BIENVENIDO

Después de un largo camino, siempre es agradable conversar... aunque hay veces que el silencio es más sugerente.

martes, 11 de octubre de 2011

El Camino de Santiago en Aragón. Somport - Villanúa

De Somport a Villanúa 


Este es un viaje sacado del archivo y de la memoria. Pero siendo uno de los viajes más entrañables que hemos realizado (hablamos del Camino de Santiago) no nos resistimos a ofrecer un pequeño recuerdo del mismo, en este blog viajero que, al fin y al cabo, sigue siendo casi personal. 


 Hablaremos, al menos, de alguna de sus etapas y para comenzar, hemos elegido nuestro propio comienzo que fue, un seis de enero, en tierras del Somport.



La primera etapa del Camino de Santiago aragonés discurre desde Somport a Jaca. En nuestro camino pasaremos al lado de la estación de esquí de Candanchú, que hoy estará a tope de gente, ya que es fiesta y la nieve cae abundantemente. Esto nos da una idea de lo locos que estamos de haber comenzado esta aventura en un día como hoy. Nieve y más nieve que nos impide entrar en el camino. La nieve lo cubre totalmente y con una espesura que hace completamente imposible caminar por él. Algo decepcionados, la primera parte de la ruta la haremos por carretera hasta llegar a Canfranc.

De Somport a Candanchú, seguimos el curso del río Aragón que nos ofrece esta bella estampa.


 Las imágenes que captaremos hoy con nuestra cámara, serán la recompensa a la dificultad que nos vamos a encontrar, al menos en este primer tramo, para realizar el recorrido que habíamos planeado.
Pasaremos por las ruinas del antiguo Hospital de Santa Cristina de Somport, llegando hasta la estación de esquí de Candanchú. Continuamente hacemos intentos para entrar en el camino y dejar la carretera pero, será en vano. Así es que nos conformamos con seguir tomando alguna fotografía del maravilloso entorno.


El espesor de la nieve continúa siendo muy intenso, pero al ir descendiendo y, conforme nos vamos acercando a Canfranc Estación, el verdor va abriéndose paso y vamos pensando que, después de todo, tal vez no sea una jornada tan dura. 

Cruzando el río Aragón, un kilómetro más tarde nos encontraremos con Canfranc Estación. Lo primero que hacemos al llegar es tomar un reconfortante café ya que estamos literamente helados de frío. Lo siguiente será acercarnos hasta la estación que da nombre y renombre al pueblo, porque Canfranc hay dos, Canfranc pueblo y Canfranc estación y este va el primero. 


Algo triste y olvidada, la estación de Canfranc ofrece un magnetismo especial a quien se acerca hasta ella.



Tras el lejano corte de la línea internacional en el lado francés, en el lado español se inició un prolongado declive que ha hecho de la estación un hermoso edificio en peligro de ruina inminente. Son ya tan pocos los pasajeros que llegan allá que no sería de extrañar que algún día esa amplia esplanada se viera destinada a otros menesteres menos románticos. Y es una pena, con el porte magnífico del edificio, que nos envía a épocas pasadas, como del Oriente Express.



Seguimos de Canfranc a Canfranc.  Ahora es Canfranc pueblo el que nos recibe, ya sin nieve. Esto significa que hemos podido hacer el camino por el camino y no por carretera. Nada que ver. Además hemos ido "de bajada", lo que significa que tampoco ha sido muy cansado llegar hasta aquí. 
Construcciones medio en ruinas nos hablan de tiempos pasados...


Una imagen romántica, la del sendero que nos lleva junto a la antigua iglesia de Canfranc, hasta el actual pueblo.







Hemos llegado felices y contentos hasta aquí. El propio paisaje nos da su energía.


La nieve ha quedado ya lejana, en los altos picos de los Pirineos, que nos miran desde arriba. 
Finalmente sí, ha valido la pena comenzar el camino en un día como hoy, aunque sea una jornada única, ya que el hecho de estar temporalmente trabajando en la ciudad de Jaca, nos permitirá en este primer tramo de camino, hacerlo en días sueltos, como el de hoy.

No nos detenemos en Canfranc pueblo, seguiremos hasta el siguiente punto de destino: Villanúa. 
Eso sí, no sin antes fotografiar el bello puente medieval que se encuentra a la salida, justo al lado del cementerio y cruzando, una vez más, el río Aragón. 


Finalmente llegamos a Villanúa que es donde pondremos hoy el punto final a nuestra jornada. No hemos hecho muchos kilómetros, pero han sido intensos. 


Un sol tenue nos recibe, iluminando las casas de este pueblo pirenaico convertido hoy, en importante centro turístico.


De comienzo al fin, las cosas, verdaderamente, han cambiado. Del frío y la nieve inicial, al fresco verdor y el agua cantarina del riachuelo, en Villanúa, que despide nuestra jornada de hoy.



Desde Villanúa un autobús nos llevará de regreso a Jaca. Dentro de una semana, aquí volveremos para iniciar el segundo tramo de nuestro Camino por Aragón.

domingo, 9 de octubre de 2011

Bérgamo. La ciudad baja.


El mismo día que nos volvemos a casa, después de nuestro viaje a Rodas, la mañana, la pasamos en Bérgamo. Serán unas cuantas horas, ya que nuestro avión, que nos dejará en Zaragoza, sale a mediodía. Como el aeropuerto de Bérgamo está cerquita, podemos apurar el tiempo en la ciudad. 
Eso sí, esta vez no nos moveremos de la llamada "ciudad baja" en Bérgamo.



La visión más moderna de la bella ciudad lombarda.


Con mucho menos interés que la "ciudad alta", es verdad, pero bien vale la pena perderse por sus calles y descubrir sus rincones. 
Así lo hacemos, de manera algo desordenada. Dejándonos llevar y disfrutando de la mañana soledad que nos depara el primer día de julio.
Acercándonos hasta alguno de sus vetustos edificios en cuyos balcones ondea la bandera italiana.



Curioseando por sus tiendas, sintiendo una especial predilección y debilidad  por las librerías.


Y, por supuesto, entrando en cada una de las iglesias que hoy, día laborable, mantienen sus puertas abiertas.
 

Le tomamos el pulso a lo cotidiano.



No sabemos muy bien qué es lo que estamos viendo ni pretendemos hacer un recorrido monumental. Si ayer disfrutábamos de una parte de Bérgamo extremadamente turística y como de museo, hoy, vemos un Bérgamo real, no tan bello pero con el encanto de la autenticidad. 

 No hay demasiados visitantes por esta parte, que los propios habitantes de Bérgamo llenan con su día a día.
Nuestra sensación es que se trata de una ciudad en la que vivir debe de resultar muy cómodo. 
No demasiado grande ni demasiado pequeña, con los servicios adecuados. Tampoco excesivamente ruidosa, (y aquí nos acordamos de la más que bulliciosa Nápoles, que conocimos a fondo en un pasado viaje) y aunque, como en el resto de Italia, las motos son un elemento que forma parte del paisaje urbano, no nos cabe ninguna duda:

Bérgamo es una ciudad tranquila.

Paseando, paseando, llegamos hasta una zona de edificios oficiales...



... de los que vemos salir a algún que otro ejecutivo.


Antes de dejar esta zona, fotografiamos una curiosa fuente que llama nuestra atención.


Una de las calles más importantes de la ciudad baja es la "viale Papa Giovani XXIII" que lleva hasta la estación. Una torre con reloj forma parte de la silueta característica de la zona, aunque hoy la encontramos en plena reparación.


Por aquí la vemos un poquito mejor.


Bien, pues parece que nuestro paseo va llegando a su fin. Decidimos hacer un almuerzo rápido antes de volver a nuestro alojamiento a recoger nuestras cosas y ponernos en marcha hacia el aeropuerto.


Compramos unos trozos de pizza y unas bebidas y, acomodándonos  en este apartado rinconcito, junto a una fuente, cumplimos nuestro objetivo. Recordamos con nostalgia la maravillosa pizza de "Il Fornaio". 

Hay veces que las comparaciones son odiosas.









LLegó el momento de marchar y no lo hacemos sin una cierta nostalgia. 


Hemos disfrutado de Bérgamo y nos vamos contemplando una de sus más bellas perspectivas, la que nos lleva desde la ciudad baja hasta la ciudad alta, que la corona, ofreciéndonos su imagen más característica.
Se acabó la primera parte de nuestras vacaciones, la parte viajera, que es la más emocionante y divertida. Aunque nuestros viajes son humildes, a nosotros nos hace falta poco para sentirnos grandes exploradores.


Otro viaje para recordar en los largos días de invierno.


¡Hasta pronto Bérgamo!


 ¡Ciao, Italia!

miércoles, 5 de octubre de 2011

De nuevo en Bérgamo.


Aunque sea de paso. Porque para nosotros Bérgamo siempre es una ciudad preciosa, pero de paso. Cosas de los vuelos. Nos viene estupendamente hacer escalas en la pequeña ciudad lombarda y desde allí marcharnos a alguna otra parte. Por ejemplo este verano a Rodas. A la vuelta, ya para casa, tuvimos la oportunidad de pasar una tarde entera paseando por sus calles, lo que siempre nos gusta, porque si aún no lo he dicho, Bérgamo nos parece una ciudad preciosa. Claro que hoy, lo que se dice hoy, nos recibe con lluvia.




No nos importa demasiado. Hasta le da un cierto aire melancólico a la ciudad. Así es que una vez instalados (esta vez lo hemos hecho tanto a la ida como a la vuelta, en el "Bed and Breakfast" Romeo y Julieta, muy bien por cierto) nos vamos a pasear por ahí. 


Primero por la ciudad baja... ya sabemos eso de que Bérgamo tiene dos ciudades, la alta (la chula) y la baja (la normal) y que aunque la fama se la lleva la primera, la segunda no se queda atrás en bonitos rincones a descubrir...

No somos los únicos a los que no nos importa que la climatología no nos acompañe. Un pintoresco grupo de africanos espera en la parada del autobús. El colorido de su indumentaria y los instrumentos que llevan consigo y que hacen sonar improvisadamente, alegran esta tarde que se presenta de una tonalidad más bien gris...


De momento nos acercamos al funicular para subir hasta la ciudad alta. Hubiéramos podido subir andando, pero lo del funicular tiene su gracia y como, después de todo, estamos ya finalizando nuestro viaje, estamos ya un poquito cansados y sin ganas de esforzarnos. 
Al menos quién esto escribe, que fue (lo confieso) la que más insistió en aquello de "¡escaleras no, por favor!".


Una vez arriba, y con el cielo más despejado (menos mal) el reencuentro con la ciudad alta, que nos regala, si miramos con atención, muchos bonitos rincones a nuestro paso.


Muy pronto nuestros pasos nos conducen hasta el corazón de Bérgamo. Punto de encuentro de todos los turistas. No hay viaje ni visita a Bérgamo sin detenerse en su Piazza Vechia. Y en el centro de la misma, la hermosa fuente Contarini, en honor al alcalde veneciano que la hizo construir en el s. XVII.








En el Palazzo della Ragione, que rodea la plaza, parece que hay una exposición interesante. 




Vayamos a verla.

Se trata de la exposición de pintura "Vincere il tempo". Nos acercamos para verla, pero era casi la hora de cerrar y la entrada era de pago. Así es que nos quedamos con las ganas de ver esta exposición, de la Academia Carrara (al parecer en labores de restauración) de una selección de las obras de la Academia. 


Sugerente título "Ganar el tiempo, la pasión de arte y de regalo a la ciudad", algo así. 
En italiano suena más bello.


Nos quedaremos con las sugerentes imágenes que anuncian la exposición, como la de este encantador balconcito...


Por cierto que en los soportales de la plaza parece haber movimiento, algo se está preparando. 








Hay colocado un escenario... unos músicos que ensayan... Pero de esto tendremos noticia más adelante.







Una última fotografía de la exposición con "Il Campanone" al fondo que, recordemos, cada noche da cien repiques de campana, a las diez de la noche, para recordar el toque de queda.



Nos vamos a la búsqueda de nuevos escenarios, aunque volveremos por aquí.

Desde la Piazza Vechia podemos asomarnos hasta la Piazza Duomo. No nos impresiona porque ya la conocemos, pero realmente la belleza de la Basílica de Santa María Mayor y sobre todo, de la anexa Capilla Colleoni, llena por completo el objetivo de nuestra cámara. 


Si es que vale la pena volver a Bérgamo, sólo para poder admirar de cerca estos monumentos únicos...


Una de las perlas del renacimiento lombardo. 

Bueno, pues por tener el dato completo, diremos que fue construida en 1472 por Bartolomé Colleoni, como su capilla funeraria. 

Sí que estuvo inspirado Colleoni... el resultado es magnífico.






En la entrada a la Basílica, de nuevo, fotografías de rigor con los irresistibles (para nuestras hijas) leones sobre los que se apoyan las robustas columnas del pórtico de la entrada.


Bérgamo es una bella ciudad para ser contemplada. Y también es una ciudad cuidada hasta el más mínimo detalle. De detalles hablaremos, y de tiendas, o mejor, de encantadores comercios que reclamarán nuestra atención como diciendo "¡Eh, el de la cámara! ¿no vas a sacarnos una foto?" 


 Y sí, cómo no, obedientemente, fotografiamos los detalles de las paredes al abandonar la plaza.
El bonito cartel del albergue...



O la tienda de los sillones y butacas, que están ahí, como abandonados a su suerte... 





Tenemos tiempo para descubrir rincones que quedan algo olvidados y apartados del trillado recorrido del turista.




Aunque hoy, la ciudad permanece muy tranquila y el solitario músico parece más solitario que nunca.




Y hablando de música, un concierto nos espera en la Piazza Vechia.
 Así es que tras tomar la que calificamos "la mejor pizza de nuestra vida" en la Pizzeria "Il Fornaio", pizzas para llevar que nos tomamos en la misma plaza, junto con los músicos, que hicieron lo mismo que nosotros, nos apresuramos para tomar buen asiento y disfrutar de un gratuito concierto del que no sabemos nada.

Bien, pues el público ya está situado...


Y el espectáculo comienza:


Coincidiendo con el 150 aniversario de la unificación italiana, el espectáculo de esta noche lleva por título "La Garibaldina" y alterna animadas canciones con monólogos (cuya literalidad nos perdemos aunque nos gusta la sonoridad de la lengua italiana) que, suponemos, van narrando momentos gloriosos de Don Giuseppe. 

 Así es que, ironizando sobre cómo podría resultar un espectáculo de estas características en nuestro país, la noche en Bérgamo se vuelve patriótica, e iluminada a trozos por la bandera tricolor.


Pero todavía no nos vamos de Bérgamo...

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