BIENVENIDO

Después de un largo camino, siempre es agradable conversar... aunque hay veces que el silencio es más sugerente.

lunes, 29 de diciembre de 2014

Una semana en Nueva York - Tribeca, Chinatown, Little Italy, Soho, Greenwich Village

22 de Julio de 2014

Más tarde de lo que deberíamos, comenzamos una jornada que va a llevarnos por cinco barrios de Nueva York. En la parte sur de Manhattan, justo por encima de la parte histórica de Nueva York que visitamos ayer, se encuentran los barrios de Tribeca, Chinatown, Little Italy y Soho. Algo más al norte, el Greenwich Village. Este va a ser nuestro recorrido de hoy.



Nos situamos en Canal Street, para comenzar nuestra exploración de Tribeca, que va a basarse en un breve paseo por alguna de sus calles, de las que dan su característica personalidad al barrio, pues se trata de viejos almacenes rehabilitados y convertidos en carísimos apartamentos.




Es una estampa típica que se repite. Las escaleras de incendios, tan neoyorkinas y las fachadas pintadas de rojo. 




Tribeca es un barrio que tiene mucho que ver con un famoso actor, Robert de Niro, que tiene por aquí tres restaurantes. Pasaremos por dos de ellos, el Nobu y el Tribeca Grill, que además es productora de cine. 


Dicen que tanto De Niro, como otros famosos amigos suyos, por ejemplo Harvey Keitel o Leonardo di Caprio, viven por aquí. 



También encontraríamos en la zona la sede del Festival de Cine de Tribeca, pero por allí no llegamos a pasar.

De nuevo situados en la calle Canal Street, un universo diferente nos espera, el de Chinatown, que envuelve el espacio con sus letreros chinos y sus abigarradas tiendas. 



De pronto, casi literalmente te vas de la ciudad para meterte en un Barrio chino. A ratos muy turístico, pero también auténtico en muchas de sus zonas. Aquí hay miles de chinos empeñados en sentirse como en su casa. 




Abundan los mercados y puestos de cualquier cosa. Todo con un sabor oriental absoluto. El inglés ya no es la lengua hablada mayoritariamente. No. Aquí se habla chino. A mí, la verdad, el Barrio me resultó un poco agobiante. O tal vez hacía demasiado calor cuando lo visitamos. Así es que decidimos irnos a su parque, el Parque Columbus y descansar un poco. Allí se estaba de maravilla. 



Había dos chinos tocando unos instrumentos musicales que le daban mucho ambiente al tema y muchos grupos de chinos y chinas (por separado) jugando a una especie de damas, en unas mesas preparadas al efecto. La mayoría son muy mayores. Ellas llevan paraguas para protegerse del sol. 


Al lado del parque hay un patio donde juegan muchos escolares chinos. Conservan sus costumbres, sus tradiciones, su lengua, su cultura y su aspecto. 

A pesar de todo, dicen que la colonia de chinos más grande y auténtica, se encuentra en Queens. Será.

Nosotros también nos acercamos al Templo Budista Mahayama y entramos un rato a descansar. El calor nos está agotando hoy.




Hay un gran Buda y la típica decoración basada en oros de los templos budistas. Muchas lamparitas y ofrendas. Silencio y recogimiento en su interior. 




Little Italy es la siguiente parada. Casi sin frontera delimitada con Chinatown, posiblemente es la más decepcionante.



Un par de calles con restaurantes en su mayoría y, claro, como era la hora de comer, nos quedamos en la pizzería que nos pareció que tenía los precios más ajustados. Aún así, tres pizzas y un plato de espaguetis con una ensalada normal, tomando agua y sin postres ni cafés, nos soplaron setenta dólares. Claro, hay que incluir la propina y tal. Pero barato, como que no. El restaurante al que entramos, así como toda la zona en general, estaba repleta de españoles.

Después de comer, con las energías repuestas, aunque con unas temperaturas que siguen siendo bien elevadas, nos vamos al Soho



El Soho tiene dos características, la primera es que sus edificios también son rehabilitados y el material de construcción era el hierro colado.
 Quién lo diría, parecen de piedra y, de nuevo, se trata de carísimos apartamentos.



 La gran Avenida Grand Street tiene muchos de ellos. Hay que pasar por ella y por la Avenida Broadway, así como por las calles perpendiculares que las cruzan, para ver estos edificios y, sobre todo para ver tiendas, muchas tiendas. 



Algunas son de marcas exclusivas. Otras populares. Por ejemplo, por aquí se encuentra nuestra omnipresente Zara. Muchas tiendas son chulísimas y tienen bastantes rebajas. Así es que vale la pena traerse algo de aquí. Nosotros que no teníamos mucho objetivo de compra, vamos comprando alguna cosilla, aunque pocas. Más bien curioseamos, y vemos el ambiente callejero.



Donde sí que entramos es en el establecimiento de Apple (no es el típico, que está en la Quinta Avenida) y nos conectamos un rato. 




Se está fresquito. La pega es que hay muchos dependientes que te preguntan si tienes alguna cuestión sobre los aparatos que, por supuesto, no tenemos ninguna intención de comprar. 

Nos hemos entretenido mucho en las tiendas, lo que por aquí es inevitable.



Ahora toca volver al norte de Little Italy, Nolita y buscar la vieja catedral de San Patricio. La encontramos sin problema. 



Esta no es la famosa, pero sí el origen de aquella, que fue a parar a la Quinta Avenida. Está abierta y podemos acceder a su interior. Aprovecho para repasar los siguientes puntos del itinerario de hoy.

Nada, de momento, a tomar algo fresco. Como nuestra economía no es muy boyante, nos metemos a un supermercado a hacernos con unas cuantas bebidas frescas y algo de picar y tomarlos en un lugar del propio super, habilitado al efecto. Pero tenemos que levantarnos pronto, ya que dos individuos empiezan a montar una bronca de categoría. Por si alguna silla sale volando, nos vamos a un parque. Lo de los parques es curioso. Son auténticos lugares de descanso en Nueva York. La gente se sienta y saca la comida, merienda o lo que sea, sin ningún problema. Son espacios de uso público muy utilizados, absolutamente por todo el mundo. 

Llega el momento de irnos hacia el Greenwich Village. Primero nos dirigimos a la calle Bleecker Street, haciendo alguna paradita en algunos de sus bares emblemáticos como el Bitter End  y, sobre todo, ya en la calle MacDouglas, en el mítico café Wha, el que vio nacer en sus inicios a Jimmy Hendrix y en el que actuaron gente como Dylan, Bruce Springsteen y muchos otros.



Quién lo diría, tan pequeñito. Me hubiera gustado ver alguna de sus actuaciones en vivo. Las hay diarias e incluso se puede cenar. Nosotros, claro, vamos con menores. Así que nada. Seguimos explorando el Village, que al final será la parte que más me ha gustado de las que hemos visitado hoy. Parece que te metes en un pueblo dentro de Nueva York. Casitas bajas con sus escaleras, pequeños comercios. 



Todo un oasis de tranquilidad, en el que te encuentras alguna sorpresa como el viejo teatro de Cherry Lane, uno de los más antiguos de la ciudad. 



Por otra parte, siguiendo la calle St. Christopher nos encontraremos con un lugar importante para la comunidad gay. Hay muchos establecimientos por la zona con la típica banderita multicolor. 



También hay un pequeño parque con unas esculturas conmemorativas de que aquí fue donde se inició la revolución homosexual e incluso nos encontramos con uno de su bares más importantes de aquella época, el Stonewall, que todavía sigue siendo un bar de ambiente muy frecuentado. 






De aquí toca ya subir por la calle Greeneich hasta donde llegamos a la Jefferson Market Library el gran edificio de una librería que nos hubiera encantado visitar. Pero en lugar de eso, nos vamos al metro y hacia casa. 

 Parece que lleváramos muchos días en Nueva York y, aunque solo han sido cuatro, hemos llegado a la mitad de nuestro viaje. 

lunes, 17 de noviembre de 2014

Una semana en Nueva York - Downtown

20 de julio de 2014

Hoy es lunes, y por tanto un día perfecto para explorar la parte baja de la ciudad, que tal vez podremos ver en plena actividad. 

De momento, a la hora de coger el metro, nos encontramos con un atasco considerable. Cientos de neoyorkinos se dirigen a sus trabajos u ocupaciones.  Es una auténtica colonia de hormigas de diferentes colores. Si te sientas en el metro y observas, ves todas las razas imaginables. Una mezcla increíble de gente de todos los lugares del planeta, que se asume aquí con toda naturalidad. 

Bajamos en la estación de metro City Hall, la del Ayuntamiento de la ciudad.
Ante nuestros ojos el llamado New York by Ghery, para muchos, el mejor rascacielos de la ciudad. A mí me encanta.

Nos encontramos también con el ayuntamiento, por supuesto. De ahí el nombre de la estación de metro, City hall. 



También hay un pequeño parque que atravesamos. 

Los parquecitos que te vas encontrando, están siempre llenos de gente que descansa del bullicio, lo cual es muy agradable, porque fuera de ellos hay un maremagnum de personal que viene y va y, sobre todo, ruidos, muchos ruidos, que te dejan algo aturdido. 


 Atravesando el parque, lo primero que vemos en la gran Avenida Broadway, en la que desembocamos, es el llamado Woolworth building, inspirado en las catedrales góticas y el más alto del mundo hasta 1930.

Cada uno de los rascacielos tiene su personalidad. Desde luego, Nueva York lo pone fácil para las fotografías.

Uno de los más recientes que queda igualmente a nuestra vista es el One World Trade Center, conocido como Freedom Tower o Torre de la Libertad, todavía no terminado. 

A su lado, se puede apreciar la torre de la capilla de Saint Paul, en obras, como muchos otros lugares de la ciudad.

 Esta pequeña capilla, es famosa porque en ella oró tras su investidura George Washington y también porque sirvió se refugio a los grupos de ayuda y de apoyo que se formaron tras los atentados del 11 de septiembre, muy presente en toda esta zona. 

Se le llama la capilla del milagro, pues no sufrió daños a pesar de su cercanía a la catástrofe. 

Entramos y vamos a ver una gran sala, que más parece un museo que una iglesia, llena de recuerdos. 



Todo lo relacionado con el 11S quizá es lo que más llama la atención. Muchos emblemas de grupos de salvamento, llegados de todos los países, algunas fotografías de las víctimas, incluso se expone una cama usada por los voluntarios, en momentos de descanso, tras muchas horas de búsqueda de supervivientes entre los escombros...



También hay recuerdos del gran incendio de Nueva York, del siglo XIX, o sea, un poco de todo.  

Puedes pasar un buen rato observando, pues es un lugar emotivo.

En el exterior nos encontramos con un pequeño cementerio anexo, en el que reposan algunas figuras ilustres. 



En este cementerio se encuentra también la llamada "campana de la esperanza", regalo de Londres a la ciudad de Nueva York en el año 2002.

La entrada a la capilla de St. Paul es gratuita.




Seguimos por la Avenida Broadway, una calle llena de vida y de actividad en ese lunes por la mañana, que es precisamente lo que buscábamos, y que nos llevará hasta otra no menos famosa, Wall Street. 




Pero antes de Wall Street, vamos a entrar a la Trinity Church, la primera catedral de Nueva York y uno de sus edificios más altos cuando se construyó, con lo normalita que resulta ahora. 

Su interior es muy sencillo y también tiene un gran cementerio anexo, lo que viene a ser como un oasis de espiritualidad y paz en una zona no precisamente tranquila.



Cuando llegamos a Wall Street, me espera una pequeña decepción. Yo imaginaba encontrar a grandes tiburones de las finanzas con sus trajes de ejecutivos, pero lo que hay es multitud de turistas por doquier. 










Hay muchos grupos de estudiantes. 
Todos a fotografiarse, de todas las formas imaginables, con la estatua de George Washington, que preside el edificio del Federal Hall.

Nosotros también. Y, por supuesto no hay que perderse la Bolsa, que está justo enfrente. 

Símbolo del poder por excelencia, tantas veces visto su edificio en las películas, siento una especie de sensación de irrealidad de estar aquí. 

Lo mismo que en la zona de Bowling Green, nuestro siguiente punto de destino, más al sur. El pequeño parque en el que tuvo lugar la venta de Nueva York a los holandeses, que menudo negocio hicieron con los pobres indios americanos. 

Nos encontramos una pequeña y curiosa manifestación o acto de protesta en la zona.



Pero aquí la gente viene más bien a fotografiarse con el toro, al que casi todos sabemos lo que hay que tocarle para tener suerte en las finanzas, aunque la mayoría se empeña en hacerse la foto en la parte delantera. 



Este toro, apareció un bien día aquí y aquí se quedó. Los que desaparecieron del mapa fueron los indios americanos, o casi. Pero si queremos recordar lo que fue la cultura americana antes de la llegada del "hombre blanco" tenemos un museo dedicado a ellos, gratuito y abierto todos los días.
Nosotros echamos un vistazo y, seguramente, es más interesante de lo que pudimos apreciar, pues la visita fue rápida. 


Cumplida la primera parte de nuestro programa, estamos en el lugar adecuado para tomar el famoso ferry de Staten Island, ese que también es gratuito (hoy nos está saliendo la jornada barata) y en el que podemos ver de cerca la estatua de la libertad. 



Hay tanta gente que nos parece mentira que todos vayamos a caber, pero es que este barco es un auténtico mastodonte de color naranja, en el que la mayoría somos turistas, pero también personas que simplemente cruzan a Staten Island. 

Hay tres niveles, nosotros a la ida, fuimos a la parte de arriba, y a la vuelta entramos en la de abajo, que nos resultó mucho más cómoda para las fotografías.




 Resulta emocionante verla, la verdad. Te vienen a la cabeza multitud de películas, pero es hermosa y sigue siendo un icono de la libertad. 


Emotiva debe de ser igualmente la visita a la isla de Ellis, que está al lado y a la que acudían todos los inmigrantes cuando llegaban a Nueva York a principios del siglo XX. Uno piensa en lo que debería sentir toda esta gente que venía en busca de oportunidades, ante la presencia de Miss Liberty. 

Tal vez luego las cosas no fueran exactamente cómo las habían imaginado, pero allí estaba ella recibiéndoles, dejándoles soñar con un futuro mejor. 

Nosotros descartamos hacer la visita a la isla donde se encuentra la estatua o a la de Ellis. Hay tanto que hacer en Nueva York y tan pocos días los que podemos estar aquí, que lo tuve que descartar de mi apretado planning. 

El viaje es corto, pero suficiente para las fotografías y el saludo a la famosa dama. 



Tras ello decidimos comer algo en la estación de Staten Island (nos hemos vuelto neoyorkinos, comida rápida y en cualquier sitio, aquí el tiempo es oro) y nos vamos de vuelta.




Vamos ahora a acercarnos a Battery Park, una zona verde, tranquila, donde están los ferrys que van a las islas, pero también el Castle Clinton, algunos monumentos y la esfera del World Trade Center que vino a parar aquí, así tal cual quedó tras los atentados. 




La idea es ir caminando hasta nuestro punto de partida de esta mañana, por la zona que bordea el río Hudson, disfrutando así de las vistas de New Jersey. Así lo hacemos, muy tranquilamente.




Vamos haciendo descansos a menudo, porque acusamos el cansancio desde esta mañana. Los parques son lugares agradables para hacerlo, aunque concretamente éste está lleno de obras,  y tenemos que dar unos cuantos rodeos hasta que llegamos al Museo de los Judíos (lo dicho, esta zona está llena de homenajes, también hemos visto monumentos a los marines, a los combatientes en Corea, etc) y finalmente seguimos río arriba hasta llegar a la altura del World Trade Center, que nos va a permitir visitar el Memorial 9-11.



Un lugar sencillo y emotivo, en el que la entrada es libre. Dos grandes estanques en los lugares en los que antes se situaba cada una de las torres gemelas. Unas placas negras al borde con los nombres de las víctimas. 



Bancos de piedra, en los que puedes sentarte, aunque eso sí, hay policía vigilando el comportamiento de la gente, pues aquí hay que guardar el debido respeto a la zona. Uno imagina el dolor que supuso para Nueva York el vivir ese terrible día y la huella que ha dejado en la ciudad.



Estamos un rato por aquí. Ahora hay un museo, recientemente inaugurado, al que no vamos a entrar. En el memorial no hay mucho más. 



 Mientras descansamos, entablamos conversación con una señoras mexicanas que viven en Estados Unidos y nos cuentan particularidades de los menonitas, un grupo parecido a los amish, del que hemos visto a algunos de sus miembros por aquí. 



 Hoy nos lo estamos tomando relajado, pero es que hemos hecho tantas cosas ya, que lo necesitamos. No podemos forzar el ritmo, vamos con dos niñas y aún nos quedan unos cuantos días. 

Así es que, sin mucha prisa, vamos a complacer a nuestra hija mayor, que se muere de ganas de entrar a la famosa outlet "Century 21". No sé si hay tantas gangas como dicen, supongo que si buscas y buscas, puedes encontrar cosas interesantes. Nosotros salimos con alguna compra, lo que yo no esperaba. 

 Me hace ilusión acercarme a la zona de los tribunales, que está al lado, algo más arriba del City Hall, con no demasiados visitantes. Igualmente escenario de muchas películas. 



Hacemos unas cuantas fotografías, esta vez en solitario y me pregunto por qué hay sitios abarrotados de turistas y otros igualmente interesantes, no son visitados por muchos.

Nuestra intención inicial era terminar el día cerca del Puente de Brooklyn, incluso cruzarlo desde Manhattan y estar por la zona norte de Brooklyn que aún no hemos visitado, contemplando las hermosas vistas del skyline al atardecer. 



Nos vamos a quedar con las buenas intenciones, acercándonos simplemente a la zona de los muelles. 




La del Pier 17 está completamente en obras, así es que nos quedamos en el Pier 16 y en el Pier 15. 



Y así, entre barcos históricos, con vistas a la bahía y contemplando el atardecer, aunque de este lado, que tampoco está nada mal, damos por finalizada una jornada muy intensa.


Ya forma parte de nosotros.

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