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Después de un largo camino, siempre es agradable conversar... aunque hay veces que el silencio es más sugerente.

jueves, 23 de mayo de 2013

Nos gusta Barcelona y III / Ribera/Born - Barceloneta - Montjuïc

22 de Abril de 2013.

Es lo que tienen los viajes relámpago, que se acaban pronto. El último día se te pone una cierta cara de circunstancias, es el último y mañana a casa. Pues nada, a aprovecharlo a tope, visitando aquellos rincones de Barcelona que todavía no conocemos o conocemos poco.

Aunque ayer hicimos una ruta por los edificios modernistas, más o menos emblemáticos, hoy empezamos por uno de los imprescindibles, pero que no nos venía de camino visitar: El Palau de la Música catalana.  





 Obra de Lluis Domènech i Montaner, una imaginativa obra arquitectónica, con la exuberancia decorativa a la que el Modernismo nos tiene acostumbrados.



Se terminó en 1908, se remodeló en el 2004. En el mismo se aplicaron avanzadas técnicas en la que todas las artes, escultura, mosaicos, vitrales, forja... se hallan integradas. El resultado es espectacular. Nos hubiera encantado hacer una visita completa. 


Nos fijamos en la escultura que está en la puerta dirigiendo elegantemente un a imaginaria orquesta. Se trata de Lluis Millet, fundador del Orfeón Catalán. Fue precisamente el Orfeón, quienes encargaron la construcción del Palau a Domenènech Montaner, para ubicar allí su sede social. Sufragado por industriales y financieros catalanes, así como por amantes de la música en general, como anteriormente sucediera con el Liceo.

En 1997 la Unesco incluyó el edificio en su relación del Patrimonio de la Humanidad.

Directamente nos encaminamos al Mercado de Santa Caterina, cuya peculiaridad es el techo ondulado de baldosas policromadas diseñado por el arquitecto Enric Miralles para sustituir al anterior, del siglo XIX, que a su vez fue construido sobre los restos de un monasterio dominico medieval. 



Parece que los restos pueden verse, pero no vamos al detalle, sino más bien a lo práctico, con que salimos cargados de unos zumos y unas bandejas de fruta que nos servirán de improvisado almuerzo. 

Son lugares atractivos, los mercados, siempre hago este comentario, pero no puedo pasar por delante de uno sin entrar a dar una vuelta. 

Empezamos a encontrarnos por calles muy estrechas, muchas de ellas con nombres de gremios como la calle dels Mercaders o dels Corderers, y precisamente en esta última, nos topamos con una pequeña capilla románica, la capilla marcus del siglo XII. Capilla, porque de lo que fue iglesia, sólo queda eso, la capilla, en la que están celebrando misa, así es que no entramos, que si no, seguro que sí.

Una calle que nos enamoró y nos hizo pensar que estábamos en otra ciudad: la calle Moncada, llena de palacios medievales. 



Digo que nos pareció estar en otra ciudad porque realmente la estructura de esta zona nos recordaba a los cascos antiguos de las ciudades del norte. 

Una ciudad dentro de otra ciudad, con callejuelas estrechas y comercios tradicionales o alternativos dentro de su cáscara de tienda antigua, que de todo había. 


Nos resultó toda esta parte, conocida como el Born, de las más atractivas de Barcelona.




Paseando por la Calle Moncada, pasamos por delante del Museo Picasso, ubicado en cinco palacios góticos. 


Siguiendo por la calle Moncada nos encontramos con el Passeig del Born, lleno de comercios y bares con mucha vida. Nos está gustando sobremanera pasear por aquí. 

Tenemos un objetivo importante, además, como es llegar a la Iglesia de Santa María del Mar. Bellísima iglesia. 



El templo gótico más elegante y seductor de Barcelona, dice mi guía. He estado varias veces y corroboro dicha opinión. 


Fue construida en cincuenta y nueve años y te deja una sensación de serenidad, cuando accedes a su interior.

 La tengo en mis imprescindibles en cualquier viaje a Barcelona.

Siguiendo por el Paseo del Born, llegaremos al Mercat del Born, en obras y al que no entramos (¡qué raro! ¿no?) hay que decir que debajo de este mercado hay restos medievales. Felipe V, arrasó con todo, para construir su ciudadela militar. Los restos en cuestión se descubrieron en el 2002 y pueden visitarse.

Fin del paseo y cambio de zona. Insisto para que, antes de ir hacia el puerto, ya que todo el mundo está deseando ver el mar de cerca, echemos un vistazo a la Estación de Francia, inaugurada por Alfonso XIII en 1929. De aquí salió la primera línea de nuestro país. Un espacio diáfano que te transporta a otra época.



Llegó el momento esperado. Vamos a ver el mar, lo que siempre resulta una visión fascinante para los de "tierra adentro". Por el Passeig de Juan de Borbón, poco a poco accedemos a otro espacio completamente diferente dentro de las múltiples caras que nos está enseñando Barcelona en este viaje. 




La Barcelona marinera, pues el Barrio de la Barceloneta, conserva mucho del sabor de antaño. Vamos metiéndonos por calles que conforman como una cuadrícula, en la que abundan los balcones con ropa tendida y viviendas de aire humilde. 


Una visión algo más detallada, nos descubrirá edificios con solera, pero vamos demasiado deprisa para fijarnos, a pesar de que yo tengo trazado un pequeño recorrido para encontrarnos casas o tabernas famosas con "El vaso de oro" en C/ Balboa, o la "Casa Magí" en la calle Marqués de la Quadra. 

Tendré que verlas en fotografía ya que nadie está por la labor de otra cosa que ir corriendo a la playa. Hay que ceder y dejar que por un ratito todo el mundo disfrute del azul del mar. 

 La temperatura tampoco dará para mucho más. No hace frío pero el sol es engañoso. En todos los días que llevamos aquí no nos hemos quitado las chaquetas.

También buscamos un lugar para comer y, descartados los lugares cercanos a la playa, carísimos, para turistas de poco presupuesto como nosotros, nos vamos a ver si logramos encontrar alguna opción más económica por el interior y, efectivamente, dentro del barrio, hay alternativas algo menos turísticas que nos vienen mucho mejor.


Tras comer, uno de los amigos que viaja con nosotros, se queda con las viajeras menores de edad jugando en la playa y los demás hacemos un pequeño recorrido más pausado, aunque sin buscar lugares fijos. Es complicado hacerlo, así es que vamos metiéndonos por la calle del maquinista, o las calles Ginebra o Baluard, buscándole el pulso a un barrio muy auténtico. Descubrimos edificaciones muy bonitas. 


 Es una curiosa mezcla, la que hay aquí. Si sales hacia la zona de playa, todo son restaurantes y bares para disfrute de los turistas y, pocos metros adentro, una población de lo más popular que contrasta completamente con lo anterior. 

Un barrio que data del siglo XVIII de marcado carácter obrero.  Fue construido por el ingeniero militar Juan Martín Cermeño para acoger a las familias desalojadas de la zona en que se construyó la ciudadela militar. 

Tuvimos una agradable sorpresa cuando nos encontramos este pequeño establecimiento: En plena Barceloneta y para los amantes de la novela más negra La librería "Negra i Criminal", especializada en libros de dicho género, del que somos amantes. Nos hubiera gustado encontrarla abierta. Será en otra ocasión, al menos ya la tenemos localizada.

Esta es su página web:




Volvemos a buscar a nuestras hijas a la playa. Están cerca del monumento dedicado a la Barceloneta de Rebeca Horn . Han disfrutado de lo lindo. 

A nuestra vista queda también uno de los símbolos postolímpicos de Barcelona: el Pez dorado de Frank Gehry.



Y ahora toca elegir donde pasamos nuestra última tarde en Barcelona. 

Descartamos el Puerto Olímpico y zona de Poblenou y decididamente nos vamos a la montaña de Montjuïc. Un lugar relajante que nos permitirá despedirnos con bellas vistas de la ciudad. Aunque en un principio pensamos ir en teleférico, de nuevo los precios que se gastan por aquí, hacen que pronto desistamos de la idea y tomemos el metro. 

Salimos en la zona de los jardines y, concretamente en los llamados "Jardins de Mossèn Cinto de Verdaguer" dedicados a las plantas acuáticas. 



Un lugar estupendo para dormir la siesta, pura tranquilidad. De ahí al Castell, en el que nos encontramos más atracciones de las esperadas. 

Nos pareció que era casualidad encontrarnos con una especie de cambio de guardia de unos personajes salidos del pasado muy acordes con la construcción, pero al parecer su presencia forma parte de los atractivos de la visita y todo eran desfiles, toques militares, diálogos y cantos en una especie de representación que no llegamos a comprender muy bien.



Una vez en el mirador, tomamos fotografías de una Barcelona panorámica que nos resulta inmensa desde aquí, como para visitarla en tres días. 



Hemos hecho lo que hemos podido, pero sin duda una ciudad como esta, se merece mucho más.

Cuando nos cansamos o mejor dicho, cuando empieza a hacer algo de frío, dejamos el Castell y decidimos ir bajando tranquilamente hasta llegar a la Fuente mágica y poner allí, una bonita despedida a este viaje con luz y sonido. Los guardias a los que preguntamos cómo bajar desde el castillo, nos desaniman diciéndonos que el camino es muy largo para hacerlo caminando y que hoy no toca espectáculo de luz y sonido.

Bueno, pues ya que estamos aquí vamos a ir de todas maneras para ir viendo algo más de Montjuïc. Pasamos por el Jardín botánico, también por el llamado anillo olímpico, llegando a hacer alguna fotografía de alguna de sus instalaciones, que se pueden ver desde fuera y que fueron construidas con motivo de los Juegos Olímpicos del 92.




Llegamos igualmente al Museo Nacional de Arte de Cataluña y aquí si que me hubiera encantado entrar, sobre todo por su fondo de arte románico, pero a estas horas está cerrado y aún así no estaba prevista la visita. 
Contemplamos su exterior, el gran Palau Nacional, construido entre 1926 y 1929 como pabellón nacional en la Exposición Universal de 1929.

Una escalinata nos lleva a la llamada Fuente Mágica en la que teóricamente no hay espectáculo alguno, pero nos la encontramos iluminada y con sus aguas bailando al son de la música, así es que algo debe de haber. 


   

Será tal vez por ser víspera de San Jordi, nuestro San Jorge en Aragón, por cuyo puente escolar estamos aquí de viaje. Bajamos las escaleras rápido y apoyados en la barandilla miramos el espectáculo por un rato. 


Nos sorprende que hay alguien retransmitiéndolo y más todavía la abundante presencia de periodistas y de gente agrupada alrededor de un escenario.

Vamos a tener una despedida mejor de la que esperábamos, ya que hemos llegado justito a tiempo de ver una pequeña exhibición de tenis, con motivo del Torneo del Conde de Godó, a cargo de alguno de los participantes, entre ellos Rafa Nadal. Una magnífica coincidencia que hace que nos olvidemos de la fuente y nos coloquemos entre la multitud a verlo salir. Cuando lo hace ahí estamos preparados para inmortalizar el momento. 


Bueno, ahí queda un recuerdo del viaje con el que no contábamos.

Esta noche, de despedida, cenamos en uno de los lugares "con encanto" del Barrio de Gràcia, no es fácil elegir. Este Barrio también nos ha gustado y ha sido un acierto alojarnos en él.

Así termina este viaje, como todos, con ganas de más; como siempre con ganas de volver y por supuesto (todos los viajeros me comprenderán) con las ilusiones proyectadas en la siguiente escapada...

6 comentarios:

  1. Con esta nueva entrada se confirma que tengo que volver a Barcelona sí o sí. Hace ya tanto que fui que tengo que volver a todos los sitios que visité y que me fascinaron y visitar por ejemplo el Palau de la Música, que no lo conozco y al que le tengo unas ganas locas, me encanta el modernismo. También tengo pendiente el callejeo por barrios, es increible que haya tantas Barcelonas diferentes y tan bien conjugadas. El MNAC es una maravilla, tengo que volver a ver las espectaculares pinturas de otra época que me gusta tanto, el románico. Vaya punto el encuentro con Rafa Nadal, ja ja, me imagino a tus hijas entusiasmadas. Una genial entrada,como siempre, me encanta cómo cuentas y describes tus jornadas viajeras. Un beso.

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    1. Muchísimas gracias a ti por tu amable comentario. Mis hijas no hablaban de otra cosa que de Rafa Nadal, por supuesto y a la vuelta presumieron bastante con sus compañeras del cole.
      Por lo que sé y tú también dices, el MNAC es fantástico. A mí también me gusta mucho el románico y me quede con las ganas. Son viajes tan cortitos... que en tan pocos días se hace lo que se puede, claro.
      Muchos besos y me voy a ver tus andanzas por Egipto.

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  2. Una de las últimas veces que estuve en Barcelona vi por fin el Palau por dentro, una visita guiada, fue una experiencia.

    Viva Barcelona
    El LoBo BoBo

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    1. Pues nosotros nos quedamos con las ganas, pero lo que pudimos ver nos pareció magnífico y envidiable.
      Nos queda pendiente para otro viaje.
      Gracias por pasarte por aquí y un saludo viajero.

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  3. Haciendo tiempo para la final de Rafa Nadal me he puesto a leer tus entradas de Barcelona y curiosamente me lo encuentro aquí!
    Tengo que volver a Barcelona. Me doy cuenta que a pesar de vivir allí un año, no conozco nada de nada. Cuando era joven, mis inquietudes eran distintas y ahora me arrepiento de no haberla recorrido y paseado más.
    Un abrazo!

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    1. Al final del viaje no nos acordamos más que de Rafa Nadal... No, es broma. Barcelona es una ciudad magnifica y con mil caras. Te animo a descubrirla y disfrutarla. Ahora es un buen momento. Ha evolucionado muy bien y está preciosa y llena de vida.
      Un abrazo para ti y muchas gracias por tu comentario.

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