BIENVENIDO

Después de un largo camino, siempre es agradable conversar... aunque hay veces que el silencio es más sugerente.

jueves, 26 de julio de 2012

Amsterdam sin prisas I



Jueves 21 de Junio de 2012


Comienzan nuestras vacaciones y con ellas el esperado viaje a Amsterdam. Esperado por cuestión de tiempo, que no por ganas. Me explico. En realidad teníamos planeado otro viaje, concretamente a la isla de Creta, pero cuestiones de vuelos en nuestra ciudad, nos impidieron planificar en condiciones, nuestra ida a una isla griega que promete. Será para otra vez. Hicimos un cambio rápido con salida desde Madrid, para conocer una capital que, de entrada, parecía tener bastantes posibilidades, aunque no nos pareciera tan atractiva como la primera opción elegida y, bien, aquí estamos y aquí estoy yo, una vez más, comenzando la escritura de este diario holandés.


Todo el día viajando, así ha sido la jornada de hoy. Salir desde Madrid es lo que tiene. Hemos cogido el autobús para llegar a Madrid por la ventaja de que nos dejaba directamente en Barajas y también porque el AVE se escapa un poco de nuestras posibilidades, teniendo en cuenta que tenemos que multiplicar por cuatro. A Amsterdam hemos volado con muy buen precio, con la compañía Easyjet


Con algo de retraso, pero más o menos a la hora convenida, estábamos en el aeropuerto de Shipol, buscando el “meeting point” y sacando los billetes (en taquilla, tras un intento frustrado con las máquinas expendedoras) para la Estación Central de Amsterdam. En un tren que me ha sorprendido por lo viejo que era, hemos llegado en quince minutos a la Estación Central y de ahí, caminando a nuestro apartamento en la zona noroeste de la ciudad. 


No nos desenvolvemos muy bien con los autobuses ni con el inglés, así es que hemos descartado cualquier otro medio de locomoción que no sean nuestros propios pies. Afortunadamente, un estudio previo en el plano, nos ha permitido llegar sin problema hasta nuestro apartamento en BLOKMAKERSTRAAT 24; allí nos espera Jenny, que habla un español, bastante mejor que nuestro inglés, que data de su estancia en Ibiza por unos años (sospechamos que en la época hippie).
Entre que Amsterdam nos ha recibido lloviendo (lluvia incesante aunque no hace frío) y que el apartamento (bien montado pero parece una nave industrial) tampoco nos ha gustado mucho, estamos un poco desilusionados. 



Viernes 22 de Junio de 2012

Lo primero que nos va a deparar Amsterdam, es mal tiempo y lluvias. Nos desanimamos un poco cuando lo vemos, pero no hay nada que no pueda arreglarse con un chubasquero y, sobre todo, con una sonrisa. Así es que, equipados con todo lo que llevamos de abrigo, salimos temprano de casa a buscar un sitio para desayunar, puesto que ayer no tuvimos tiempo de hacernos con provisiones.


Primeras imágenes de Amsterdam.







Después de la primera clavada que nos pegan en una cafetería en la que, estaba todo muy bueno, pero realmente caro, decidimos que, a partir de mañana, desayunos y cenas en casa, que hay que ahorrar.

Bien y ¿por dónde empezamos?

Buscando información, encontré unas rutas o paseos por la ciudad de Amsterdam, cada uno de diferente color, que me molesté en situarlos sobre el plano para ver que puntos cogían y me pareció que estaban, algunos de ellos sobre todo, realmente bien.

La página web en la que vienen es la de Amsterdam.info y hoy, nuestro primer día en la capital holandesa, hemos tomado como base el paseo que proponen como número 2 o circuito rojo. No lo hemos hecho estrictamente pero, más o menos, y veréis como está bien para comenzar, porque propone una ruta muy clásica.


Aquí dejo el enlace a esta página web, por si a alguien le interesa.


http://www.amsterdam.info/es/paseos/

Teóricamente todos los circuitos parten de la Estación Central, pero nosotros éste lo hemos tomado en la calle Nieuwendjik, una calle que va hacia el sur y que resulta muy animada y de carácter marcadamente comercial.

Muchos escaparates son de los de los de llamarte la atención, por originales, divertidos, por el producto que exhiben...

Empezamos a darnos cuenta de la extroversión de los holandeses, que se ve en todos los detalles.


También comenzamos a ver bicis y más bicis y gente que viene y va, de todas las maneras imaginables, en la más absoluta tolerancia. 




Hay silencio y respeto. Hay alegría y un dejar que cada uno vaya a su aire, que me gusta. 


También hay mucho turismo y, españoles... estamos más de unos cuantos. Amsterdam, este año, se ha puesto de moda.

Una vez en la Plaza Dam rodeamos la Nieuw Kerk, por unas callejuelas: La Eggerstraat y la Gravenstraat, para ver una antigua taberna “De Drie Fieschjes” que tiene una impresionante colección de licores y ginebras, que no probamos (si fuéramos sin menores tampoco, la verdad) pero nos gusta descubrir locales “con sabor” en los lugares que visitamos.




De ahí a la Avenida Nieuwezijdsvoorburgwal (lo de los nombres es para morirse) en el que encontramos el impresionante “Palacio Magna Plaza Shopping” que fue edificio de correos y hoy simple centro comercial, pero ¡vaya edificio imponente! y, terminamos rodeando la Iglesia por la Mozes en Aaronstraat.




Volvemos a la Nieuwe Kerk, donde una vez que comprobamos que es de pago (12 euros) decidimos que podemos prescindir de la visita y verla por fuera. A pesar de su nombre, fue iniciada en el siglo XV, aunque sufrió varios incendios y fue reconstruida más tarde. Aquí es donde se coronan los reyes y reinas del país y, en su interior, parece que tienen su descanso eterno numerosos personajes de la historia holandesa.

También en la plaza Dam, el Palacio Real, muy sobrio y clásico, construido a finales del XVII. 




En la parte superior está el símbolo de Holanda que, por si, como yo, no lo sabíais, es una barca con dos hombres y un perro.


Por último, tenemos el monumento nacional del Dam, un gran monolito en honor a los caídos en la Segunda Guerra Mundial, aunque a nosotros lo que nos hace gracia es saber que aquí se reunían los hippies de los años 60...


Tenía que ser divertido estar por allí en aquella época.


La Plaza Dam, se supone que es un lugar animado, con actuaciones y tal, pero aquí no hay nada de nada. Aunque fijándonos bien...




Si nos fijamos mejor, veremos lo que lleva en su peculiar carrito:


Será la hora, el día o el tiempo, pero aparte de turistas por doquier, nadie parece tener interés en ambientar la principal plaza de la ciudad, así es que, una vez echado un vistazo al famoso museo de Madame Tussaud en el que hay mucha gente esperando para entrar...




... nos vamos por la calle Kalverstraat, dirección sur. Está claro que Ámsterdam se puede hacer andando. Más tiendas, mucha animación, sol y lluvia y... algunas paradas de interés.


La primera a una pequeña iglesia “De Papegai Kerk” o la Iglesia del Papagayo, una iglesia católica que funcionó en secreto


Construida en el siglo XIX, es muy estrechita y se entra por una puerta giratoria. Están celebrando misa en su interior y nos quedamos un rato para, de paso, descansar. Es curioso como los holandeses, que me parecen tan adelantados en muchas cosas, en otras parecen muy tradicionales. Esta iglesia, no sé por qué, pero resulta un poco como detenida en el tiempo.



En la misma calle, cuando se cruza con la llamada Sint Lucïensteeg, hallaremos el Museo histórico de Amsterdam, que dicen está fenomenal. Aunque no entramos. Lo fotografiamos desde varios ángulos. Tiene muy  buena pinta, la verdad.





En la misma calle Kalverstraat, se encuentra el lugar en el que ocurrió el llamado “Milagro de Amsterdam”.  Así en breve, un enfermo al que se le dio de comulgar, vomitó la hostia consagrada (perdón, pero es que es así la historia) y la hostia permaneció intacta. Es un milagro un poco raro, pero por lo visto, genera gran devoción y por estas calles hubo una capilla, ya que había peregrinaciones y la tal capilla que, aún existe, siguió prestando servicios religiosos para los calvinistas, tras la reforma. 


No la encontramos, pero sí el lugar, mucho más interesante, al que nos dirigimos a continuación.

El “Begijnhof” o Noviciado. Se entra por la calle Kalverstraat por un pequeño corredor y llegas a un oasis de paz y silencio. Una manzana de casas en las que vivían las beguinas.



 Fue construido en el siglo XIV y las beguinas eran mujeres que tomaban el voto religioso temporalmente. Aún hoy, en estas viviendas, viven mujeres solas y todo el espacio tiene un aire silencioso y tranquilo. Al sector también se le conoce como la Iglesia inglesa. Entramos a una pequeña capilla decorada con cuadros del milagro que he narrado antes. 

Cuando hemos entrado llovía a cántaros y a la salida hace sol. Tan pronto me pongo la capucha del chubasquero que las gafas de sol, ¡qué lata!

Va transcurriendo la mañana y todavía nos entretendremos un buen rato en la calle Spui, que recoge a veces un mercado de arte y otras, de libros. Hoy toca libros y nosotros curioseamos un buen rato por aquí, que nos gustan estas cosas y no hay prisas. 




Cuando nuestras hijas dicen que ya vale, seguimos caminando hasta el Canal Singel y de ahí al Mercado de las flores, el “Bloemenmarkt”; yo no soy mucho de flores, pero hay que reconocer que ver los puestos, con las diferentes semillas de tulipanes y toda la parafernalia turística que se monta por aquí, tiene su encanto. 




El mercado lleva aquí desde 1860, en que los jardineros navegaban por el Amstel y vendían sus flores desde las barcas.  


Seguimos por esta calle y aún nos da tiempo para ver un comercio dedicado exclusivamente a la navidad que nos pareció precioso, un par de tiendas de venta de quesos, con degustación incluida, que ya os podéis imaginar… 


Por supuesto, a la salida la pequeña mochila que sacamos para llevar lo imprescindible, pesaba un poco más… y, nos dedicamos a curiosear por aquí y por allá mezclados con un turismo, cada vez más creciente que invade las calles de Ámsterdam, y al que no le acobarda el tiempo perruno que nos está haciendo.  
Hacemos una pausa para comer (en un sitio de auto servicio, cogemos unas ensaladas, frutas y bebidas y nos lo tomamos tranquilamente, con la esperanza de que cese la lluvia que, de nuevo, es intensa).


Cuando escampa un poco, decidimos hacer hoy la visita al Museo de Van Gogh, para el que hemos sacado entradas por Internet. Hoy viernes, el museo tiene un horario especial, pues cierra a las diez de la noche. Además he leído que tiene música en directo, y que está más animado que otros días. 

Allá vamos, pasando por calles con su personalidad propia y llegando, por fin, a la parte de la ciudad conocida como “Museumplein”, pasando previamente por el Rijksmuseum, al que no tenemos previsto entrar. 


Con todos los estudiantes del mundo, nos fotografiamos con las famosas letras del I Ámsterdam, que son muy chulas.




 Nos entretenemos en la tienda, en el parque de fuera… nada, nosotros tranquilos, que hoy cierran a las  diez…



Por fin entramos al Museo y, efectivamente, se ve un ambiente muy festivo. Hay preparados unos instrumentos musicales, gente probando altavoces, y muy pronto, tendremos música en vivo mientras recorremos sus salas.
Nos habían dicho que no era gran cosa, que nos decepcionaría. A mí me gustó. 


Desde sus primeras a sus últimas obras, hay muestras de todas sus épocas, recogiendo también influencias y obras de otros pintores a los que admiró, o que fueron sus contemporáneos. También se recogen exposiciones temporales. 


Nuestras hijas duraron poco viendo cuadros, pero como la música en directo les entretenía, nos permitieron hacer la visita sin ningún problema.


Salimos del museo ya por la tarde y emprendemos el regreso hacia la zona norte, pensando en detenernos en todos los lugares que nos gusten. El primero será una pequeña plaza: la Max Euweplein.




Al fondo el famoso "Hard rock café" y un ajedrez con figuras gigantes en una esquina, en el que nos quedamos un rato contemplando las jugadas. 





Seguimos subiendo al norte por la zona conocida como Leidsplein (volveremos) y de ahí a Dam (sigue sin animadores) parando en una tienda para comprar previsiones, para la cena de esta noche y el desayuno de mañana. 


Camino a casa, todavía nos encontramos a unos amigos del cine, ambientando la calle a ritmo de blues...




Así ha transcurrido nuestra primera jornada en Ámsterdam.

Ahora escribo estas líneas y estoy realmente cansada. No tengo muchas ganas de preparar el itinerario de mañana. ¡Ah! ¡si ya lo tengo hecho! Menos mal que soy previsora…

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