BIENVENIDO

Después de un largo camino, siempre es agradable conversar... aunque hay veces que el silencio es más sugerente.

viernes, 18 de mayo de 2012

Ruta por el sur de Francia - Toulouse - Rieux Volvestre


3 de Abril de 2012


Esta vez la preparación del desayuno corre enteramente de nuestra cuenta. Estamos encantados de la casa, pero este ha sido uno de los inconvenientes. El otro ha sido que es demasiado fría. En los días que llevamos aquí cada día está haciendo más frío que el anterior y esta mañana ya me he puesto directamente toda la ropa que llevaba. 
Otra Semana Santa deberíamos buscar climas algo más cálidos, ir a Andalucía, por ejemplo.
Pero aquí estamos, en Francia, dirección Toulouse y la ventaja que tiene el haber hecho ya el viaje ayer, es que vamos más seguros. 


Tomamos la autopista, ya sabemos que tenemos que dirigirnos al Pont Neuf para comenzar la visita; el único problema será el aparcamiento.



Encontramos pronto sitio pero, una vez colocados, nos damos cuenta de que es de pago y, por tanto tendremos que estar a lo largo de la jornada echando las moneditas de rigor, para poder estar más rato. 


Callejeamos por la animadísima calle Taur, con muchos comercios que nos encanta curiosear. Toulouse es una ciudad rojiza y alegre. Nuestros ojos van de aquí para allá, pues son muchos los reclamos que nos vamos encontrando al paso.









Una galería de arte en aquel balcón:








La puerta entreabierta de un liceo:


 Hoy, todo parece tener un aire especialmente festivo.













Hermosos edificios salen a nuestro paso.




... y las calles de Toulouse, parecen estar pobladas por extraños personajes...




Primera visita oficial, al convento de los jacobinos, cuyos exteriores parecen ser el punto de encuentro de estos jóvenes que hoy celebran una fiesta de disfraces de la que luego hablaremos.  Sin mayor demora, entramos a verlo por dentro.


Impresionante interior que admiramos con escasa información. 


 


 De este lugar (y tomo la información de un panel explicativo al efecto) hay que saber que se trata de un antiguo convento fundado aproximadamente en el siglo XIII por padres predicadores dominicos.


 Varios periodos y órdenes con el objetivo común de la evangelización.


Por dentro está prácticamente vacía, con un pequeño altar al fondo y un espacio también que alberga la tumba de Santo Tomás de Aquino. 




Hay que ver las esbeltas vidrieras en los muros






Igualmente hay que acercarse a una zona en la que, un espejo estratégicamente situado nos permite ver la cúpula asomándote a él. Esto nos gustó mucho, realmente es una buena idea. 








Pagando tres euros (los mayores) entramos a ver el claustro que, como todos los claustros, es lugar de paz y recogimiento, que nos gusta visitar 


y, finalmente no nos dejan subir al campanario, indicándonos que es peligroso.




Efectuada la visita, es hora de comentar que hoy nos hemos encontrado con una sorpresa divertida en Toulouse y es la celebración de lo que llaman el “Mardi Grand”, algo que tiene que ver con el Carnaval y con la gente joven. Toulouse está plagada de estudiantes. 
Hoy todos están disfrazados de todas las maneras imaginables, van de un lado a otro de la ciudad y no sabemos si llevan un rumbo fijo o es que llevan el mismo que nosotros, pero nos los vamos encontrando y nos permiten fotografiarles sin problema. 


Algunos momentos de su gran desfile:



La verdad es que algunos le han echado abundante imaginación.




La segunda visita oficial es la Basílica de San Serenín (San Saturnino), inspirada en San Martín de Tours, una de las iglesias románicas más grandes de Europa, la más grande de Francia y ubicada dentro del Camino de Santiago, así es que fue lugar de peregrinación. 


En ella lo primero que llama la atención es su magnífica torre, que nos encontramos mientras nos acercamos a la Basílica.













Una de sus partes más interesantes es la llamada Porte Miegeville, su tímpano es el más antiguo del Languedoc francés (Toulouse era la antigua capital del Languedoc). 


Construido alrededor del año 1110, fue uno de los primeros grupos escultóricos europeos realizados en piedra, tras la desaparición del imperio romano.




Vemos, de cerca, alguno de sus curiosos detalles:




El interior es muy sobrio.




Cumplo la tradición en San Serenín de llevarme un cartel muy bonito, que tenían en un tablón de anuncios, anunciando un concierto de pascua. Aclaro que en el cartel estaba fotografiada la torre en una bonita composición.


Nuestra visita a Toulouse está claro que no ha sido monumental, pues entre tiendas, los desfiles de los estudiantes y que ya va siendo la hora de comer, no hacemos muchas más visitas, a nos ser que nos vayamos encontrando monumentos por el camino, como así es.


 Fachadas curiosas de iglesias, 
hermosos edificios y múltiples detalles...


 hacen de Toulouse una ciudad muy hermosa y agradable de visitar, pero yo la recordaré especialmente como una ciudad dinámica y viva, en la que a uno le gusta estar.


Comemos en una crepería, con escaso éxito para mis hijas y eso que estaban muy buenas y la de postre era con chocolate, que les priva, pero no, no les fue esto de las crêpes, (algunas más bien eran "galletes" con trigo integral, para mí buenísimas).


Después de comer todavía callejeamos un rato, antes de que se nos consuma por completo el tiempo que tenemos pagado para el aparcamiento del coche, en zona de pago.


También hay que decir que nos fuimos pronto, porque teníamos otra visita planificada, la de Rieux-Volvestre. Un pueblo muy recomendado que no queremos dejar de visitar.







Efectivamente vale la pena. Pareces estar inmerso en un cuento de hadas. Un casco histórico sorprendente. 



Si no fuera por la lluvia y el frío, que desluce un poco nuestra visita, la verdad es que creo que Rieux-Volvestre, lugar del que poco o nada habíamos oído hablar antes de planificar las posibles rutas de este viaje, es uno de los lugares que nos pareció indispensables en la zona.


 Si es o no un lugar turístico, no nos quedó muy claro. Por la poca gente que visita hoy su casco histórico, no lo parece. Claro que a lo mejor es a causa de las temperaturas, porque gente, lo que se dice gente, ni de dentro ni de fuera. El pueblo está casi vacío.




 Nosotros hemos cogido unos folletos de la oficina de turismo (cerrada, pero los folletos estaban fuera, para cogerlos) que indican un itinerario que recorre el puente por el que hemos entrado, las edificaciones más características, como la casa del obispo, ciertamente curiosa...




 y las estrechas callejuelas que nos llevan hasta la plaza donde hay un espacio cubierto, que debió de servir de mercado. Muy curioso y desigualmente conservado. 




Nos hemos detenido también a visitar una pequeña biblioteca con una exposición en la planta baja (somos los únicos visitantes, por supuesto y la bibliotecaria, casi el único ser vivo, aparte de nosotros, que hemos visto en Rieux)
Al igual que en Toulouse, vemos que hay información sobre la lengua occitana y mapas que indican el territorio que ocupa esta región con peculiaridades propias.




Parece que hay un punto reivindicativo en todo esto, pero nos faltan datos para profundizar, así es que no puedo decir mucho, salvo que la lengua occitana (recuerda al catalán) parece convivir con la francesa en letreros de las calles, etc.


Asimismo nos informamos de que aquí tiene o tuvo su nacimiento el color "pastel" obtenido con un pigmento de una planta criada en la zona. Efectivamente es un color predominante en las edificaciones. Curioso, el saberlo ¿no?


Cuando decidimos que ya nos hemos paseado debidamente por Rieux, volvemos a nuestros coches y tras un cierto lío, porque el camino que nos indica el GPS para salir nos lleva a un puente en obras, etc, etc, llegamos no se sabe cómo a otro pueblo de nombre similar al anterior en su segunda parte “Montesquieu-Volvestre”.


En Montesquieu no hicimos una gran visita, las niñas están cansadas, hace frío, así es que, por encima, vemos que es de características similares a Rieux, sólo que más grande. Algunos opinaban que más bonito que Rieux, 
yo no, porque Rieux me pareció, en conjunto, más pintoresco.









Llovía bastante, así es que aparte de comprar provisiones para la cena, nos metimos en un bar-café que nos llamó la atención, y además nos dio la oportunidad de encontrarnos con más seres vivos en la zona (no es broma, por aquí nadie, calles vacías… soledad total en estos pueblos). 


Bueno, pues en este bar, sacado de una vieja película costumbrista de la década de los cincuenta o sesenta,  un grupito de lugareños, aparte de fumar tranquilamente en el local, están tomando una especie de ¿absenta? mezclada con algo, que les pone bastante contentos, según observamos.


Nuestras niñas nos esperan en el coche jugando y nosotros nos tomamos unas cañitas a la salud de la France, recordando viejas películas, a lo que nos sentimos inspirados por la decoración de carteles de películas antiguas en blanco y negro, que tiene el local. Un lugar curioso.


Casi, casi, se acaba aquí nuestro viaje. 


Queda regresar a casa, cenar y hacer planes para el día de regreso que va a suponer itinerarios diferentes para nuestros amigos y para nosotros.





martes, 8 de mayo de 2012

Viaje por el Sur de Francia - San Bertrand de Cominges - Toulouse


2 de abril de 2012

Comenzamos nuestra jornada más bien tarde. Fránces ya se ha marchado y nos ha dejado la mesa puesta para el desayuno. Tardamos bastante, ya que tenemos que hacerlo todo nosotros y entre una cosa y otra, serán las diez cuando salgamos de casa. 
Tampoco estamos muy afortunados en dar con el camino a la primera. Hubiéramos querido ir por alguna carretera secundaria, como nos aconsejó Fránces, para ver mejor los paisajes (la bucólica campiña francesa), pero terminamos en una carretera sin salida, perdidos entre los campos. Finalmente tenemos que optar por ir por la carretera normal y dejarnos de literaturas.

Cuando llegamos a San Bertrand de Cominges, a mí me decepciona un poco, la verdad. Está catalogado como uno de los pueblos más bellos de Francia y, si bien, tiene su encanto, pueblo, lo que se dice pueblo, es más bien pequeñito y, sobre todo, muy turístico. 

Nosotros, de entrada, lo primero que hacemos es ir a tomar el café que no hemos podido tomar en casa, básicamente porque no teníamos muy claro el funcionamiento de la cafetera que nos había dejado nuestra casera. Entramos en un lugar “recomendado por la guía Trotamundos” “Chez Simone”, bastante acogedor, y tenemos la sorpresa de ser atendidos por una asturiana.
Vemos la posibilidad de venir a comer más tarde aquí, pues hay un menú a 17 euros y parece que está bien, teniendo en cuenta que “la France es la France”. Reservamos, aunque nos advierten que como más tarde deberemos llegar a las 13,30, último turno para comer.

San Bertrand está encaramado en una colina. Al sur los restos de la antigua ciudad romana. Al norte, coronando la villa, la catedral de Santa María. 

Cuando llegas te encuentras un tramo, no demasiado grande, de edificaciones de estilo renacentista (dicen mis apuntes) muy bien cuidadas y preparadas, para que los visitantes acudan a los puestos de venta, que hay unos cuantos. De allí a ver la iglesia y se acabó la visita, supongo que completable con ir a ver los restos galo - romanos de la zona, en lo que las niñas no parecen estar demasiado interesadas... 

Echamos un primer vistazo al pueblo, que aún estando demasiado preparado para el turismo, tiene sus rincones con encanto. 



Nos paramos en algunos de los chiringuitos y, entre otras cosas, nuestra amiga compra un queso de la zona (previamente nos lo han dado a probar). Más tarde, nos dirigimos a la iglesia. Justito acaba de finalizar la última visita (no cambiamos el chip de los horarios, no hay manera) y vuelven a abrir a las dos de la tarde.

No obstante, como la iglesia del complejo catedralicio, está abierta, entramos a verla. 

 Es bonita, sobria en su interior, en el que destaca el soberbio coro de madera tallada, que en estos momentos está cerrado.
 Sí vemos la tumba de San Bertrand, sus reliquias y una especie de retablo muy curioso que parece narrar historias de su vida.

Curioseamos igualmente por las capillas laterales al coro, hasta que literalmente nos echan.




Nos paramos también el centro cultural de los olivetanos, instalado en un antiguo convento del siglo XIX, en la que hay información turística, alguna exposición y venta de libros. 

Pues a ver el pueblo. Y ahora viene lo de ¿qué pueblo?, casi todo lo que hay que ver se reduce a los puestos (que ya hemos visto) y cuatro calles más.

Salimos a la parte de fuera, es decir al exterior de las murallas talladas en la roca, que rodean San Bertrand.  
Un bonito paseo, verde y bucólico, como todo aquí.





 Casi no hay gente por esta zona y la temperatura es espléndida, lo que nos facilita la visita, así como la toma de fotografías de aquí y allá, en este San Bertrand de Cominges, tan de cuento.  Realmente nos vamos encontrando rincones que parecen casi decorados teatrales, preparados para que comience la función.



Quizás esta fue la parte más grata de nuestra visita a San Bertrand de Cominges y la más inesperada.



Los detalles, una vez más, captan la atención de nuestro fotógrafo oficial.

Decidimos que vamos a ir a comer antes de la una y media y nos presentamos en “Chez Simone” antes de hora.

La comida normalita. Una sopa estilo tapioca (escasa) que no sabe a nada, de segundo era pintada o carne de ciervo con salsa. 
Nos ponen también una ensalada y algo de paté con el menú. De postre: queso, tarta de manzana o fruta. Elegimos queso, que es muy francés. A las niñas les hacen un menú adaptado. ¿Recomendable? Bueno, no está mal. 
Tras la comida, toca la visita a la iglesia catedral de Santa María. Cuatro euros los adultos, las niñas gratis. 
Nos dan una audio guía en español que utilizamos a medias, pues las explicaciones son tan excesivas, que no podemos detenernos en todos los puntos. 
El origen de la catedral se remonta al inicio de la Edad Media . Después fue enriquecida hasta el siglo XVI, con otros elementos arquitectónicos y decorativos. 

Tras admirar el exterior, fue el claustro lo que nos gustó especialmente.


 Nos paramos a observar alguno de sus curiosos capiteles. 


Si bien la catedral románico-gótica de Santa María, es conocida principalmente por su claustro, en ella encontramos muchos otros detalles, que hacen que nuestra visita se demore.


En el interior de la iglesia, la prolija descripción de la sala del tesoro, hace que apague la audioguía (al menos yo) y directamente me fui al coro de los canónigos que por la mañana estaba cerrado, para verlo en toda su magnitud.


Una joya del Renacimiento, cuenta con su "lectorium", "clausura" y sesenta y seis sillas del coro, talladas en madera. 

Descubro que todos hemos abandonado la audio guía hace rato y como estamos más bien cansados, nos vamos poniendo en marcha.

Me gusta llevarme carteles de los sitios en los que estoy. Dada la vinculación de San Bertrand de Cominges con el Camino de Santiago y que veo varios carteles de actividades por la calle, intento, sin ningún éxito, que me den alguno en la oficina de Turismo. Nada, ni agua. 

Una última y muy bucólica imagen de San Bertrand de Cominges.


Todavía haremos una parada en la basílica románica de Sant Just de Valcabrère, que está en una población (yo diría que independiente de San Bertrand) que queda al sur de S. Bertrand de Cominges. 



Aunque la encontramos cerrada, la verdad es que es muy curiosa exteriormente.


Hay muy pocos visitantes en este solitario lugar que, sin embargo nos resulta muy interesante. Examinamos de cerca algunos de sus elementos, como las figuras adosadas a las columnas de la portada, que conservan restos de policromía.

La basílica, por otra parte, se encuentra rodeada por un cementerio...



y tiene la peculiaridad de presentar piezas arquitectónicas y escultóricas del sitio romano de “Lugdunum-Convenae”, lo que explica la aparición de algún elemento extraño que hemos observado y que no terminaba de encajar con lo que es una basílica, propiamente.


Ya por la tarde, prevalece la opción de ir a dar un paseo por Toulouse y ver el ambiente nocturno. 
Para ello, tenemos que coger la autopista, y una hora más tarde ya hemos llegado. 

Aparcamos donde pudimos, No sé donde, realmente, pero parecía más bien una zona de inmigrantes. Recuerdo haber estado en una plaza llamada “San Cyprian” muy multicolor en cuanto a población. Nos cuesta juntarnos con nuestros amigos que han aparcado en la otra punta de Toulouse. Finalmente somos nosotros los que cruzamos el “Pont Neuf” hasta llegar a la zona bonita de Toulouse, que veremos mejor mañana. 


Esta noche, toma de contacto. Bonitas calles y plazas.  Ambiente juvenil, y universitario. Muchos bares y comercios por las calles. Edificios destacables y bien conservados que nos llaman la atención.

Nos acercamos hasta la catedral, dicen que la catedral románica más grande de Europa. Está preciosa su torre, iluminada. 


No vemos mucho más, mañana será la visita buena.
Hacemos una cena rápida en plan bocatas y vuelta a casa. Hemos llegado muy tarde y con ganas de meternos en la cama, yo todavía saco algo de fuerzas para escribir estos apuntes.

 Espero que sepáis valorar el esfuerzo y que no faltéis a la siguiente cita, que será aquí, en Tolouse.



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