que nos atrae con su sola presencia. 


Felices del encuentro marítimo, sí, pero nos vamos al casco antiguo de Peñíscola, majestuosamente coronado por el Castillo del Papa Luna.

La cosa, aún siendo igualmente turística, cambia bastante. Los recintos amurallados dan una entidad especial a las ciudades que rodean. 

Murallas blancas por cuyo interior vas ascendiendo por callejuelas con encanto, llenas de comercios y restaurantes igualmente, pero integrados con el entorno.



Tras callejear un poco, visitamos el Castillo de Benedicto XIII, Papa Luna. Entrada: 3,50 euros. De Benedicto XIII conocemos el otro castillo, el de Illueca, en tierras aragonesas, más cercano a Zaragoza, nuestra ciudad. 

El Castillo de Peñíscola fue primero construcción templaria y, posteriormente, residencia Palacio del Papa Luna, que murió en Peñíscola, aunque más tarde su cuerpo fue trasladado a Illueca.  

Las vistas desde el castillo son espectaculares, vale la pena subir, por ello y por el óptimo grado de conservación y reconstrucción del castillo.





Hay una sala de armas, una iglesia y poco más. También había una exposición de los templarios, pera había que pagar una nueva entrada y no estuvimos por la labor. 

Así es que nos despedimos del muy carismático personaje del que toma su nombre el castillo, nuestro Papa Luna, y nos queda la deuda pendiente de hacer una nueva visita a Illueca, en cualquier fin de semana, para visitar el castillo ubicado en tierras aragonesas y dedicarle una entrada también, al castillo y a la localidad, faltaría más. 

Visitado el castillo, ya es la hora de comer, lo que hacemos estupendamente en plan menú playero, pero con un arroz caldoso memorable y hecho en el acto, que merece mención especial en este relato viajero. 

Por la tarde toca paseito por la playa, de lo más agradable.



Nos apetece hacer algo más de ruta y así como por azar, elegimos como destino San Mateu, ya que es uno de los pueblos que nos coge de camino dirección Morella. San Mateu es además la capital histórica de la comarca del Maestrazgo, y por su importancia histórico artística, su casco urbano ha sido declarado bien de interés cultural. 

  A nosotros nos parece un lugar sorprendente, con monumental iglesia templaria. Tuvo que ser un pueblo rico, por su iglesia y casas bellamente restauradas. 

En San Mateu se respira tranquilidad. 



Tiene una plaza central preciosa, y es un placer el callejeo por las calles adyacentes y por sus murallas, que nos sorprenden especialmente, así como las constantes alusiones a los cátaros, en una zona la que el temple gozó de tan importante arraigo. El propio nombre de la comarca: Maestrazgo, así lo indica. 


Puestos a investigar, nos topamos con el nombre de Guillaume Bélibaste, cátaro, que se estableció en Morella en 1314 y que pasó de allí a San Mateu, donde había una comunidad cátara. No terminó bien la cosa ya que en 1422 murió en la hoguera. Bélibaste es considerado el último cátaro. Una interesante historia que ha dado pie hasta alguna novela histórica sobre el personaje. 

Nos quedamos con las ganas de visitar muchos más pueblos y lugares cercanos a Morella que, seguramente, nos gustarían tanto como San Mateu que, sin duda, ha sido la gran sorpresa de este viaje.


sábado, 29 de agosto de 2015

Escapada Morella - Maestrazgo. Santuario de Nuestra Señora de la Balma

28 de marzo de 2015

Nuestra hoja de ruta nos indica que, en primer lugar, tomemos la carretera de Castellón (salimos desde Zaragoza) y que poco antes de llegar a Alcañiz nos desviemos dirección Andorra (Teruel). 

Nos dirigimos a Zorita del Maestrazgo y más concretamente al Santuario de Nuestra Señora de Balma. 

Pasamos por la térmica de andorra, la carretera es solitaria y tranquila. Relajante.
El Santuario está enclavado en un entorno singular. Resulta sorprendente  y pintoresca su aparición cuando se le ve desde la carretera. Perfectamente integrado en el paisaje, nos provoca unas cuantas frases con signos de exclamación. 


Nos sentimos exultantes cuando bajamos del coche a efectuar la visita. Nada falta. El paisaje montañoso (aunque de escasa elevación), el río con su agua limpia y cristalina que también acompaña son su alegre sonido. Estamos en la gloria.


No sabemos si es el entorno o la fama milagrera de Nuestra Señora de la Balma lo que hace que en cualquier viaje por esta zona sea un lugar recomendado en todas las guías y blogs viajeros. 






La entrada es gratuita y casi somos los únicos visitantes en este momento, así es que sin prisa, que hay que disfrutar de las espectaculares vistas.

Vamos entrando a su interior por una especie de pasillo natural. 


Se tiene una sensación extraña en su interior, como de lugar detenido en el tiempo. 

Hay algunas vitrinas con objetos antiguos pertenecientes al santuario. 


Una pequeña cueva natural cobija a la Virgen de la Balma. Una figura románica acompañada por otras de diversa procedencia que le dan un aspecto como de Belén navideño. 


En uno de los lados hay muchas fotografías y papelitos de gente que ha dejado sus peticiones a la milagrosa Virgen. La mezcla es peculiar, tiene algo entre Almodovar y la España de los 50.

 Un lugar curioso que hasta que no nos planteamos hacer este recorrido por la zona, ni conocíamos. 


No tenemos mucha prisa en irnos porque se está de maravilla. Nos quedamos, sobre todo, con el paisaje, con el lugar tan bonito en el que se encuentra el Santuario de la Balma. Nos lo habían recomendado y ahora también lo hacemos nosotros.


Hay un pequeño templete a la entrada ya bajando a la carretera que también fotografiamos. 


En el santuario también hay un restaurante en el que la posibilidad de reservar está agotada, tanto para hoy como para mañana. Lástima, tenía buena pinta y no tenemos idea de volver a pasar por aquí. 

Así es que nos vamos hacia Morella donde tenemos nuestro alojamiento, tomando una última instantánea del lugar. Nos ha encantado conocerlo. 


Morella

Morella parece una tarta, llena de capas y coronada por el castillo. 

Nada más llegar, vamos a nuestro alojamiento. A pie de centro, hemos reservado una casa completa de turismo rural, "Casa Adelina". 


Hay dos apartamentos que ocupamos por completo. Está bien sobre todo teniendo en cuenta su ubicación y su precio. Las habitaciones están amuebladas estilo pueblo, pero de los de verdad. Tiene un irresistible sabor a antiguo que, por las críticas que hemos leído de algunos huéspedes, no a todos gusta. A nosotros nos va estupendamente. Además el baño (importante) está reformado y tiene aparcamiento y calefacción.

Una vez alojados y tras una larga conversación sobre posibles rutas e itinerarios con nuestro anfitrión (super amable), vamos a comer a uno de los sitios que nos ha recomendado: Restaurante "Blancas" en la Judería (leído "Juería"). Un montón de platos a elegir, con bebida, postre y café incluidos: 12 euros. No está mal ¿no? Probamos la famosa cuajada de Morella que a algunos de nosotros les resultó demasiado fuerte ( a mí me gustó :))


Seguidamente toca recorrer el pueblo, lo que realizamos subiendo en altura y simplemente callejeando.

Bonitos caseríos, comercios y cualquier tipo de establecimiento, muy integrado en el cuidado centro histórico. 



La calle principal es la calle Blasco de Aragón, conocida por los morellanos como "La Plaça", con tramo de soportales que le dan mucho encanto pero, en general, todas las calles son bonitas y muy cuidadas e incluso no excesivamente turísticas.



Llegamos hasta la Basílica de Santa María la Mayor, de impresionante fachada. 




Todo el templo resulta imponente. A destacar el pórtico de los Apóstoles  y sus esculturas integradas.



 Un lugar que nos gusta, la plaza en la que se encuentra y en la que nos quedamos un buen rato, ya que el solecito acompaña.

La entrada es de pago (2,50 euros, 1 euro niños) pero aún así, entramos. En el interior destaca su altar mayor barroco y el impresionante órgano, que no deja de tocar en ocasiones especiales.

Convento de San Francisco y Castillo son nuestra siguiente visita, con entrada integrada. 


El convento estuvo habitado por monjes franciscanos. El interior está básicamente reconstruido, iglesia y claustro, lo que nos decepciona un poco. 


Muy interesante la sala llamada "de profundis" en la que velaban a los frailes fallecidos. En ella está una pintura tan especial como macabra:  "La Danza de la Muerte", personajes varios cogidos de la mano en corro, unidos por un mismo destino, la muerte y su guadaña (macabro ¿no?) textos explicativos hablan de su simbolismo y, sobre todo, de ese mensaje tan medieval de "Recuerda, el que yo fui tú serás, el que tú eres, yo fui").



Mejor cambiamos de tema y subimos al Castillo.


Castillo-fortaleza, situado en lo alto de un peñasco, testigo de innumerables guerras y acontecimientos, que han dejado su huella. 

Vamos tomando altura sin perdernos la perspectiva de la ciudad, que va tomando por momentos el color característico del atardecer.



Llegados a su punto más alto, la Plaza de Armas, las vistas son el objetivo final de alcanzar las alturas.




 Tras las fotografías de rigor, comenzamos la bajada. 

Seguimos la visita a Morella recorriendo sus calles ya sin objetivos y pensando que, en general Morella responde a nuestras expectativas, que eran altas.

Tras realizar algunas compras (desayunamos y cenamos en el apartamento y hay que proveerse) todavía callejeamos, viendo como Morella se va iluminando poco a poco y cobrando una animada vida nocturna.

Nosotros tomamos algo en un bar muy alegre y concurrido y volvemos a casa, pues tanta cuesta, subida y bajada y escalones varios, nos han dejado algo cansados por hoy.



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