BIENVENIDO

Después de un largo camino, siempre es agradable conversar... aunque hay veces que el silencio es más sugerente.

martes, 27 de marzo de 2012

El camino de Santiago a su paso por Navarra. De Puente la Reina a Estella.

Nuestra jornada comienza muy temprano. Esto es lo habitual para los peregrinos. Terminaremos teniendo un horario casi solar y es que, una de las lecciones del Camino es la de aprovechar muy bien las horas del día tal y como vienen. ¿Qué ya entra un rayo de luz por las ventanas?, pues rápidamente a hacer camino. ¿El sol se va? Tiempo de descanso.

Aquí, en Puente la Reina, dónde hemos pasado la noche, unos cuantos jóvenes salen de una discoteca ya diurna. Los vemos pasar, sonriendo (nosotros) mientras nos dirigimos a un bar para desayunar a lo grande, que todo acopio de energía será poco. La señora que nos atiende en el bar, nos sirve maternalmente unos grandes tazones de café con leche y nos prepara unas tostadas antológicas, que saboreamos sin prisa. 

Estamos dispuestos para comenzar. La visita a Puente la Reina será para otra ocasión. 

Hoy nos dirigimos por la calle mayor, al famoso puente sobre el río Arga que da su nombre a esta localidad tan intrínsecamente unida a la ruta jacobea. 


Hacemos historia cruzando este hermoso puente y despidiendo Puente la Reina por el llamado "Barrio de las Monjas" donde existe un convento de las Comendadoras del Espíritu Santo.


Seguimos el curso del río Arga hacia el noroeste. Duros tramos de bajada y terreno accidentado entre cerros y barrancos. 


Tampoco nos acompaña mucho el tiempo, pues está medio lloviendo, lo que hace que, aparte de la incomodidad de caminar con el chubasquero, se forme barro en algún lugar y se haga dificultosa la marcha. 



A pesar de ir algo apuradillos y deseando llegar a alguna parte, siempre hay algún elemento que nos alegra la vista y que Simbad recoge con su cámara, siempre atento al detalle.
¿O no es bonita la humilde amapola que adorna senderos y caminos? 


Recompensa inmediata a nuestro sufrimiento.
Impresionante arco iris que nos hace respirar aliviados.





Vamos entrando a la comarca del Val de Mañeru y al pequeño pueblo que le da su nombre, y de allí a Cirauqui, que es el siguiente, con su pintoresco trazado medieval.
De nuevo nos acompaña la lluvia y ya van casi los primeros ocho kilómetros del día, que no están siendo demasiado fáciles.


Tenemos el mismo panorama que ayer en cuanto a escasez de servicios, tal vez esto ahora haya cambiado, han pasado algunos años desde que hicimos el Camino que ahora estoy narrando para este blog.


A las afueras de Cirauqui, hay sorpresa.




Se trata de un tramo de calzada romana y puente de la misma época, transformado en el siglo XVIII, que cruza las aguas de la regata de Iguste.


Un segundo plano, que estos hallazgos únicos, hace mucha ilusión encontrarlos en el camino, sobre todo si llueve y no está siendo de rosas, precisamente.




Avanzamos, entre campos de labor, por lo que antiguamente fuera calzada romana.


Más adelante tendremos tramos de carretera y pista llegando hasta el río Salado y llegaremos hasta Lorca, en el valle de Yerri.


Pero no paramos, pues cinco kilómetros más tarde en Villatuerta lo haremos por largo rato, ya que no podemos con el alma y va siendo hora de hacer una pausa para comer, lo que hacemos cumplidamente. 


No han sido muchos kilómetros hasta aquí, pero las condiciones climatológicas nos han dificultado la marcha enormemente, así es que, hago una petición formal a San Veremundo, patrón de Villatuerta y del Camino de Santiago en Navarra, para que mejore esto un poco, al menos en lo que nos queda de día.


Surte efecto. La lluvia cesa y la buena noticia es que sólo nos quedan cuatro kilómetros hasta Estella, que serán un paseo.


De momento a la salida de Villatuerta, el puente románico sobre el río Iranzu nos hace detenernos a sacar una foto, lo que en esta jornada tan penosa, no ha sido muy frecuente.




Por la calle "Camino de Estella", seguimos caminando con un tiempo estupendo hasta vislumbrar la silueta de la ermita de San Miguel.




Plácidamente continúa la ruta, y ahora sí, disfrutamos los kilómetros finales pues la siguiente parada será Estella.




Caminamos al lado del río Ega y será la bella fachada de la Iglesia del Santo Sepulcro en Estella, con su impresionante portada del siglo XIV, el primer monumento que podamos contemplar de esta ciudad, jacobea por excelencia.



Después de acomodarnos en el albergue de peregrinos (un choque para nosotros el encontrarnos a mucha gente, está repleto de estudiantes) como hemos llegado a buena hora, salimos a disfrutar de la ciudad, llegando en primer lugar hasta la emblemática iglesia románica de San Pedro de la Rúa, la iglesia mayor de la ciudad y uno de los conjuntos arquitectónicos más importantes del románico navarro.


Aunque está cerrada nos asomamos desde arriba para ver su claustro.


El año pasado para Semana Santa, hicimos un viaje a Estella para ver detenidamente los lugares del camino y encontramos este conjunto en obras que deberían finalizar la Semana Santa de este año, teóricamente.




Curiosamente, la ruta jacobea no se detenía inicialmente en Estella y fue en el año 1090, cuando el Rey Sancho Ramírez, la convierte en ciudad del Camino de Santiago.
Así, se otorgará a la nueva Estella (antes Lizarra) el fuero, normas legales ventajosas para los pobladores.


Tras el grato recorrido, disfrutamos también del buen ambiente y sobre todo, del tapeo, que nos sirve de cena.


Volvemos satisfechos al albergue, no terminando de gustarnos la multitud excesiva del mismo. 
A partir de este momento, aunque no siempre lo conseguiremos, buscaremos puntos menos concurridos para finalizar nuestras etapas, intentando además que no coincidan con los que señalan las guías.


Pero eso será mañana. Nos hemos ganado un reparador descanso.


Sonreímos al pensar que desde Estella nos quedan, según la guía, nada menos que 661 kilómetros para llegar a Santiago.


Y nosotros aún queremos ir más allá...



sábado, 24 de marzo de 2012

El Camino de Santiago a su paso por Navarra. De Sangüesa a Puente La Reina.

El Camino jacobeo en Navarra/Camino aragonés

Hace unas cuantas entradas, recordábamos el comienzo de uno de nuestros más entrañables viajes, el Camino de Santiago, el cual comenzamos en el Somport oscense. 
Si conocéis el Camino de Santiago, sabréis que es en Puente la Reina, donde se juntan el Camino francés tradicional (que en España parte de Roncesvalles) y el aragonés (la llamada vía tolosana).

Con un pequeño mapa se verá mejor: 

Nosotros hicimos el segundo. Por él entramos a tierras navarras desde Aragón, en unas vacaciones de semana santa de hace ya algunos años. 


Lo hicimos por una localidad que conocemos muy bien: Sangüesa.
En Sangüesa, Santa María la Real y su impresionante portada, siempre nos hace detenernos y admirarla.
De todas las grandes fachadas del románico, es una de las que muestra mayor riqueza en su decoración.


Hay que admirarla muy de cerca, porque los elementos iconográficos y simbólicos que la conforman, merecen una mirada al detalle.


Un auténtico retablo en piedra, en el que se representa el juicio final, pero en el que encontramos también elementos de la mitología nórdica y todo tipo de seres, a veces monstruosos, que nos dejan asombrados.




Situada cronológicamente hacia el 1200, su estilo es deudor del de los maestros aragoneses que trabajaron en el monasterio de San Juan de la Peña.


Fronteriza y jacobea, a Sangüesa hemos llegado ya por la tarde para iniciar nuestra segunda etapa del Camino, que nos llevará hasta Burgos.


De momento hoy (hablaremos en presente) nos conformamos con llegar hasta el albergue de Izco y aún nos quedan unos cuantos kilómetros por hacer (algo más de veinte, calculamos).


Este puente de hierro, sobre el río Aragón, que ha visto pasar a tantos y tantos peregrinos, nos ve pasar hoy a nosotros, que tomamos el testigo emocionados y nos sentimos parte de una ruta singular y hermosa como es el Camino de Santiago. 


Al cabo de medio kilómetro tenemos una alternativa: ir por la carretera de Rocaforte o bien, lo que nosotros hacemos, dirigirnos al bello desfiladero de la Foz de Lumbier.


Caminamos plácidamente junto al río Irati. y nuestro cansancio parece desaparecer con el bello paisaje visual y sonoro, que nos acompaña.




Estrecha garganta labrada por el río Irati, la Foz de Lumbier, declarada reserva natural, es un privilegiado enclave, que nos anuncia las primeras estribaciones del Pirineo oriental navarro.


1.300 metros de longitud, que pueden ser recorridos por la vía verde que discurre cerca del río.


La foz de Lumbier es una hoz estrecha y pequeña, de 1.300 metros de longitud. Su belleza resulta estremecedora y hace que nos paremos a contemplarla, conscientes del espectáculo natural que tenemos ante nosotros.


Las paredes verticales alcanzan en su cota máxima 150 metros de altura y en sus grietas viven grandes rapaces. 


Si observamos con atención, veremos a alguno de ellos sobrevolando el acantilado. La especie más importante, es el buitre leonado que cuenta con una importante colonia aquí.


Nos gustan las leyendas y aquí en la Foz de Lumbier hay una que nos habla de un puente construido con ayuda del diablo, del que quedan los restos, ya que fue destruido durante la Guerra de la Independencia.


Lo que si tenemos son dos túneles, que fueron atravesados por el primer tren eléctrico de España, que comunicó Pamplona con Sangüesa entre 1911 y 1955.


En la cercana población de Lumbier, está el Centro de Interpretación de las Foces, donde podrían contarnos muchas más cosas interesantes de este santuario de la naturaleza.


Nosotros hoy, no podemos entretenernos más, pues son pocas las horas de luz (hemos salido de Sangüesa ya por la tarde)
y tenemos kilómetros por delante.


Abandonamos la foz, para en breve llegar a Lumbier, población a la que no llegaremos a entrar.


Seguimos haciendo una marcha gratificante al lado del río Irati, aunque el cansancio comienza a hacer su aparición. 
No será nuestro único problema esta tarde.



Hemos dejado atrás Lumbier, por la carretera de Tafalla para, en breve, tomar una pista de tierra que nos llevará, en ascenso al alto de Loiti.
Siempre siguiendo el camino de las flechas amarillas (como en el mago de Oz, aunque allí eran baldosas).

 Pero atención a los nubarrones que se ven en el cielo. Pinta mal ¿verdad?


Así se pusieron las cosas no mucho más tarde. Lluvia intermitente, desorientación a ratos, cierto nerviosismo   porque no dábamos con las flechas y temimos habernos perdido... 



Afortunadamente los sustos fueron pasajeros y tuvimos una gratificante acogida en el albergue de Izco, en el que pasamos la noche.


Muy cansados, pero felices de haber conseguido nuestro objetivo. 


Mucho camino hacia delante y una única jornada nos quedaba ya para llegar a Puente la Reina, punto de unión de nuestro solitario camino aragonés y la ruta jacobea que parte de Roncesvalles.


A la mañana siguiente, estamos como nuevos. Dispuestos a darnos una buena caminata y cansarnos de lo lindo.


Los primeros ocho kilómetros del día los hacemos sin pensar. Hemos dejado atrás pequeñas poblaciones como Abinzano, Salinas de Ibargoiti e Idocín.


El segundo café de la mañana, lo tomaremos en Monreal, donde nos encontramos su precioso puente medieval sobre el Elorz.



Monreal es una pequeña y pintoresca villa, junto a la que se alza la llamada "higa de Monreal", que es una montaña.
Una de sus calles, la del Burgo, tiene auténtica configuración medieval, atravesando la población hasta encontrar un camino de carro, muy propio para caminar. 
Nos detenemos lo justito para el café y las fotos, pues tenemos unos 30 kilómetros hasta llegar a Puente la Reina. 


El día será largo.


Las flores amarillas o "aliagas", con su característico olor, serán una constante en nuestra ruta que nos llevará hasta pequeñas poblaciones, de muy breve parada para nosotros, como Yarnoz, Otano, Ezperun y Guerendian.




En estas pequeñas localidades nos asombrará la falta de servicios de las mismas.  Podría haber un bar abierto, alguna pequeña tienda (abierta) para comprar provisiones, pero no, como era día festivo, todo cerrado.


Oímos el ruido de nuestros pasos y no nos queda más que continuar, sintiendo que nuestro camino por aquí es realmente solitario.  


Bordeamos la sierra y el camino va pasando al lado de una cantera primero, al lado de un encinar y junto a campos de labor, siempre en el valle del río Elorz. 
Aunque hacemos breves paradas de recuperación,  la marcha hoy será dura y larga. Algunos tramos son realmente "rompepiernas", como el que que nos conducirá a Tiebas y su castillo derruido del siglo XIII.


A partir de Tiebas de nuevo nos encontraremos con doble posibilidad:


 Ir hacia el barrio de Campanas, Biurrum, Ucar y Enériz, pequeñas poblaciones, una casi al lado de la otra o entrar desde Tiebas a Muruarte de Reta, Olcoz y de allí a Enériz.



Elegimos la primera posibilidad (en la foto, Ucar) parando para comer un bocadillo (llegamos tarde y no había otra opción) en un bar cercano a Campanas y más adelante en algún otro lugar, de los poquísimos que encontramos a nuestro paso. 


Pero estamos ya cansados, muy cansados y prueba de ello es que de este tramo apenas tenemos fotos.


Recuerdo que en alguno de estos lugares, un vecino nos ofreció su casa para pasar la noche, pues ya atardecía. 
Será uno entre tantos, de los miles de gestos hospitalarios que nos encontraríamos en el camino.


También recuerdo a unos niños que nos preguntaron sí íbamos a Santiago, y lo que les respondimos: "Sí, pero no hoy". 
Uno entre mil gestos, que nos mostraría la simpatía de la gente hacia los peregrinos.


Pero el camino, ahora, nos reservaba una sorpresa que nunca olvidaríamos.




Allá a lo lejos, dejando ver su bella estampa, pero sin prisas, como dando un aire de suspense a la visita: la ermita de Santa María de Eunate, se va a quedar entre nuestros recuerdos del Camino, como uno de los lugares más hermosos y espectaculares.


Ahí estamos, llegando a un objetivo que nos resulta emocionante, y que nos ha dado la energía necesaria para llegar hasta él con los ánimos renovados.


Esta peculiar iglesia románica del siglo XII, con su característica planta octogonal tiene un origen incierto y misterioso.
Varios historiadores la relacionan con la orden templaria, como su hermana octogonal de Torres del Río. 


Al atardecer, la luz del sol, nos permite ver su silueta, bellamente recortada en el cielo.


Y aquí está nuestra protagonista a plena luz. 



La arquería poligonal que la rodea, tiene que ver con el origen de su nombre ya que Eunate, en euskera, significa "cien puertas"
Hospital de peregrinos, dormitorio de difuntos, faro-guía para caminantes, santuario telúrico o simplemente templo cristiano, cuando llegas aquí, tienes la sensación de estar en un lugar especial y privilegiado.





Encontramos el templo cerrado y, esta vez no podremos contemplar la sencilla virgen románica que está en su interior.
Sí nos fijamos en los curiosos capiteles con motivos marinos, que parecen observarnos con aguda mirada, desde las milenarias piedras.


La luz del crepúsculo y la soledad en la que nos encontramos que, en breve, pasará a ser cosa del pasado, nos sumerge en nosotros mismos, dándonos las fuerzas necesarias para afrontar el último tramo de camino, los últimos kilómetros que nos llevarán hasta Puente la Reina, donde los caminos se hacen uno.




Hemos caminado más de treinta kilómetros desde Izco y cuando llegamos a Puente la Reina es ya de noche. 


El albergue está en obras, han habilitado algún lugar para los peregrinos, pero está repleto. 


En un hotel nos ofrecen una habitación a compartir con otros peregrinos en la misma situación que nosotros. Comienzan a aparecer los primeros nombres: los alemanes bautizados por nosotros como "Zipi y Zape" que se mueren de risa a cada palabra, o Jorge, el chico de Canfranc que decidió hacer el camino al quedarse en el paro...


Comienza una etapa radicalmente distinta en el camino y, aunque en él seguiremos buscando la soledad, las risas, la conversación y el compartir una experiencia que nos une, hace que nos olvidemos del cansancio y nos sintamos agradecidos por la hospitalidad de este hotel casi de lujo, de Puente la Reina, que se unió a la causa jacobea y permitió a cinco peregrinos dormir, a bajo precio, en una confortable habitación familiar...


Pero yo quiero finalizar esta entrada, con la imagen que más me viene a la mente cuando recuerdo este tramo. Con la sugerente vista de Santa María de Eunate.
Volveríamos más adelante a verla y logramos entrar a su interior, pero ya no fue lo mismo.


La recuerdo así, misteriosa y solitaria, tal y como la vimos por primera vez, haciendo el camino.








Y no lo hemos olvidado.

sábado, 17 de marzo de 2012

Paseos zaragozanos. El arrabal

Tenemos una mañana de domingo ventosa en Zaragoza. No es ninguna novedad. Nos da pereza coger el coche, así es que decidimos hacer una pequeña ruta zaragozana por una zona, la del Arrabal, que conocemos bastante poco. La completaremos con algún punto de la Avenida Cataluña y misión cumplida, la de saber algo más de nuestra ciudad.


Para los que no son de Zaragoza, diremos que el Arrabal es el Barrio que está justito nada más cruzar el río Ebro.  Ya lo dice la jota:


"No puedo cruzar el Ebro, me lo impide la arboleda, si no me tiende la mano una niña arrabalera", en fin, no es lo mío, pero esta la llevo oyendo toda la vida y, realmente es una exageración, porque para cruzar el Ebro, a Zaragoza otra cosa no, pero puentes no le faltan.


Este es el Puente de Piedra. El más emblemático y típico de la ciudad. Testigo de múltiples avatares y cuya historia está ligada a la ciudad de Zaragoza como ningún otro. Construido sobre el anterior romano, es gótico del siglo XV y tiene en su inicio y en su final, cuatro hermosos leones (símbolo de la ciudad) del escultor Rallo.


Estos leones tan majos, se colocaron en 1991 como recuerdo a los de piedra, que estuvieron en el puente hasta 1920. 
Los de ahora son de bronce y de 250 cm. de altura.


Cruzando el Puente de Piedra también nos encontramos esta cruz:

Se trata de un memorial inaugurado por Alfonso XIII el 15 de junio de 1908, primer centenario de los sitios.


Está dedicado a Basilio Boggiero, Santiago de Sas (fusilados ahí mismo tras la capitulación) y al Barón de Warsage, herido en la defensa de la ciudad durante la invasión francesa.


Bueno, que a este paso no nos movemos del puente, será cuestión de cruzar y de visitar alguno de los lugares más interesantes del Arrabal zaragozano.


Vamos a hablar mucho de los franceses, ya que precisamente la iglesia de Altabás, con la que nos encontramos nada más cruzar, sustituye el primitivo templo del siglo XIV, derrumbado en 1813 por nuestros vecinos.


Neoclásica, muy sobria, no podemos ver su interior porque están en misa de niños y no es cuestión de molestar.
Lo que yo sí sé, es que de esta iglesia parte una cofradía de gran tradición, la de "Ecce Homo" que en lugar de tambores llevan unos curiosos instrumentos de madera (matracas) y sacan una talla hermosísima de un Cristo sentado. Una de las más antiguas de la Semana Santa zaragozana. ¿Os interesa?


http://www.eccehomozaragoza.org/


Nos adentramos un poquito por el barrio, algo degradado y mucho en obras. 


La plaza de la Mesa, está llena de andamios.


Cuando la restauren, quedará preciosa, con sus casitas típicas aragonesas, así es que será cuestión de esperar.


Se llama de la mesa, porque en el centro de la plaza ponían una mesa para hacer la contratación de jornales agrícolas o algo parecido. 


Dicen que tiene una excepcional acústica. Lo comprobamos y sí, es verdad.


El casco histórico del Arrabal tiene sello propio. Data del siglo XIII y estaba tradicionalmente poblado por agricultores y ganaderos.
Sus casas conservan el sabor de la arquitectura popular, pero, como decimos, están el pleno proceso de "lavado de cara al Barrio".


Estupenda iniciativa, lo necesita.




Otro lugar típico es el llamado "Callejón de Lucas", única calle cubierta en la ciudad de Zaragoza.

Se encuentra en medio de la Calle del Horno y por ella se accede a una manzana interior de viviendas de ladrillo del siglo XVIII. 

Un bonito rincón.


Siguiente parada: La Plaza del Rosario.
Centro neurálgico del casco histórico del Arrabal. Mientras observamos en sus muros los carteles alusivos a los sitios de Zaragoza (al fondo el General Paláfox y el Tío Jorge, del que luego hablaremos), la música de fondo magrebí y los niños que juegan en la plaza, nos llevan a un arrabal multicultural, acorde con nuestro tiempo.



El rico colorido de las fachadas, al que complementa el de la ropa tendida de los balcones, nos da una encantadora estampa.


Estamos ante uno de los pocos lugares en los que se conserva la típica vivienda aragonesa de ladrillo mudéjar con alero.


Mas datos históricos nos los da el "Escudo de Broqueleros", situado en la Calle Villacampa.


Hagamos Historia. 


El 5 de abril de 1766, se produce el motín del pan,  en el que un grupo de labradores, encabezados por Miguel Ferrer del Arrabal, entre otros, armados de espadas y broqueles restablecía el orden ciudadano. 
En 1767, Carlos III concedió cartas de hidalguía a favor de veintiún jefes de broqueleros y Ferrer colocó el blasón sobre el dintel de su casa.




Cuántas cosas curiosas en este Barrio del otro lado del Ebro. 
 

El Barrio del Arrabal ha editado una guía turística y organizan recorridos para conocer sus rincones. 
Aunque nosotros vamos a nuestro aire, les damos gracias por facilitarnos la visita, ya que llevo la guía fotocopiada y vamos buscando los puntos de interés. Ahora, me sirve también, para dar la información correspondiente, en esta entrada dedicada al Arrabal. 


Encontramos una segunda placa conmemorativa, la de la casa del tío Jorge.
Quedaba pendiente saber quién era el tío Jorge.
Bien, pues se trata de Jorge Ibort, lugarteniente de Palafox y uno de los héroes de los sitios.


Nuestro pequeño paseo dominguero por el Arrabal, nos lleva hasta su Plaza Mayor, la Plaza de San Gregorio. Lugar en el que hasta los años 60, se celebraba el Ferial de Ganado.
Hoy es lugar de descanso y relajada tertulia.



Al parecer, también de juegos tradicionales, pues aquí tenemos a un veterano grupo de jugadores de petanca.


Esta plaza divide el Casco Histórico del parque del tío Jorge, en el que nos detendremos un rato.


Este emblemático parque, fue construido sobre las antiguas Balsas del Ebro Viejo. 


Inaugurado en 1960, reformado y ampliado en los ochenta, cuenta con más de 50 especies arbóreas y gran variedad de aves, aunque Simbad me cuenta que las cotorras argentinas han invadido este espacio (¡!) y debe ser verdad, pues haciendo honor a su nombre se las oye por todo el parque.


Nosotros paseamos relajadamente por el parque, a ver qué tenemos por aquí.


Aparte de las cotorras anteriormente mencionadas, (y he leído que también hay un problema con los estorninos) nos encontramos con sonidos de Semana Santa. Hablábamos antes de la cofradía de Ecce Homo. Se oyen sonidos de matracas y con ellas tenemos a un grupo de cofrades, en pleno ensayo. 
Espero que no les moleste esta "foto robada".




Nos quedamos un rato escuchándoles, eso sí, a la distancia. 
Me gusta el sonido de sus instrumentos de madera. Además me recuerdan la proximidad de las vacaciones, aunque sean cortas.


En el parque también hay un bonito lago, de aguas muy limpias y transparentes.




En el lago, se halla esta escultura titulada "Patos al vuelo", obra de Manuel López en 1979.
Representa una bandada de patos emprendiendo el vuelo desde el agua del lago. 
Queda bien.







Reparamos nuevamente en la presencia de las señoritas cotorras argentinas y sus preocupantes nidos.












Al parecer han desplazado a las especies autóctonas.
Sus nidos se reconocen porque son más grandes.






Y, como es natural, puesto que estamos en el Parque del tío Jorge,  tenemos un monumento que representa al protagonista, recordemos, Jorge Ibort, "el tío Jorge" ensalzando su papel como defensor de la ciudad.


Mientras nos acercamos ya a la salida, pasamos por un grupo escultórico en madera (que no nos dice mucho, la verdad) creado en el año 2002 a partir de una iniciativa de la Escuela de Arte de Zaragoza.




Una pintada callejera, a veces es la mejor forma de expresión del espíritu de un barrio. Así que tomando de referencia la que aparece en el centro cívico, nos hacemos idea del espíritu del histórico barrio del Arrabal. 


Vivo, peculiar, dinámico, tal vez transgresor. Como dicen en la guía que llevo conmigo, el Arrabal no deja indiferente a nadie.




Nuestro paseo de domingo llega a su fin, pero de regreso queremos aprovecharlo viendo algún otro lugar por los que no pasamos habitualmente, los que vivimos al otro lado del Ebro.


Acercándonos a la Avenida Cataluña, la Estación del Norte, hoy centro cívico. 
Inaugurada en 1861 por el rey consorte D. Francisco de Asís, recibió el primer tren y ejerció como estación hasta 1973.


Una curiosidad es que durante años, acogió una cubierta obra de Eiffel. (¿Qué sería de la tal cubierta?)


Cercana a la estación, una fuente de la que yo desconocía por completo su existencia.


La fuente del dragón emergente.




Resulta que, a pesar de ser San Jorge el patrón de Aragón, no teníamos en Zaragoza ninguna figura alusiva a la leyenda.
Carlos Ochoa, puso remedio a esto en el año 2004, con esta escultura, pero se olvidó del Santo y nos dejó sólo a un dragón que emerge de la lamina de agua con ojos lánguidos.





Esta claro que es un dragón bueno.
¡Fijaos qué carita de pena!


No os vayáis todavía que, de camino a casa, vamos a pasar por dos imponentes edificios (y seguimos sin cruzar al otro lado del Ebro).


En la Avenida Cataluña, intersección con Avenida Puente del Pilar, la "Casa Solans".




Del industrial harinero Juan Solans, según proyecto del arquitecto Miguel Ángel Navarro en 1911. 


Magnífico ejemplo de la llamada arquitectura ecléctica suntuaria privada. Con azulejos policromos levantinos y vidrieras de La Veneciana, ha sido declarada Bien de Interés Cultural.


Y en la misma Avenida Cataluña, la antigua fábrica de "Galletas Patria".




Construida por Félix Navarro (el del Mercado Central) en 1909. 


Un edificio precioso que yo tampoco conocía y que gracias a los amigos de la asociación "Gozarte" (aparte de hacer estupendas rutas, tienen un magnífico blog, que tengo enlazado) me hicieron conocerlo y decir eso de ("Anda y ¿esto tan chulo tenemos en Zaragoza? ¿dónde está?)


Si ya lo dice un amigo mío, hay muchas cosas en Zaragoza, pero no las sabemos encontrar.


Parece que va siendo hora de volver a cruzar el Ebro, pero esta vez  "de puente a puente", pues hemos entrado por el de piedra y nos vamos por el Puente de hierro.




Oficialmente llamado "de Nuestra Señora del Pilar" fue construido en 1895, siguiendo el estilo de Eiffel. De estilo modernista, es una de las primeras grandes obras de hierro de la ciudad de Zaragoza. A mí este puente siempre me ha encantado.




Al fondo queda el puente de piedra y el Pilar. 


¿Os ha gustado el paseo? Nosotros, con él, hemos aprendido mucho.
También hemos acortado la distancia entre las dos márgenes del río, a veces tan distantes y ajenas en una misma ciudad.


Con un gesto tan sencillo, como cruzar un puente.


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