BIENVENIDO

Después de un largo camino, siempre es agradable conversar... aunque hay veces que el silencio es más sugerente.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Edimburgo

A MODO DE PRESENTACIÓN


Antigua capital del Reino de Escocia, sede del parlamento escocés, cuna de la reforma: Edimburgo, extendida a los pies de una colina, es una ciudad con una fascinante aureola de misterio.
Pasear por Edimburgo tiene algo especial, porque es como hacerlo por las páginas de una novela.
Gloriosos episodios históricos, sangrientas batallas, historias de asesinos y fantasmas recorren las oscuras callejuelas de la Old Town, el casco histórico, declarado patrimonio universal por la Unesco.
Una milla separa su imponente castillo del Palacio de Holyrood. La milla real o Royal Mile es la arteria principal de la ciudad para los visitantes, el punto de encuentro que recorreremos una y otra vez.


Más allá de los jardines de Princess Street, la New Town, la elegante ciudad construida en el siglo XVII para descongestionar la superpoblada parte histórica. Cuadriculadas calles en las que destacan las elegantes casas georgianas: el Edimburgo más glamoroso y urbano.


Tradición y vanguardia. La ciudad estalla de energía cada mes de agosto con su festival, que atrae a miles de turistas cada año. Nosotros hemos venido en Junio a conocer la ciudad y contamos con tres días para ello, en los que intentaremos también acercarnos hasta Dean Village o a Leith, las afueras de la ciudad, pequeños pueblos absorbidos por la urbe.

Van a ser tres días intensos que llevo preparando unos cuantos meses. Lectura de guías, páginas web como “Visit Scotland”, diarios de Escocia escritos en “los viajeros” con mención expresa a Edimburgo o diarios dedicados íntegramente a la ciudad, como el de Alrok, al que debo unas cuantas ideas.
Me ha gustado preparar este viaje que hacemos solos, sin nuestras hijas (nosotros decimos que nos vamos “de novios”) Las niñas se han quedado con los abuelos, (tranquilas, chicas, al siguiente viaje venís) Edimburgo nos espera. ¿Me acompañáis?

DATOS PRÁCTICOS

Hemos volado con Easy Jet desde Madrid. El vuelo ha salido con algo de retraso. No habíamos hecho ningún viaje con esta compañía y nos ha parecido bastante parecida a Ryanair, que conocemos más ya que tiene varios vuelos con salida en Zaragoza, nuestra ciudad.
Llegamos en tres horas aproximadamente (con el horario inglés es una hora más temprano) y, como sólo llevamos equipaje de mano, rápidamente a coger el bus que nos llevará al centro. Hay varias posibilidades, pero optamos por la más sencilla que es coger un autobús de la empresa Airlink que simplemente conecta el aeropuerto con la estación de Waverley y alguna parada intermedia más. El billete de ida y vuelta cuesta 6 libras y está justo al salir del aeropuerto, muy bien anunciado. Hay una taquilla de venta de billetes antes de llegar al autobús. No tiene pérdida.
Como el autobús tiene dos pisos y hemos salido de los primeros, nos permitimos el capricho de situarnos en los asientos delanteros del piso de arriba. Al principio nos desconcierta el sentido del tráfico, aunque no tardaremos en acostumbrarnos a él.
Las primeras vistas de la ciudad son espectaculares. Me voy creyendo que sí, que es verdad, que por fin estamos en Edimburgo.


Me daba un poco de miedo la temperatura que pudiera haber por aquí. No hace mucho frío, de hecho brilla el sol, pero ya en la calle, tampoco me sobra algo de abrigo. Claro que hay gente que va en manga corta o tirantes, pero para nosotros que venimos de climas más cálidos, fresquito moderado.
Nos alojamos en una guest house (las hay a patadas por aquí). La nuestra se llama Balmore y está como a un cuarto de hora del centro, en Place Gilmore. Nos ha costado 70 libras la noche con desayuno incluido. Aunque muy hábiles nosotros, nos equivocamos al reservar y pusimos un día menos. Al darnos cuenta y añadir otra noche, el precio había subido a 80 pounds. La habitación, baño y armario es minúsculo, pero muy acogedor y coqueto. La señora igualmente muy amable. Parece que hemos acertado. Menos mal.

LA LLEGADA

Nos acomodamos y salimos a tomar contacto con la city. No sé si el sábado por la tarde es el mejor día para esto. Nos dirigimos hacia Grassmarket.


Muchas cuadrillas (sobre todo de hombres) por la calle, algunos seriamente perjudicados por los efluvios del alcohol. Otros van disfrazados (vimos a uno de bebé, un plátano andante, marineritos…). Para colmo hay una marcha nocturna o algo así por el cáncer de mama (esto lo descubriremos luego) y vemos a un montón de chicas minifalderas, con boas y plumas rosas, y camisetas pintadas con sujetadores y no sabemos qué pensar. Lo de las chicas nos mosqueó porque iban todas iguales, con esa pinta. Era un poco raro… Lo de los hombres se explicó solo más tarde: habíamos atravesado por una zona con clubs de striptease y locales de alterne.


Bueno, nosotros a lo nuestro. Propongo dar un paseo por la Royal Mile. Compruebo que todo me suena, las calles y sus tramos (que no siempre se llaman igual) los lugares de visita, los pubs… es lo que tiene estar tanto tiempo preparando los itinerarios, viendo fotos y leyendo sobre Edimburgo, que me parece que ya he estado en todas partes.





Nos vamos deteniendo en alguno de los lugares que visitaremos durante estos días: como el Museo de los Escritores, dentro de un callejón, con sus losas de piedra grabadas recordando frases de escritores célebres.




Por todas partes hay grupos haciendo “tours” nocturnos, en algunos los guías van disfrazados de forma tétrica, serán los de los fantasmas o historias terroríficas, que Edimburgo tiene un rato. Llegamos hasta el Castillo, hay unas gradas dispuestas para algún espectáculo en la explanada.







Damos media vuelta y Milla abajo, tropezamos con la iglesia neogótica del siglo XIX conocida como “The hub”, hoy convertida en centro de información.











Más allá la estatua de Adam Smith (lo estudié en una asignatura de economía en mis tiempos de estudiante y le tengo un poco de tirria), Saint Giles…








Más tours; una chica de aspecto eslavo baila descalza en la calle, un grupo de chicos vestidos de negro hacen un espectáculo con fuego... Los pubs están a rebosar, pero hoy nos va a dar un poco de corte entrar. Hay gente vociferando, algunos con aspecto amenazante (quizá el alcohol). Pasamos por el pub de Deacon Brodie`s (el personaje inspirador de Dr. Jekyll y Mr. Hyde).


Entramos a una tienda de recuerdos y curioseo un poco, a las niñas habrá que comprarles algo pero ¡menudos precios! My husband va fotografiando aquí y allá aunque la luz se va yendo por momentos. Estamos cada vez más cansados y decidimos volver por la zona de Grassmarket, más cercana a nuestro alojamiento. La chica de aspecto eslavo sigue con sus bailes y ahora un muchacho la acompaña a la guitarra y otro con unos palitos se encarga de la percusión. Lo hacen sorprendentemente bien, da ganas de quedarse a verlos, pero nadie lo hace.



Una vez desviados hacia la derecha, nuevamente lugares en los que “ya he estado”, como “The elephant house”, el pub dónde la Sra. Rowling escribió alguna de las andanzas de Harry Potter (eso dicen) y la estatua al perrito más famoso de Edimburgo: Greyfriars Bobby, el terrier que durante catorce años permaneció en la tumba de su amo.

¡Qué historia tan conmovedora! Quiero foto. Unos chicos se paran y uno de ellos se ofrece a hacernos alguna a los dos. Pues sí, vale.


Unos cuantos sitios llevan el nombre de Greyfriars, también hay una iglesia y… sí, el cementerio. He oído y leído sobre el cementerio de Greyfriars, lo tengo en el itinerario de mañana, pero como está abierto, pues entramos.


Solitario y tenebroso, me lo imaginaba más pequeño. Aquí está enterrado el perrito Bobby, una pequeña lápida lo recuerda, pero en nuestro primer contacto con éste cementerio no la encontramos, sí la de su amo, el policía John Grey.











Pasamos junto al siniestro mausoleo de los Mackenzie;






Observamos las jaulas de hierro con las que preservar las tumbas del expolio de los robacadáveres… Tiene gracia la cosa, con la marcha que lleva el personal a escasos metros de aquí y nosotros inmersos en un lugar tan siniestro, evocando terribles sucesos, paseando entre las tumbas. Dicen que el cementerio está embrujado, que suceden fenómenos extraños... En la creciente oscuridad, a mí me da un poco de cosa y empiezo a pensar cosas raras como que nos cierren la puerta y nos quedemos dentro. Mientras nos vamos retirando no dejo de asombrarme al ver las ventanas iluminadas de casas habitadas que asoman entre unas lápidas y otras de los muros.



Salimos, la gente sigue de marcha, pero ahora parece todo más tranquilo (los horarios no son iguales que en España), lo único que ahora se ve a algunos en fases más violentas, hay alguna bronca, vaya, (normal, el proceso es igual en todas partes). Comento que aquí a la gente se la ve más abierta y espontánea, menos encorsetada que sus primos ingleses. Es otra cosa. El acento es diferente, hablan como a golpes y mucho más alto (es sólo una impresión, ya que acabo de llegar) no creo haber visto muchas películas escocesas, pero sí irlandesas y no sé por qué me los recuerdan …

De regreso hacia casa caminamos por el Barrio de la Universidad, aunque ya machacaditos. El día se ha hecho intenso y agotador. Se impone parar en algún sitio a cenar o comprar alguna cosa en algún supermercado (hemos visto uno abierto). Quiero volver a casa, ponerme cómoda y descansar. Optamos por comprar un par de ensaladas de esas que vienen preparadas, algo de embutido y a correr.


Así transcurrió nuestro primer día, lo he contado desordenado, pero así son las tomas de contacto improvisadas, un batiburrillo de cosas que luego hay que ir ordenando mentalmente. Es lo que voy a intentar hacer.

PRIMER DÍA EN EDIMBURGO.

20 de junio de 2010


Nos hemos despertado muy temprano, y lo primero que hago es terminar de escribir lo de ayer. Todavía nos dura el cansancio, pero nos disponemos a bajar a desayunar. Fenomenal el desayuno, muy completo y todos realmente amables.
Nos vamos llenos de energía y un sol brillante ilumina la mañana. Esto promete.


El Castillo
9,30 horas. ¿Cuál va a ser nuestra primera visita en Edimburgo? Recorremos la muy pintoresca Victoria Street ...


...para dirigirnos hacia el primer destino de cualquier turista que se precie en Edimburgo. Naturalmente, el castillo.


Fue residencia real hasta la unión de las dos coronas en 1603. Posteriormente la corte residirá en Inglaterra.
Símbolo por excelencia de la ciudad, está claro que lo saben y lo aprovechan. Entrar cuesta 14 libras, 17 con audio guía (los niños creo que algo más de 7). Aunque hemos llegado temprano ya hay cola. No tenemos que esperar mucho y entramos con un pequeño plano que nos facilitan en la taquilla, que va enumerando los lugares de interés. Las vistas de la ciudad de Edimburgo desde aquí son impresionantes.



Vamos deteniéndonos en aquellos lugares que más nos llaman la atención.

Hay a la entrada una hilera de cañones, pero nos acercamos al más famoso:


el One O,clock Gun, de la segunda guerra mundial, que lanza un atronador cañonazo a la una en punto, según la tradición, pero no los domingos y como hoy es domingo no habrá ocasión de verlo en directo.





La capilla de Santa Margarita, es el edificio más antiguo de la ciudad (pequeña capilla construida por David I en memoria de su madre en 1093) este mismo David , años más tarde fundó la abadía de Holyrood una milla hacia el este, junto a la que se erige ahora el palacio de la reina. Es un edificio diminuto, sencillo, con bonitas vidrieras.

Fuera está el Mons Meg, cañón del siglo XV con más de seis toneladas de peso.


Palacio y Sala de la Corona. En una sala acorazada se encuentran los símbolos de la realeza de Escocia que estuvieron dormidos (guardados en un cofre) por mucho tiempo. Por mediación de Sir Walter Scott en 1818: Corona, espada y cetro hoy, se exponen en el palacio. En cuanto a la piedra del destino, en 1996, el día de San Andrés, esta reliquia de los antiguos reyes escoceses, fue devuelta a Escocia. Es un bloque de arenisca con dos aros de hierro a cada lado. Durante 700 años estuvo guardada en la abadía de Westminster, en Londres, bajo la silla de la coronación. Usada en las ceremonias de entronización, diríamos que todos los monarcas ingleses, incluida Isabel II, han pasado por esta piedra, de la que se dice que era originaria de Tierra Santa. En esta sala estaba prohibidísimo hacer fotos.


Entramos también en diversas salas del palacio, en el que María Estuardo dio a luz a Jacobo VI, en el que se unirían los reinos de Inglaterra y Escocia en 1606. 
Son salas austeras y en sus paredes pueden verse imágenes de algunos nobles escoceses, un busto de María Estuardo, un pequeño habitáculo que conserva las pinturas originales en sus techos y diversas chimeneas y escudos…
Gran Salón: Sede del parlamento escocés 
hasta 1639. Construido como salón de ceremonias para Jacobo IV.

Otros lugares curiosos son:

Cementerio de mascotas, los animales (perros, sobre todo) de los oficiales tienen su propio espacio.


La prisión: mazmorras con inscripciones de los prisioneros franceses (guerras con Francia siglos XVIII y XIX) con una curiosa ambientación auditiva y sombras animadas.


También hay un museo dedicado a la historia militar de Escocia.


Hacemos la visita junto con cientos de turistas de todas las razas y maneras. La verdad es que esto nos divierte y forma parte de la visita. Como quien no quiere la cosa también las fotografías recogen a parte del público ...




.. y es que el castillo tiene los visitantes que uno espera (los tropecientos japoneses) y otros que nos llaman la atención como unos monjes budistas, uno de ellos lleva en una mano un rosario de oración (evidentemente no se llamará así) mientras con un spray perfumado que lleva en la otra mano va purificando el ambiente.


Tras breve descanso y aprovechando el tirón energético de la mañana nos dirigimos a la:


NATIONAL GALLERY



Una de las mejores galerías de arte del país. Entramos poco convencidos pues estábamos ya un poco cansados tras la visita al Castillo, pero no nos arrepentimos, en absoluto. Si os gusta el arte no os lo perdáis ya que en un reducido espacio vamos a encontrar obras de gran valor. Al entrar, un amable portero indica a mi marido que deje la pequeña mochila que lleva en recepción. Tras liarnos un poco, cómo no, que si arriba que si abajo, nos dirigimos a las salas principales. Pintores como Van Dick, Rembrandt Rubens, Tiziano… un agradable frontal de pared con cuadros de El Greco, Murillo, Ribera o “La vieja friendo huevos” de Velázquez.
Una estupenda sala dedicada a los impresionistas en la planta de arriba y, lo más sorprendente, precisamente dónde más nos detuvimos fue en la parte de abajo que muestra exclusivamente pintura escocesa. Henry Raeburn es uno de los exponentes más famosos de ella y su obra más famosa es “El Reverendo Robert Walker patinando en Duddingston Loch” realmente deliciosa. Junto a esta obra, otras más desconocidas de autores de los que igualmente nada sabemos, con escenas de niños en la escuela o de la vida cotidiana … que nos llaman la atención por la sensibilidad con que están realizados. Como es lógico estaba prohibido hacer fotos.

Salimos encantados de la visita y por una puerta que da a los jardines de Princess street Gardens, la arteria o zona verde que separan la vieja y nueva ciudad.
Es domingo y hace sol. Hay grupos comiendo en plan picnic, otros simplemente descansan tumbados en la hierba.


Decidimos ir a comer algo y volver más tarde a disfrutar de un rato de relax, porque nos dan mucha envidia lo tranquilos y felices que se les ve. Al fin y al cabo, también es domingo para nosotros aunque estemos en Edimburgo.


Tengo algún sitio señalado de antemano de la cadena “Pret a Manger”, bocadillos, sándwiches, ensaladas y algo de fruta a precios razonables. Hay uno cerca y nos gustan más que otros establecimientos de comida rápida. Así es que vamos a lo seguro y acertamos, todo está muy bueno, aunque no muy variado.


Después a lo dicho, un ratito al parque a retomar fuerzas para la tarde.


La idea inicial era hacer etapa por día, pero cuando uno viaja los días son tan intensos que cunden por dos. Ya que estamos relajados en Princess Garden haremos una pausa cargándonos de energía para la siguiente etapa.

De Princes Gardens a New Town y algunos asuntos pendientes.


En la anterior etapa nos habíamos quedado en Princes Gardens, descansando. Llega el momento de continuar. Ya que estamos por aquí, decidimos continuar investigando la zona. Por aquí hay varias cosas interesantes.


En Princess street tenemos el monumento a Sir Walter Scott, construcción que forma parte de la silueta inconfundible de Edimburgo.


Además de novelista fue un importante personaje público. 287 escalones nos conducen hasta arriba para ver las impresionantes vistas, pero no nos animamos a hacerlo.




Continuamos paseando con animado ambiente callejero en el que no faltan los gaiteros que ponen su música y ambientación a la zona. Nos llama la atención la extrema juventud de este muchachito:







Llegamos hasta los grandes almacenes Jenners, una suerte de Harrods a la escocesa.


En realidad son los más antiguos de Gran Bretaña, pues datan de 1837. Echamos un vistazo al interior ya que están abiertos. Es bonita la estructura y en la planta superior hay una exposición (serán en total cinco o seis cuadros) de Bob Dylan. Subimos en ascensor a la tercera planta para verla. Rápidamente se nos acerca un dependiente para informarnos. Son extremadamente amables. Como mi nivel de inglés es más o menos de cuarto de primaria (es el curso que hace mi hija mayor) me alcanza un catálogo para que me informe bien. No queríamos tanto, pero le pone tanto interés que echo una ojeada a la obra del cantante, por lo visto, también pintor.


De nuevo en Princess street observamos que, a pesar de ser domingo, al igual que los almacenes Jenners, la mayoría de los comercios están abiertos. Hay gente arriba y abajo.





Observamos la manera tan curiosa que tienen algunos de ganarse la vida:









Nos toca ahora un paseito por la New Town Parte nueva de la ciudad. Construida en el siglo XVIII para aliviar el hacinamiento y la insalubridad del casco antiguo.


El día continúa siendo tan soleado que casi hay que buscar la sombra.


Vamos hasta Charlotte Square. Plaza construida entre 1792 y 1811, para proporcionar alojamiento a los comerciantes ricos de la ciudad. Dice mi guía que la más bonita de la zona, con sus edificios georgianos.



Hay una casa que puede visitarse en el número 7 (La Georgian house) la localizamos pronto por el autobús turístico que hay a la puerta.


Nosotros sólo queremos pasear y seguimos por George Street, la calle más lujosa, centro de la vida financiera y con tiendas y bares guays, alguno hoy tomado por los moteros.


Tengo alguno señalado como “Le Dome” que es un banco reconvertido en bar. Intentamos mirar un poco dentro a curiosear, pero nos sale enseguida un camarero o recepcionista o lo que sea y, aunque le decimos que “only to see” (sí, un poco cutre ya lo sé) y nos deja (Ok, Ok) es todo en plan lujoso y nosotros con los vaqueros y tal … como que no pegábamos mucho. Nos vamos. Esto ya no lo hago más aunque la guía diga lo que quiera.





Bien, pues recorrida la zona del glamour, vamos a volver a la parte vieja a completar parte de las cosas que ya hicimos ayer.


Las temperaturas veraniegas hacen que la tarde esté de lo más animada.





Alrededores de Grass Market


Ascendemos por Cockburn Street, camino de la Royal Mile. No será la última vez que recorramos esta calle en uno u otro sentido.


Seguimos adelante hasta George IV Bridge y descendemos por Victoria Street (otra vía que patearemos muchas veces más) a Grassmarket y sus bonitas casas.



Tanto en Grassmarket como sus alrededores ayer había una marcha impresionante. Antiguamente era una zona de mercado y de ejecuciones públicas. Ya ves, todas las diversiones juntas.





Hoy el personal está más tranquilo. En el recorrido tropezamos con muchas tiendas, algunas muy curiosas, incluso graciosas ...








... y muchos, muchos pubs.


No obstante, nos decantamos por ir por Candlemarket hasta George IV Bridge en busca de un café: “The elephant house”. Nos hace ilusión tomar un café en el mismo local en el que J.K.Rowling escribió alguno de sus libros de Harry Potter, o ha sido visitado por autores de novela policíaca, como Ian Rankin.





El lugar es delicioso. Tiene una parte interior con mesas de madera, que compartes con otra gente si no tienes sitio libre.


Todo está lleno de elefantes (esculturas, dibujos, libros) y las paredes acristaladas con vistas al castillo. Una gozada. Así es que los cafés los tomamos con calma, que aquí se está muy bien. Para nuestra sorpresa no hay mucha gente. Vemos que aquí también se puede comer, leer prensa, conectarte a Internet. Un rato de lo más agradable.

Volvemos a la zona de la iglesia de Greyfriars Churchyard, la primera iglesia presbiteriana escocesa, (ayer visitamos el cementerio anexo) En esta iglesia se firmó el “National covenant” , documento por el que se afirmaba el culto protestante frente a la iglesia episcopaliana de Carlos I. Vuelve a estar cerrada.
En el cementerio hay mucha gente, y ya no siento el cosquilleo en el estómago de ayer noche que estábamos solos.



Aprovechamos para hacer una foto a la tumba de Greyfriars Bobby, que está nada más entrar (pero nada más entrar ¿eh? y ayer no la vimos). Los niños dejan dibujos y juguetes al simpático perrito que, recordemos, estuvo catorce años junto a la tumba de su amo hasta su propia muerte en 1872.




Ya está, nos vamos.

Ya que estamos cerca, nos dirigimos al


Barrio de la Universidad.


En este Barrio hay dos interesantes museos:


Museo of Scotland: Exposición de los tesoros históricos del país. Abrió sus puertas en 1998. El museo viene a contar la historia del país desde sus orígenes hasta la actualidad y


Royal Museum: antiguo palacio victoriano, fue primero un museo industrial, después se ampliaría a una importante colección de objetos relacionados con las ciencias naturales, técnicas y artes.


También otro dedicado a la cirugía: The Surgeon,s Hall, (este me haría gracia entrar). Por el horario están todos cerrados. Pero, alucinad, en realidad son las cinco y media de la tarde, así es que tras acercarnos hasta el Old College la universidad más importante de Escocia, fundada por Jaime VI en 1582, decido meter mi guía en el bolso y dejarnos llevar con tranquilidad por la plácida vida de un domingo edimburguense.


Paseando, paseando, y mientras, la tarde nos deja imágenes como esta:


Decidimos cumplir uno de nuestros clásicos: acercarnos a la estación. Nos gusta el ambiente de las estaciones, siempre las visitamos.
La de Waverley no va a ser menos.



Nos gusta observar a la gente variada que viene y va. Dejamos pasar el tiempo y lo siguiente será echar una cervecita en un pub que nos inspire algo. También tengo apuntados varios, como la taberna de Deacon Brodie,s o “The last drop”, pero finalmente la música en directo que sale de uno de ellos (por el que pasamos ayer, abarrotado de gente) nos lo hace más sugerente y entramos a “The Scotman,s lounge”, un lugar mucho más auténtico en el que termina la jornada una clientela habitual de la zona. Nos pedimos “two half pints” de la cerveza local; Caledonian. Está caliente y sabe rara, la verdad. Pero el lugar es muy agradable con el señor tocando canciones de Bob Dylan (otra vez Dylan) y otras parecidas, que además tiene un fondo musical de coros, que no sabemos de dónde lo saca. Se ve a los parroquianos relajados y como de encuentro tras el trabajo. Nosotros nos encontramos muy bien aquí. Al final una señora me pide que le cuide el bolso cuando sale a fumar y el camarero nos da las gracias cuando nos vamos. Qué bien. Comentamos que es difícil encontrar un lugar así en los viajes. Ha sido una casualidad afortunada.



Nos vamos paseando por la Royal Mile que se encuentra animada aún, pero se nota que va finalizando el día.



Todavía entramos a un curioso local de la policía, que viene a ser un pequeño museo dónde se exhiben objetos curiosos relacionados con criminales locales, uniformes e incluso cámaras fotográficas usadas por la poli. Está abierto, qué raro a estas horas. Es interesante y nos esforzamos en traducir los paneles en inglés para enterarnos un poco de los utensilios que se exponen: mazas, cuchillos, puños americanos espeluznantes, anillos con pinchos e incluso un abrecartas que llevaba en su mano uno de los desenterradores de cadáveres cuando fue detenido (Burke o Hare, no recuerdo). Es pequeñito, curioso y está en plena Royal Mile.

Pasamos nuevamente por los jardines de Princess Street ya de vuelta a casa.
Nos indican que los van a cerrar (muy amables, nos lo dicen realmente bien), pero nos dejan atravesarlos para salir.


La tarde sigue dejándonos bellas imágenes para el recuerdo:



Estos días se celebra en Edimburgo el festival de cine, y nuestro día de hoy finalizará en Lothian Rd. donde se encuentra “The film house cinemala sede del festival.


Me esperaba más ambiente. En realidad el festival no parece tener mucha repercusión en la ciudad. Pero entramos y curioseamos un poco por las películas que están a la venta. Cojo unos cuantos folletos y esto no da para más. Hay una pequeña cafetería al fondo, pero ya nos vamos para casa.


Cena, recopilación de datos y fútbol en la tele (resumen de la jornada del mundial).


Nuestro primer día, fenomenal. Mañana seguiremos contando.

SEGUNDO DÍA EN EDIMBURGO

Día 21 de junio de 2010


The Royal Mile


La milla real, milla por su longitud y real porque era la calle utilizada por el Rey para ir del Castillo al Palacio y viceversa.


Tiene cuatro tramos diferenciados y muchas cosas que ver. Hoy la recorremos a fondo.

Castlehill

La calle más antigua de Edimburgo parte desde el castillo hasta el segundo tramo: Lawnmarket.
Nos situamos aquí para entrar en un lugar que nos resulta simpático: Tartan weaving Mill and Exhibition. Es una tienda de tartán, el típico tejido a cuadros escocés, pero también es un taller de hilatura en el que se muestra toda la elaboración de la vestimenta de las Highlands, a partir de las ovejas y su esquilado.



Se pueden ver telares y el tartán de todas las maneras y si quieres puedes hacerte una fotografía vestido de escocés. La entrada es gratuita.


¿Os interesa la elaboración del whisky? En una antigua escuela está el Scotch Whisky Heritage center, la entrada incluye degustación.


Enfrente la Outlolook Towe&Camera Obscura: Un curioso dispositivo de lentes y espejos (funciona desde 1853) para reflejar la imagen de la ciudad en la gran pantalla. Será curioso de ver, pero no entramos.


Llegamos a The hub” una vieja iglesia con el capitel más alto de Edimburgo reconvertida en oficina de información, un café y el lugar donde pueden adquirirse entradas para el festival de Edimburgo.

Lawnmarket

El segundo tramo de la Royal Mile le debe su nombre al antiguo mercado textil emplazado aquí. Era la zona más elegante de Old Town.


Glandstone,s Land es un edificio visitable, vivienda de un comerciante (Glandstone) en 1617.


Museo de los escritores: Dedicado a Robert Burns, Sir Walter Scott Stevenson.

Aquí si que entramos. El lugar es pintoresco, una mansión de una tal Lady Stairs del siglo XVII. Se ve enseguida y tiene mucho encanto. Material diverso y objetos personales de los tres escritores más significativos de Escocia. De todos ellos al que más conozco es a R.L.Stevenson ya que además de “La isla del tesoro” o “la verdadera historia del Dr. Jekyll y Mr. Hyde” he leído últimamente muchos relatos cortos de este autor, exactamente un libro entero que me dejaron los Reyes Magos (debían saber que iba a venir por aquí).




Algunas de sus historias como la de los desenterradores de cadáveres te llevan directamente a Burke y Hare, una historia siniestra ya que eran dos suministradores de cuerpos para la investigación médica que terminaron asesinando a los objetos de estudio para ir por la vía rápida. Burke fue delatado por su colega y ahorcado. El cementerio de Greyfriars sabe bastante de esto. Muchas tumbas tienen altas rejas con las que protegían a sus residentes.


Volvamos a Stevenson, tan ligado a Edimburgo y eso que vivió mucho tiempo alejado de ella y murió en los mares del sur. El caso de doble personalidad del Dr. Jeckyll, dicen que se le ocurrió paseando por las estrechas y retorcidas callejas del Old Town y además se basó en otro individuo que también terminó ahorcado: William Brodie. Precisamente en el tramo de calle que visitamos en encuentra una taberna en su honor, la Deacon Brodie‘s Tavern. Un lugar simpático abarrotado de turistas.

En esta zona de Lawnmarket junto con Grassmarket, se llevaban a cabo ejecuciones públicas, la última fue en 1894. Una placa lo conmemora.


Pero sigamos recorriendo la milla real.

Highstreet

El alma de Old Town.


Saint Giles, (Santo Patrón de mendigos y tullidos) da nombre a la catedral. La corona de la parte superior de la misma forma parte de la silueta inconfundible del casco antiguo de Edimburgo. En su interior llama la atención la multitud de políticos y personajes a los que se conmemora en las paredes. Cosa de la iglesia reformista. Fue precisamente aquí dónde John Knox dirigió la reforma escocesa, basada en el culto individual, o sea sin reconocer la autoridad de los obispos.



La capilla del cardo honra a los caballeros vivos y muertos de la muy antigua y noble orden del cardo. Un señor con cara de malas pulgas la vigila para que no saques fotos. Una lástima, ya que el angelito tocando la gaita escocesa que puede verse en el techo me resulta irresistible.


Estamos un ratito sentados en un banco para descansar y reponer fuerzas para continuar la visita ya que hay muchas cosas por aquí.


En la calle, junto a la entrada oeste de Saint Giles está The heart of Midlothiandibujado con fragmentos de piedra en el pavimento. Marca el lugar en que se hallaba el Tolbooth: el antiguo Ayuntamiento. Es tradición escupir en el corazón para tener suerte.



Al otro extremo de Saint Giles: La Cruz del Mercado, dónde los mercaderes sellaban sus tratos.


Esta zona del Parlamento Square (dónde se encuentra el palacio de justicia: Parliament house) la Cruz del mercado, y la estatua ecuestre de Carlos II, está llenita de grupos que hacen tours en todos los idiomas.


Se va uno y llega otro. Me quedé un poco con las ganas de hacer alguno, pero el de la mañana en español, comenzaba a las 11 y con mis apretados itinerarios no era posible. La gente parecía estar pasándolo muy bien.


Lo que sí hacemos es buscar “closes” que son los callejones que salen a izquierda y derecha de la Royal Mile. Abro un brevísimo paréntesis:



Hasta el siglo XVIII los habitantes de Edimburgo vivían alrededor de la Royal Mile y Cow Gate. Por un lado la ciudad crecía hacia arriba, en una suerte de Manhattan medieval (esta comparación la copio literalmente de la Lonely, me parece muy gráfica) alcanzando cinco o seis plantas y, por otra parte la vida se desarrollaba en sótanos sin luz ni ventilación.





Los bajos de la ciudad antigua constituían todo un submundo, así como un importante foco de enfermedades. Había 300 closes y quedan 60. Algunos ofrecen perspectivas curiosas de la ciudad.




Otros ofrecen curiosidades arquitectónicas, como los dragones de Wardrop’s court.



El Mary King’s close es una de las visitas terroríficas que guarda la ciudad y aunque no entramos puedo deciros que se trata de una muestra de la vida en las profundidades de Old Town, con algo de teatralización y sobre todo, con fantasma incluido: el de Annie, una niña que llora porque ha perdido su muñeca …


Siempre en esta calle hay cantores que nos sorprenden por lo bien que lo hacen ... atención a estos dos chicos de aquí ... llegarán lejos.


Todavía nos quedan algunas cosas que ver en este tramo de la Royal Mile que nos ocupa: High Street.


Nuestra siguiente visita está relacionada con los niños, ya que tenemos previsto entrar en el encantador Museo de la infancia.


Juguetes antiguos de todo tipo se exponen en este museo que nos lleva a la nostalgia. Tienen algo inquietante los rostros de las muñecas que nos miran a través del cristal o qué decir de la reunión de ositos que parecen preparados para tomar la merienda ...




Una colección impresionante de juegos, coches, marionetas y, en general de todo lo relacionado con la infancia ya que también hay cunas, ropa, utensilios de aseo para bebés, medicinas, libros escolares…


Una curiosa ambientación sonora en alguno de sus tramos. Áreas para que los niños actuales puedan jugar, así es que unos cuantos peques que lo visitan con sus padres convierten este lugar en algo vivo. Lo gracioso es que, según cuenta mi guía, lo construyó en 1955 Patrick Murray, un concejal que odiaba a los niños.


Nos gustó mucho la visita (además es gratuita) pero no se acababa nunca y cuando salimos por la tienda que tienen a la entrada, hacemos recapitulación y por unanimidad decidimos hacer una pausa para comer algo antes de seguir.


Siguiendo consejos del foro, nos encaminamos hacia Market Street 45, paralela a la Royal Mile aunque nos cuesta encontrarla ya que está hacia abajo, al lado de la estación. Buscamos la Fruit Market Gallery, mejor dicho su café, al que se entra por la tienda de libros. Allí sirven platos del día a 8,50 libras aparte de sopas, ensaladas o bocadillos variados. Muy apañadito y aunque es pequeño no tenemos problema para encontrar sitio y comer estupendamente. El lugar es sencillo y agradable (sin pretensiones) y te alejas del rollo turístico por un rato.




Volvemos adónde nos habíamos quedado, pasando directamente por la Casa de John Knox, dirigente de la reforma. Es una de las casas más antiguas de la ciudad, de 1450. Murió en un piso del cuarto superior. Se conservan sus recuerdos.

Llegamos al último tramo de la Royal Mile:

Canongate


Población independiente fundada por David I en 1143 para los canónigos de la abadía de Holyrood.


Menos frecuentado que los otros tramos tiene unos cuantos lugares interesantes:


Canongate kirk y kirkyard. Una curiosa iglesia de 1688 que se construyó para acoger a los feligreses de la abadía de Holyrood cuando fueron expulsados de allí por Jaime II. Chocan sus bancos pintados de azul.


Algunos de delante están reservados (con una corona en su parte superior) para la familia real. Hay conmemoraciones varias en el interior (como a los caídos en la II guerra mundial, etc). Una señora muy amable nos da una hoja de información en castellano, que leemos sentados en un banco y así de paso descansamos un poco. Lo siguiente es pasear por el cementerio anexo que encierra tumbas de personajes ilustres aunque a mí sólo me suena Adam Smith.


Más adelante hacemos una parada en una encantadora librería de libros antiguos para niños (de los años 1900 a 1970), esto por si no hemos tenido bastante con el museo de la infancia.


Es una tienda pequeñita y mi marido se queda con ganas de llevarse alguna vieja edición de los libros de Enid Blyton que leía de pequeño.


En la calle hay todavía un par de museos, como el dedicado a la gente corriente en la historia (trabajos, diversiones ...) "The People Story's Museum" ...








... al que no entramos y el Museo de Edimburgo, al que echamos un vistazo rápido (son gratis los dos) y de paso ir al baño. Allí se encuentra el "national covenant", el documento firmado por los presbiterianos, deseosos de mayor autonomía, frente al credo anglicano de Carlos II. Yo me pierdo un poco con este lío de religiones pero a ellos, los "covenanters", les costó la vida, ya que muchos fueron ejecutados en Grassmarket o encarcelados en terribles condiciones.

También hay planos de la ciudad, como los originales del New Town o maquetas de Edimburgo de los tiempos de María Estuardo y una curiosidad: el collar y la escudilla original del perrito Bobby, así como alguna foto de Bobby en vida.



Hay salas con colecciones de valiosas vajillas en las que no nos detenemos y el museo finaliza con un aula interactiva o algo así, orientada a los niños. Me imagino que traen a grupos escolares a conocer algo de la vida en el pasado en su ciudad. Hay todo tipo de material para manualidades, trajes con los que pueden disfrazarse de época y una ambientación en la que seguro que los niños tienen que sentirse muy a gusto y, mientras juegan, aprender sobre ellos mismos y su pasado. Como tengo hijas en edad escolar me fijo mucho en esas cosas.


No hemos parado en todo el día, pero todavía nos queda una visita importante: el palacio de Holyrood. Bueno, en realidad todavía nos queda mucho más por andar, pero eso será en la siguiente etapa.

Palacio de Holyrood, Calton Hill y Picardy Place

En la anterior etapa nos quedamos en la puerta de un palacio. Llegó el momento de entrar, ya que es una de las visitas imprescindibles de Edimburgo.


Palacio de Holyroodhouse


Residencia oficial de la reina Isabel II de Inglaterra en Escocia. Construido por Jacobo IV en los terrenos de una abadía en 1498.


La entrada cuesta 14,75 libras, carilla, pero incluye una audio guía. Será más bien para controlar a los visitantes ya que el palacio se usa en la actualidad.
Es una visita realmente interesante. Pasas por los salones usados en las recepciones reales mientras te cuentan los avatares de la historia de Escocia. Lo más visitado, sin duda, son las estancias de una reina anterior: María Estuardo, (la desdichada, la del triste destino … me encanta la forma que se tiene de nombrarla). Ciertamente su reinado fue trágico. En una de las salas allá por 1566 María presenció el asesinato de su secretario David Riccio, maquinado por el esposo (los celos, que malos son) Lord Damley. Un asesinato con ensañamiento, diríamos hoy, pues fueron cincuenta y seis heridas las que sufrió el buen Riccio. Una placa marca el lugar de su muerte. Para ponerle un tinte más trágico, diremos que María estaba embarazada de seis meses. Como no, dicen que el fantasma de Riccio vaga desconsolado por las estancias palaciegas …

Bueno, por supuesto, esta prohibida la realización de fotografías en las salas de palacio.


La salida del palacio nos conduce hasta Holyrood Abbey: fundada por el Rey David I en 1128.






La leyenda dice que el lugar fue elegido por ser allí dónde durante una cacería se encontró un ciervo con una cruz en la cornamenta.




De la abadía sólo quedan las ruinas, pero son realmente evocadoras y no es de extrañar que inspiraran a Mendelssohn su sinfonía escocesa.






También pueden visitarse las Galerías de la Reina, con exposiciones temporales de obras de arte pertenecientes a la colección real.






La visita finaliza en Holyrood Park:




Es una gran extensión de terrenos diversos al lado del palacio y una colina de 225 metros: Arthur,s Seat, la silla de Arturo.


Esto de la silla de Arturo no tiene nada que ver con el legendario rey, sino que parece ser una corrupción de Archer Seat, la silla del arquero.


El parque tiene tres lagos, uno con cisnes, y ruinas de una capilla que le deben de dar un toque de lo más romántico. Al lado sur del parque viven muchas aves y también hay otra zona conocida como Salisbury Crags, una formación rocosa que rodea el Palacio. Muy bonito para ir con tiempo. Nosotros paseamos un poquito por los alrededores y observamos unos puntitos que suben por la colina. Los hay valientes.


A la salida y mientras decidimos sobre nuestro siguiente punto de visita observamos el gran edificio que se encuentra junto al Palacio. Se trata del Parlamento escocés.



Nos situamos en 1997, año en que tiene lugar un referéndum para votar por la creación de un Parlamento escocés con poderes transferidos desde Londres. Salió que si, of course, y ¿quién diseña un parlamento chulo para celebrarlo? Pues un español, Enric Miralles. En el 2004 se inaugura el nuevo parlamento. Edificio polémico y de alto coste.


Tras breve pausa para un merecido café en un Starburcks y ya que lo tenemos enfrente, entramos en el Dunbar’s close, que encierra un minúsculo jardín alejado del mundanal ruido de la Royal Mile.


Hacemos acopio de nuestras últimas fuerzas para llegar a otro punto interesante de la ciudad:

Calton Hill


Una colina coronada por varios monumentos, a la que afortunadamente hay una forma más o menos rápida de llegar hasta arriba saliendo de la Royal Mile. Pronto nos encontramos en una zona verde que encierra varias curiosidades arquitectónicas:


National Monument: Un partenón inacabado ideado por Playfair para honrar a los caídos en las guerras napoleónicas. Se comenzó a contruir en 1822, pero no hubo fondos para terminarlo. Al principio era como un poco vergonzosa esta historia, pero al final le gente le ha cogido cariño y hoy es un monumento memorable en la ciudad.








También está el Monumento de Nelson, que conmemora la victoria británica en Trafalgar, concebido como un enorme telescopio y que encierra en su interior un globo blanco que asciende a lo alto del mástil a la una de la tarde, justo cuando se dispara el cañón desde el castillo. Era una señal para los navegantes del Firth of Forth, el estuario que forma el rio Forth frente a Edimburgo.


También hay dos observatorios: uno de ellos igualmente diseñado por Playfair en 1818 inspirándose en el Templo de los vientos de Atenas.


El lugar es precioso, Hay gente en la hierba disfrutando de la soleada tarde y sobre todo admirando las impresionantes vistas que, desde aquí, se tienen de la ciudad.







Hay que descender para visitar el Old Calton Cemetery en el que también se alojan unos cuantos residentes célebres como el filósofo David Hume y que encierra una curiosa estatua de Abraham Lincoln en homenaje a los caídos escoceses en la guerra civil estadounidense.




Los cementerios de Edimburgo son imprescindibles. Además, aunque no te gusten te los encuentras. Este tiene un melancólico encanto y nos entretenemos en leer alguna de las curiosas inscripciones de las lápidas.



Damos por finalizado el itinerario del día. Aunque como estamos cerca nos encaminamos hacia otra zona de la ciudad:


Picardy Place


Esta zona viene a ser el nexo entre NewTown y Leith, que está al fondo de una larga avenida. Nuestro objetivo era patear la zona y localizar una estatua de Sherlock Holmes y también la casa dónde nació Conan Doyle. Pues no nos aclaramos y sólo hallamos un pub que se llama Conan Doyle. (Como excusa cabe decir que la zona estaba en obras y no se veía nada de nada).







De estatuas, lo más que vimos fueron un par de jirafas metálicas frente al Omni Center y poco más…





Toda esta zona, aparte de contener algunos centros comerciales y diversión, parece ser que es una zona de ambiente gay, un llamado triángulo rosa. La verdad es que había mucha animación por ahí, pero no esperábamos ver nada extraordinario. Sin embargo, al entrar a uno de los centros comerciales, nos tropezamos con un grupo de muchachas vestidas como para ir a una fiesta subida de tono y a los que se les unió algún muchacho de la misma guisa: cueros negros, taconazos y medias de rejilla (añadamos pelos de colores, exuberantes maquillajes y toda la parafernalia que queráis). Al salir fuera, continuamos viendo a más gente en las mismas condiciones y eso, ciertamente, nos sorprendió. Hoy es lunes y resulta chocante ver a tanta gente, hombres y mujeres, yendo hacia alguna parte vestidos de este modo.



Descubrimos una explicación. Tenemos el más popular teatro de la zona justo al lado: el “Playhouse Theatre”



... y hoy se estrena en Edimburgo el musical “Rocky horror show” que, por lo visto es una historia inspirada en el doctor Frankestein , a lo travesti. Bueno, no sé muy bien porque no la he visto, pero sus fans han acudido en masa disfrazados, para ambientar el estreno.







Lástima que a mi maridito le de corte sacar fotos, porque estaban totales. No hubo forma. Ahora ya están todos dentro.







Antes de abandonar la zona, nos tomamos una pinta mientras acababa el partido de España contra Honduras y pienso en lo haremos el día siguiente: nuestro último día en Edimburgo.
Ya solo nos falta desandar el camino, cenar y descansar que ha sido un largo día. Regresamos a Princes Street y caminando a lo largo del largo parque, salvamos el castillo y vamos despidiéndonos de la zona, bajo la mirada de la luna.



TERCER DÍA EN EDIMBURGO


22 de Junio de 2010.


Bien, pues parece que esto se acaba. Tanto tiempo preparando el viaje y ya llega a su fin. La pretensión es que sea un día algo diferente al de ayer y, a ser posible, más relajado.


Dean Village


Tras el desayuno (todos los días hemos desayunado fenomenal en la Guest house) y dejar pagada la habitación, ya que mañana marchamos muy temprano, nos vamos hacia las afueras de la ciudad, concretamente a una zona llamada Dean que nos reserva unas cuantas sorpresas.
Aunque el día de hoy no estaba previsto visitar museos, voy por el camino pensando que no me importaría entrar al Museo de Arte Contemporáneo o a la Dean Gallery, y es que a mí, el arte contemporáneo me gusta y siempre que puedo aprovecho para ver algún museo de este tipo.
Pero llegamos demasiado pronto y no habían abierto así es que tomamos el camino que nos indica un letrero que vemos a continuación de la entrada de la Dean Gallery:




Walk of the Leith: El camino junto al río Leith. Caminaremos junto al río hasta llegar a otro barrio o zona: Stockbridge. Una de las mejores caminatas que pueden hacerse en Edimburgo y, es que, no todo van a ser museos. La temperatura sigue siendo muy agradable y resulta realmente plácido seguir lo que aquí se llama “Water of Leith” y descubrir así las diferentes perspectivas que nos ofrece la ciudad.


Permitidme alguna imagen de este bucólico paseo:




Como buen paseo relajante, no le faltan los efectos sonoros que corren a cargo de los pajarillos y del agua del río que, en un momento dado, se deja caer en forma de cascada:


Pero ¿un día en Edimburgo sin visitar un cementerio? Impensable. Nuestro cementerio de hoy, al que accedemos por unas escaleras dejando el “water of Leith” (Bueno, en realidad, nos hemos equivocado, qué raro en nosotros, y teníamos que haber visitado el cementerio antes de entrar en el camino, pero estas escaleras estratégicamente situadas, nos han permitido enmendar el error, buf, menos mal) Decía que nuestro cementerio de hoy es el “Dean Cemetery” y le vamos a dar el premio al cementerio más bonito.


Grandes cruces elevadas al cielo, tumbas bellamente ornamentadas, algunas estatuas de ángeles salpicadas aquí y allá le hacen merecedor de este título. De cuantos hemos visto es el cementerio más vivo, el menos siniestro ...








Volvemos por dónde hemos venido y bajando la escalerita, de nuevo en el “Water of Leith” llegaremos a un pintoresco lugar llamado:

Dean Village: Barrio (no se si puede llamársele así) de lo más tranquilo, situado en el valle del río Water of Leith, al noroeste de New Town. Fundado en el siglo XII por los canónigos de la abadía de Holyrood. Su pequeño puente, así como las casitas de piedra del siglo XVII, lo convierten en un apacible lugar fuera del tiempo.





De un Barrio tranquilo a otro que no debe de serlo menos:


Stockbridge


Al parecer un lugar muy estimado por la gente joven, ya que los alquileres aquí son baratos. Tiene un aire muy “british” y parece tranquilo y agradable.


En realidad hasta el siglo XIX era un encantador pueblecito. Nos acercamos hasta la zona de Glenogle Road, antiguas casitas de artesanos con sus jardines anexos que se ubican a lo largo de calles paralelas.






Se construyeron a finales del siglo XIX y en algunas hay símbolos de oficios desaparecidos.










Todavía no nos vamos de la zona ya que, en nuestro bucólico día de hoy tenemos una visita pendiente, uno de los jardines más bellos de Gran Bretaña:


Royal Botanic Garden:


Comenzó siendo un herbario de plantas medicinales que dos médicos crearon allá en 1670, cerca de Holyroodhouse. Desde 1820 cambió su emplazamiento y cada vez es más grande. Salvo la zona de invernaderos, el resto de la visita es gratuita. En un día soleado como el de hoy, hubiera sido un crimen no entrar y, aunque no somos ningunos expertos (en realidad, más bien lo contrario) disfrutamos enormemente de estos jardines divididos en varias zonas, de las que cito algunas: Jardín chino, paseo de los rododendros, Rock garden, Scottish heat garden, que reproduce la vegetación de las Tierras Altas. También hay una parte dedicada a la flora alpina, otra que semeja una especie de huerto y un jardín dedicado a la Reina Madre con especies de cada parte del mundo.




Nos divierte ver a un grupo de escolares de ocho o nueve años (aquí no tienen vacaciones ahora, está claro) con sus cámaras colgadas del cuello haciendo fotos por doquier.



Afortunadamente podemos comer dentro de los jardines y hacer un reparador descanso.


Nuestro siguiente punto de destino es el Barrio situado junto al puerto, al que se puede llegar continuando el camino por el “water of Leith” (ojo, son varios kilómetros) o cogiendo uno de los numerosos autobuses que llegan hasta allí.

Leith


El puerto de Edimburgo. Unido a la ciudad desde 1920, hoy es un barrio con un aire especial.





Tiene un casco medieval interesante con casas de mercaderes de los siglos XIII y XIV y aunque la actividad portuaria ha ido a menos, la zona ha “renacido” gracias a los comercios, restaurantes …








Paseamos inicialmente por “the shore” la zona de los muelles, salpicada con algunos pubs y restaurantes de mariscos. De lejos vemos el “Royal Yatch Britannia”, antiguo yate real, utilizado para visitas oficiales que, sinceramente, no nos interesa mucho visitar aunque alguno de sus visitantes hayan sido tan ilustres como Churchill, Mandela o Clinton.
Nos apetece más callejear un poco por la zona, antes de tomar el Walk of Leith, la amplia avenida que nos llevará hasta el centro de la ciudad.
En una plazuela que preside una estatua de la Reina Victoria fijamos nuestro particular punto de observación.


Las tiendas, la gente que se ve por aquí es diferente. Por mucho cartelito de “I love Leith” que hayan puesto por todas partes no es difícil darnos cuenta de que estamos en una zona de Edimburgo mucho más deprimida. Todo un desfile de curiosos (y marginales) personajes hace su aparición por aquí.


Fuera de la zona del puerto, en Leith no hay turistas. Nosotros nos vamos con la sensación de haber descubierto un lado algo más oscuro de esta ciudad.


Pero ya estamos casi de despedida de Edimburgo y lo sabemos. Los últimos días en lugares, en cualquier lugar, tienen algo de melancólico. Caminamos despacio por una amplia Avenida Walk of Leith, que de este barrio nos llevará hasta el centro de la ciudad. Sabemos que ya no vamos a volver y nos fijamos en cada detalle, en cada perspectiva.



En Picardy Place buscamos nuevamente en vano la estatua de Sherlock Holmes, pero se nos resiste. Recordamos la movida que había ayer montada con el estreno de “The horror stories”, son un poco gamberros aquí en Edimburgo, una chica española que trabaja en nuestro guest house, nos ha comentado esta mañana que a la gente le encanta disfrazarse sin esperar al carnaval. Pues va a ser verdad.
Parada técnica en el centro comercial en el que igualmente vimos ayer el España-Honduras y así hasta llegar a la New Town, con gran follón de autobuses y caos general ya que la circulación está cortada a cuenta de una manifestación, convocada hoy, contra los recortes sociales… me hubiera gustado verla, pero es tentador buscar un banquito en los jardines de Princes Street, ese oasis en medio de Edimburgo y contemplar, una vez más, la imponente figura de su castillo.


Pasan los minutos, una ardillita se pone a nuestro alcance y deja que la fotografiemos, es simpática,



… y de pronto, mientras disfrutamos de este relajante momento jardín, unas vocecillas infantiles, que me recuerdan vagamente a las de mis hijas, suenan en mi interior. Parecen estar diciendo algo así como: “¿Qué nos habéis traidooo?”
Cruzamos Princes Gardens, subimos unas escaleras matadoras y rápidamente a la Royal Mile, alguna tienda de recuerdos quedará abierta. Vistazo global. Allí hay algo abierto. Pues venga. La tienda en cuestión está abarrotada de españoles (hasta nos encontramos a unas chicas de Zaragoza) y las dependientas son chinas. Un grupo de chicos (sí, españoles) se están comprando (y poniéndoselas para salir así) falditas escocesas. Van a causar sensación. Nosotros cargamos con un Greyfriars Bobby de peluche y una osita con vestido de tartán. Misión cumplida.


Nos merecemos una cañita, perdón, una pinta o por lo menos media. A ver, a ver, lugares recomendados, ah sí, en Grassmarket está “The last drop” lo ví en “Españoles en Edimburgo” y parecía un lugar gracioso. Gracioso, sí y lleno de gente. No sé, no nos convence.


Al final “The Bow Pub” en la anexa calle Victoria Street, por la que pasamos miles de veces, es el lugar elegido.


Un pub tradicional, con sus mesitas de madera, y una decoración de espejos interesante. Sus anaqueles están llenos de botellas de whisky, la barra de espitas de cerveza. Uno de los clientes, calándose unas gafas, observa las botellas y pide opinión al camarero acerca de una de ellas. El publico parece veterano y de aquí. Esto nos gusta más. Nos quedamos. Pedimos la cerveza más rara que se nos ocurre. (No recuerdo el nombre, estaba la silueta de la cara de la reina o algo así) Amarga y caliente, pero está buena y el lugar es acogedor.


Aquí terminó nuestro viaje, porque lo demás ya es lo cotidiano en el día de vuelta. Cena rápida, preparación de las bolsas, revisión de las tarjetas de embarque, billetes del AVE para Zaragoza … a ver dónde dejé mi DNI …qué horror de día nos espera mañana.


Pero también añoramos a nuestras hijas y la comida española (no necesariamente en ese orden).


Tenemos un cierto proyecto de volver a Escocia con las niñas, más adelante. Este viaje tenía como único objetivo la ciudad de Edimburgo y me voy con la satisfacción de haber cumplido casi, casi, con todo el itinerario que me había propuesto.


Pongo también punto final a este diario.







¡Hasta siempre, Edimburgo!

2 comentarios:

  1. Muchas gracias por compartir con nosotros vuestro viaje. El cansancio de los viajes pasa pero el recuerdo de lo vivido y visto no.¿verdad?. José

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    Respuestas
    1. Por supuesto, José, y no te imaginas el cariño que le tenemos a este viaje que nos llevo a conocer una de nuestras ciudades favoritas, Edimburgo.
      Muchas gracias por dejar tu comentario.

      Eliminar

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